‘Algo’, llamémoslo ‘alma’

INTRO

No sé si la narrativa que se escribe en Canarias está viviendo uno de sus momentos más afortunados como pregonan algunos ni desafortunados como se empeñan en asegurar otros. Lo que sí tengo meridianamente claro es que cada vez son más los libros que, editados aquí o allá, están configurando un puchero en el que con los que ya estaban y las nuevas aportaciones que aparecen, se guisa un plato que, por si algo se caracteriza, es por la variedad de sus ingredientes.

Y si bien no todo lo que se está publicando supera el suficiente, digamos que de tanto en tanto el lector con hambre, sin ataduras a tontainas y resentidas endogamias, puede encontrarse con novelas y cuentos que sin resultar sobresalientes están escritos con lo que quiero llamar alma, así como con una notable necesidad por reflejar la inquietante nada cotidiana que significa para sus autores vivir en este archipiélago.

¿Casualidad?, ¿coincidencia? Los dos títulos que a continuación reseñamos cuentan con frases del escritor Roberto Bolaño abriendo sus propuestas narrativas.

EN EL CAMINO

Llega a mis manos dos curiosas novedades firmadas por escritores nacidos a finales de los setenta y principio de los ochenta en las islas que, pese a su aún retardado proceso de maduración carbónica, me han resultado productos vitales. Vehículos de entretenimiento en los que encuentro ese alma que apuntaba más arriba. O las claves de un universo que a base de trabajo y constancia, pero sobre todo de aprendizaje vital, podrían revelarnos en un futuro no muy lejano a escritores de verdad. Independientes, gente que escribe por sus santos cojones.

Entiendo así Cuaderno afortunado, de Eduardo Delgado Montelongo, como un entretenido relato de búsqueda con ecos a En el camino de Jack Kerouac. Una novela más de viaje que de carretera en la que su autor emprende un curioso itinerario por estas islas disgregadas del Atlántico buscando sus raíces. Algo que lo ate con la tierra que lo vio nacer.

Cuaderno afortunado es eso, un irregular pero intenso diario de viaje en el  cual el lector irá conociendo a través de su protagonista los mitos, y también las contradictorias sensaciones que esos mitos le suscitan, sobre y de Canarias.

La narración se inicia con el regreso de su protagonista a Tenerife, quien tras almorzar con su madre y sentir la dulce tentación de recuperar la tranquilidad del líquido amniótico en el que nadamos la mayoría de los habitantes de estas islas, apuesta por rebelarse e ir más allá.

Es decir, la de salir –que no escapar– con lo puesto y conocer la geografía de una tierra en la que aspira a reconocerse.

“¿Por qué volver? No había una respuesta clara para esa pregunta, más bien muchas a la vez dándose la razón unas a otras. En el fondo, ¿qué más daba un lugar que otro?, ¿no eran los lugares sus gentes?, ¿y no había gente en todas partes, buenos, malos, mujeres de las que enamorarse? En efecto, en ocasiones las preguntas dicen más que las respuestas.”

Y es precisamente a través de la geografía humana con la que el personaje de Cuaderno afortunado explora un territorio (in)felizmente aplatanado para aprender a ser una persona que siente la necesidad por reencontrarse con un pasado muerto y al que se ha hecho tontamente legendario como es el de los primeros pobladores de estas islas para toparse con otra realidad que, si bebe de aquellas fuentes, es para vindicarlo bajo la mirada del folclore.

Esto me hace pensar que  hay que leer Cuaderno afortunado como una curiosa novela de aprendizaje, y dejarla digerir con la asombrada inocencia con la que está escrita. Una inocencia sin imposturas, que desarma por su sinceridad.

Y precisamente por eso, por su sinceridad, Diario afortunado es, a mi juicio, un relato con alma.

PIENSO, LUEGO  ¿EXISTO?

Con Paréntesis, Hosmán Amin Torres, mezcla relato y poesía con un atractivo leiv motiv existencial en el que vendría a decir algo así como estoy vivo, sí, pero la vida mientras tanto se me escapa de entre las manos.

Estructurada en siete bloques (Recuerdos abruptos; Hipocresías, cinismo y otras incomodidades; Pesadillas y sueños; Pasiones, convivencias e inseguridades; Hastío preñado de rutinas; Cuentos de bares de barrio y Retazos de sangreParéntesis, pese a tratarse de un volumen irregular que pedía a gritos más esfuerzo y coherencia, incluye una serie de relatos que por su audacia, por su frescura, por sus ganas de contar, revela a un narrador que con más paciencia podría significar una agradable sorpresa para el desnortado panorama narrativo que se escribe en estas islas.

El libro se inicia con un relato en clave fantástica que sin estar lo redondeadoo que debiera, sí que me supo a agradable aperitivo.

Se titula El brujo, y pese a que no termina de estar bien cerrado, logró convencerme para que continuara leyendo un volumen en el que se detecta alma. Incluso en sus historias más enojosamente cursis y por lo tanto fallidas.

El relato que da título al libro, Paréntesis, se deja leer porque su autor tiene capacidad para describir ambientes y reflejar en unas pocas pinceladas las miserias de una serie de personajes que viven porque en esa gigantesca lotería que es la vida les tocó el Gordo de venir al mundo para reírles las gracias al Jefe.

En Mira siempre al frente, Hosmán Amin Torres tiene la cintura suficiente para convertir una situación cotidiana en inquietante, aunque le falte fuelle para circularla como exigía mi estómago hambriento.

Elementos que tampoco sabe explotar en el que, a mi juicio, es el mejor relato del libro, Habitación para un desconocido. Una pieza con ecos cortazianos que, mientras la leía, imaginé convertida en uno de esos cortos canarios si los chiripitifláuticos cineastas que dirigen cortos canarios volvieran su mirada a lo que está escribiendo la pibada que forma parte de su generación.

En esta misma línea, resalta también el cuento titulado Una noche, y el desolador, por lo que implica, Visita inesperada. Un cuento cruel, cuyo inicio: “La tarde transcurría tranquila en la oficina. La música murmuraba de fondo, a un volumen que no permitía distinguir con claridad los que mis oídos escuchaban” no hace presagiar el final de la historia.

Consciente de que ni Cuadernos afortunado ni Paréntesis de, respectivamente, Eduardo Delgado Montelongo y Hosmán Amin Torres son libros acabados, redondos, continuo sosteniendo que tienen algo.

Ese alma al que me refería al principio.

Ya que se tratan, a mi parecer, de obras escritas con pulsión, con latido.

Esbozos en los que se detecta necesidad por expresarse.

Por ello, creo que hay que leerlos como audaces y desprejuiciados ensayos de lo que estos dos autores –si continúan explotando el camino de la escritura– podrían ser capaces de mostrarnos en un futuro que necesariamente no tiene que ser tan lejano.

Tienen algo.

Y yo a ese algo lo quiero llamar alma

 Saludos, y no es baladí, desde este lado del ordenador.

8 Responses to “‘Algo’, llamémoslo ‘alma’”

  1. el vino que tiene Ascensión Says:

    A mí me resulta curioso que los jóvenes talentos de nuestra narrativa sigan enfrascados en un aprovechamiento de los arcaicos paradigmas literarios de Canarias. Viajes por las islas para reivindicar un pasado más “feliz”, buscar los orígenes en la tierra guanche, lanzar suspiros melancólicos porque su alma se pudre en alguna oficina… en fin, algo de lo que llevan hablando los literatos canarios desde hace centurias (metafóricas, claro).

    Con esto no quiero decir que sea malo, pero me parece de una falta de originalidad y de pretensiones alarmante por parte de nuestros “nuevos” escritores.

    Me explico: ¿Dónde está el fuego de la juventud? ¿Dónde está su carácter experimental? ¿Dónde están las ganas de romper con todo y de explorar nuevos horizontes jamás vistos? Si la nueva savia que llega con el cambio generacional lo único que hace es perpetuar los mismos estilemas de siempre, las mismas búsquedas de sus abuelos, a mí, lo siento, me parece una pérdida de tiempo. Además, me parece bastante triste que un joven escritor abra su corazón y lo que haya en él no sea una mirada al futuro, sino un suspiro triste hacia un pasado que ni vivió, ni conoce más que como anécdota edulcorada que le han contado sus mayores. ¿De verdad alguien piensa que los guanches vivían bien en su sociedad cromagnónica de hambre y de frío y de enfermedades sin nombre, por Dios?
    No sé, no sé… le falta algo, algo muy importante, a esa nueva generación de escritores. Han empezado y ya sólo piensan en hacerse viejos.

  2. cautivo y desarmado Says:

    Totalmente de acuerdo con el Vino.
    De esto se salvan, como excepción notable, Mellini y Conde, cada uno en su género. Y quizá por eso, son los escritores más interesantes de entre los contemporáneos. Y alguno más de novela policiaca que no recuerdo, pero que D. Eduardo suele destacar.
    Sorprende mucho un contraste: si en la literatura canaria hay una renuencia extrema a tratar temas extra canarios, que no lleven ese marchamo de autenticidad folclórica, en el “cine” canario -lo que quiera que eso sea- se produce todo lo contrario, la casi obligación de hablar de cualquier cosa, menos del entorno más inmediato.

  3. el vino que tiene Ascensión Says:

    HOWL, un aullido, hace falta que los nuevos autores canarios hagan de Allen Ginsberg y lancen un HOWL tremendo al aire, que olviden ya mismo todo lo que les han enseñado en esa batidora lava-cerebros de la Facultad de Filología y hagan cosas nuevas, cosas arriesgadas. Conde se cagó en todo y en todos con su Malpaís -ole torero- y ahora hace falta que el resto de la peña siga su ejemplo y se lancen a la carretera sin el puto chaleco reflectante. ¡HOWL!

  4. Claude Vernier Says:

    Decir que los escritores jóvenes de Canarias deban hacer esto o lo otro es de una frivolidad espeluznante. He leído Cuaderno Afortunado y apenas se habla de lo guanche, y cuando lo hace es para citarlo como contraste cómico más que como referencia de grandes reflexiones, no sé, la verdad, me parece que el libro va de muchas otras cosas pero precisamente de lo guanche… pues no. Por otro lado, pretender que los jovenes escritores canarios arreglen el universo y hagan algo “que no se haya hecho en centurias” me parece mucho pretender (y muy sórdido también). Decirle a los demás, en definitiva, lo que tienen que decir, me parece decir demasiado.
    Lo de siempre: el peor enemigo del canario es el canario.

  5. Un godo canario Says:

    Me ha hecho gracia la última frase del que firma como Claude. ¿Será canario el hombre… o la mujer, que eso nunca se sabe con esto de no dar la cara? En fin, se queja Claude del tirón de orejas que le propina El vino que tiene Ascensión pero no argumenta las razones. Yo, que he leido el post del señor editor –quien sospecho ha sido el único que ha leído la novela de Montelongo de los intervinientes en este debate– la compara, generoso que es el editor de este blog, con una novela de viaje, muy al estilo, escribe, de El Camino, y si bien menciona a los guanches lo deja ahí, como un elemento más de un Cuaderno afortunado que espero, yo mismo me incluyo, nos animemos a leer para descubrir si realmente “er peor enemigo del canario es er canario.”

  6. Denzel Washington Says:

    Aqui todos son canarios y ninguno da la cara !!

  7. Daniel Says:

    Léanse la novela, hombre, y dejen de hablar de la mirada de futuro o de los temas que tendrían que manejar los nuevos talentos canarios, parece mentira que no se den cuenta de la contradicción en que caen cuando hablan de “escritores canarios” y aseguran en la misma frase que éstos deberían tener una mirada menos local y más global de la realidad, cuando son ustedes mismos los que no hacen otra cosa que catalogar desde una perspectiva geográfica. Ya dijo Cortázar que no hay temas malos, sino temas tratados con mal estilo, o poco más o menos, y, primero el que firma las dos críticas, y luego los que firman los comentarios, no hacen otra cosa que criticar un libro por su contenido conceptual. A ver si nos enteramos de una vez que ya está todo dicho, ¡la única libertad que le queda al arte es la libertad estética!

  8. admin Says:

    Ya.

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