¿No es carnaval?

Tras salir del dentista algo me cuenta que la ciudad vive en carnavales.

Eso cantan los escaparates de las escasas tiendas que todavía se resisten a  cerrar pese a la crisis que hunde la ciudad en la que vivo.

También, qué cosas, que a mi lado cruce gente disfrazada de gatitos, enfermeros, soldados, extraterrestres, policías y de tipos con albornoz que me hacen recordar a Hugh Heffner, el envidiado libertino capitalista fundador de la revista Play Boy.

Pero no.

Porque a los malandros les falta la pipa de la paz.

En una esquina de una de las calles más transitadas de la capitá me encuentro a un tipo subido a una columna que grita para a todo aquel que quiera escucharlo.

El disfraz me parece original y hay un grupo de personas que deben pensar lo mismo porque lo rodean.

Unos turistas, incluso, le arrojan monedas.

- ¡¡¡Soy Simón, el del Desierto!!!- suelta con voz aguardentosa el que está arriba de la columna para darse a conocer….

Me detengo y pienso que solo hace fatal un demonio con forma de la venerada Silvia Pinal para que lo y me tiente cuando de pronto el que va de Simón señala…

- ¡Esto es solo el principio del fin del mundoooo!

Saco un cigarrillo y lo enciendo con mano temblorosa.

- ¡¡¡Er meteorito, er Papa que se va… ¡Señales!, ¡Señales!.- grita el que va de Simón cada vez más metido en su papel.

- Tamos condenados…. ¡Er fin!.- sentencia.

A muchos que están junto a mí les aburre la broma y se marchan a buscar algo más interesante por otro callejón de los presuntos milagros.

- ¡¡¡Pibe, tómate un ron!!!.- le grita un caminadelado.

-Vétete y haz mala vida.- responde otra voz, afeminada.

- ¡¡¡Olvido Hormigos deja la política para concursar en un programa de televisión!!!- exclama el que va de Simón.

- ¿Olvido?.-me pregunta una chica que está a mi lado.

- Sí, mujer, la ñora que…

- Hugo Chávez Frías vive…- grita ahora el que va de Simón del desierto.

- Y en Portugal le cantan a sus diputados el himno de la Revolución de los Claveles.- suelta un caballero bajito que quiere ir de rojo.

- Pollo, deja de hacer de Colón y tómate una garimba.- le suelta un pibe que está a mi lado y  al que le gusta dejar claro que es de barrio.

- ¡¡¡Esto solo es el principio del fin del mundoooo!!!

-Si lo ves, díselo a Paulinoooo.- contesta alguien.

El que va de Simón continúa aullando.

Dos chicos y una chica disfrazados de pitufos hablan de cine tomando cubalibres mientras hacen que ven y que escuchan al que va de Simón del desierto.

- Según la Soraya el cine debe ser lo principal en los Goyas.

- ¿La Saroya?, ¿los Goyas?

- Sí, coño, esos premios en los que cada vez se habla mejor inglés.

- Es más bonito el alemán.- opina la chica que debió de estudiar en el Colegio Alemán.

- Pues follón.- dice el otro pibe mezclando el ron con cola.

Y como oyente pienso en La mandrágora, la novela de Hans Heinz Eiwers que justo en ese momento llevo bajo el brazo.

El que va de Simón del desierto sigue desgañitándose desde su inestable altura hasta que veo, entre la gente que sube y baja, a un tipo vestido de demonia.

- Chacho, déjalo ya… Arranca pa’ya.- le grita desde su sólida bajura.

- ¿El fin del mundo?.- duda entonces Simón.

- Que te calles.

- ¿Pero no es carnaval?.- grito a quien quiera oírme.

Saludos, duermo, luego estoy despierto, desde este lado del ordenador.

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