Granujas de medio pelo

INTRO

La naturaleza humana es así.

Por muchas reglas que imponga, siempre intentaremos saltárnosla.

El cine se ha preocupado por mostrar estas dobleces en ocasiones con elogiable fortuna. La lista –¡otra lista!– que presentamos a continuación solo escoge doce títulos que, a nuestro juicio, exploran bajo un punto de vista francamente divertido nuestra naturaleza como monos sin pelo cuando codiciamos lo ajeno.

Lo ajeno.

Por necesidad, para sobrevivir.

Por codicia.

O por demostrar soy más chulo que nadie.

Estas doce más una películas regalan además una visión cómica, pero también demoledoramente crítica, de la condición humana.

Hemos de destacar que en la mayoría de los títulos escogidos sus protagonistas son víctimas involuntarias, más que delincuentes profesionales, que se han visto forzados por las circunstancias a romper con el Séptimo Mandamiento.

En la mayoría de los filmes reseñados se trata de presentar a grupos humanos que, a nuestro juicio, y a las películas nos remitimos, forman parte importante de nuestra peculiar memoria.

Por lo que debe quedar claro que, sin ánimo de quebrar el Séptimo Mandamiento, nunca tantos le debimos tanto a tan pocos.

LAS PELÍCULAS

Oro en barras (Charles Crichton, 1951).- Un clásico de la comedia producida en los ya legendarios estudios Ealing. ¿Su protagonista? Un grisáceo cajero de banco que ha planificado financiarse un lujoso retiro y a quien da vida el que probablemente sea uno de los más grandes actores de la historia del cine: Alec Guinness. Para ello, no se le ocurre mejor idea que reunir a un equipo de estrafalarios “ladrones profesionales” para dar el golpe. El cine Británico a veces hay que escribirlo con respetuosas mayúsculas.

El quinteto de la muerte (Alexander MacKendrick, 1955).- Otra de los Estudios Ealing, fábrica de sueños de donde solo podía salir una película como ésta. Cinco criminales, liderados por Alec Guinness, se reúnen en una habitación que han alquilado a una vieja dama para planificar su próximo atraco. Para despistar a la señora se hacen pasar por un quinteto de músicos. Claro que con Peter Sellers y Herbet Lom, pareja de hecho que volvería a repetir en la serie La pantera rosa de Edwards el delirio está a la orden del día. Los hermanos Coen rodaron un olvidable remake con el título The Ladykillers.

Rufufú (Mario Monicelli, 1958).- Para los que sienten debilidad por el cine italiano de los años cincuenta Mario Monicelli es un director de referencia. Rufufú, la réplica si quieren paródica de la extraordinaria Rififí (Jules Dassin, 1955) reúne a un grupo de ladrones de poca monta para robar las oficinas romanas del Monte de Piedad. Claro que con gente así… Vittorio Gassman, Marcello Mastroiani, Totó, todo es posible menos el golpe perfecto.

La cuadrilla de los 11 (Lewis Milestone, 1960).- La incluimos en esta lista porque está protagonizada por el Rat Pack al completo. Esto incluye a sus tres mosqueteros: Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr. Nunca estuvieron mejor, y mira que rodaron y se divirtieron a lo grande en sus películas. Y es que solo ellos, solo ellos, podían robar los casinos de Las Vegas. Yes, tiene remake, pero es otra cosa. Otra cosa.

Atraco a las tres (José María Forqué, 1962).- La inteligente y aún delirante respuesta española a Rufufú la firma un cineasta que pide a gritos una urgente reivindicación siempre y cuando dejemos al lado molestes criterios políticos. Atraco a las tres es, vista así, sin ataduras ideológicas, un clásico de la comedia con acento español en la que intervienen lo mejor de los actores, comediantes insistía el maestro Luis García Berlanga, que jamás han rodado en este país. Ahí están, en estado de gracia José Luis López Vázquez, Cassen, Gracita Morales, Manuel Alexandre para hacer creíble a esa panda de perdedores empleados de banca que planifica el atraco a la entidad en la que trabajan para resarcirse de sus precarias condiciones laborales. La historia me suena ¿a ustedes no?

La pantera rosa (Blake Edwards, 1963).- Fue la primera de una serie que marcó un capítulo aparte en el género. En el género de la comedia. Es probable que, vista hoy, no resulte la más excéntrica de las que realizó Edwards bajo el mismo título pero sí que sentó la fórmula pink panther. Algo así como un alucinógeno. Si no me creen, que se lo pregunten a Peter Sellers, quien acabó jarto del atontado inspector Closeau. El público, sin embargo, quiso más. Más Pink Panther.

Topkapi (Jules Dassin, 1964).- A nuestro juicio es la comedia perfecta sobre robo. Y no porque esté basada en una excelente novela de Eric Ambler, La luz del día, sino porque fue la respuesta cómica del mismo Dassin a su Rififí. El esquema se repite con el de otros filmes que reseñamos en este post: ladrones de poca monta y perezosos que se unen para robar, en esta ocasión, una pieza valiosa del tesoro imperial en el palacio Topkapi, en Estambul, Turquía. Inolvidable. Redonda. No tan simple como muchos sostienen.

Como robar un millón y… (William Wyler, 1966).- A los wylerimaníacos no termina de convencerle esta comedia de guante blanco protagonizada por Peter O’Tooler y Audrey Hepburn. Ellos se lo pierden. Porque vista con perspectiva, con ojos cansados pero prestos al asombro, Como robar un millón y… es una deliciosa comedia romántica que aún aguanta la prueba del algodón.

El caso de Thomas Crown (Norman Jewinson, 1968).- ¿Una comedia? Pues sí y no. Aparece en esta lista porque está protagonizada por Steve McQueen y Faye Dunaway y porque respira ese aire cool que aún respiran todas las películas en las que intervino el que, probablemente, sea el actor más cool de la historia del cine.

The Italian Job (Peter Collinson, 1969).- Pese a que cuenta con un excelente remake dirigido por F. Gary Gray, es normal que nuestro corazón se decante por la primera entrega gracias a su aire… pop. También porque capitanea a ese equipo de ladrones de medio pelo Michael Caine. Benny Hill compone un personaje que tiene mucho, demasiado que ver con el que más tarde le dio fama en la pequeña pantalla. No olvidar, además, la escena con los Mini Austin. Siempre pensé que la versión española los sustituiría por el Seiscientos.

Toma el dinero y corre (Woody Allen, 1969).- Antes de que se pusiera intelectual, Woody Allen comenzó con comedias tan estrafalarias y tontorronas como Toma el dinero y corre. Un filme al que el paso del tiempo ha envejecido salvajemente pero que aún conserva algunos momentos irrepetibles. De los que te hacen reír hasta desencajar la mandíbula. Humor grueso, aunque sea con sello del más tarde intelectual Allen.

Un diamante al rojo vivo (Peter Yates, 1972).- Basada en una estupenda novela de la serie Dortmunder de Donald Westelake, escritor a quien esperamos dedicarle pronto un post, y escrita para la pantalla por William Goldman, Un diamante al rojo vivo es una divertidísima comedia con robo incluido que protagoniza Robert Redford, como Dortmunder, que aún sorprende y, lo que es mejor, divierte.

Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988).- Y cerramos este repaso de películas con ladrones en clave de comedia con una cinta que dirige, curiosamente, el mismo director con el que iniciamos esta lista. Si no han visto Un pez llamado Wanda hacen mal leyendo estas improvisadas líneas ya que deberían de correr y contaminarse con ella. Me lo agradecerán. Y si no me lo agradecen, allá ustedes. Bastante esfuerzo hago por enriquecer sus apagadas, grisáceas existencias.

Saludos, anda ya, desde este lado del ordenador.

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