¿Joseph Conrad contra el cine?

El horizonte azul del Mediterráneo, seductor y embaucador de audaces, guardó el secreto de la fascinación –abrazando en su pacífico seno a las víctimas de todas las guerras, tempestades y desastres de su historia– bajo la maravillosa pureza de su cielo crepuscular. ”

(El pirata, Joseph Conrad. Colección El libro de bolsillo, Alianza Editorial, 1989. Traducción: Eduardo Chamorro)

La vida de Joseph Conrad, como la vida de todo aventurero, suscita muchas preguntas.

Escribe en una lengua que no fue suya y firma con un nombre que, originalmente, no fue el suyo.

Apenas revela elementos de su pasado. Es decir, ¿qué fue de aquellos años previos a su trabajo como marinero y tras ser reconocido como un excelente escritor de novelas de aventuras marinas?

¿Qué opinaba del cine?

El invento para feriantes se estaba consolidando como industria de entretenimiento el año de su muerte.

¿Cuál pudo ser su mirada sobre las películas que, desde entonces, han intentado adaptar sus relatos?

¿Fue consciente del enorme regalo que nos estaba proporcionando con su literatura?

DOS PROYECTOS FRUSTRADOS, ENTRE OTROS TANTOS

Orson Welles intenta poner en pie El corazón de las tinieblas pero, cuenta la leyenda, la RKO lo rechaza de plano.

“Búscate otra historia”, le vinieron a decir.

Welles piensa… y de ahí –dicen– nace Ciudadano Kane. Su mayor triunfo y, paradójicamente, su mayor fracaso.

David Lean está demasiado viejo pero quiere rodar Nostromo.

Pone incluso dinero de su bolsillo y espera regresar a España para convertir en realidad lo que no es sino el obsesivo proyecto del que ahora se considera un dinosaurio.

Pero ¿quién sabe?

Ignoro si David Lean escucha los cantos de sirena con forma de Lawrence de Arabia y el doctor Zhivago.

La maquinaria está en marcha pero las compañías aseguradoras se retiran discretamente por miedo a la edad avanzada del cineasta.

Nostromo se desmorona como un castillo de naipes y cuatro años después de la aventura, David Lean fallece.

Anoten la fecha de su muerte: abril de 1991.

Nostromo.

Yo la vi navegar por el espacio en Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979).

ADAPTACIONES (*)

Buceo por la red y pesco rarezas como Victoria (Maurice Torneur, 1919) y Lord Jim (Victor Fleming, 1925), película que se estrena un año después de la muerte de Conrad, Joseph.

Paraíso peligroso (William Wellman, 1930) adapta una vez más Victoria. Tengo esperanzas en creer que el talento de Wellman fue capaz de reproducir en pantalla el destino trágico de Axel Heyst, el protagonista de la novela.

Alfred Hitchcock lo intenta con la dinámica Sabotaje (1936). Se basa en El agente secreto, un nada desdeñable y tampoco abstracto retrato de un hombre que vive de informar de lo que hacen grupos antisistema.

Pero continúo buceando…

Se adapta una vez más Victoria (John Cromwell, 1940) y El desterrados de las islas (Carol Reed, 1952), un título este último que me desconcierta.

Y Lord Jim (Richard Brooks, 1965), la película, el filme que es, oficialmente, la adaptación más conocida en cine de una obra de Joseph Conrad.

Alguno dirá que es demasiado discursiva pero junto al Moby Dick (1956) de John Huston es una de las más grandes y ambiciosas películas de aventura de la historia del cine. Dos títulos que si tienen lastre es su obsesiva y maniática fidelidad con el texto original.

Algo que supo cribar El aventurero (Terence Young, 1967). La película adapta El pirata.

Más tarde, Ridley Scott se da a conocer con Los duelistas (1977), una novela corta de Joseph Conrad en la que se plantea eso que llama honor. Su estética sabe a poema modernista: estéticamente es voluptuosa.

Hasta que llega Francis Ford Coppola y manda a parar con su infernal viaje a El corazón de las tinieblas en Apocalipsis ahora (1978).

Aún viajo en helicóptero mientras suena a todo trapo La cabalgata de las Valkirias y el olor a napalm me sabe a victoria.

Susurro mientras deslizo la mano por mi cabeza desnuda: “El horror, el horror“.

Y termino, la boca amarga, con El agente secreto (Christopher Hampton, 1996) y El hombre que vino del mar (Beeban Kidron, 1997).

Continúo pescando títulos en la red.

Pero se difuminan o se encadenan en caprichosos planos.

E intento descubrir a Józef Teodor Konrad Korzeniowski en una vieja fotografía donde ya es Joseph Conrad.

¿Victoria?

(*) Si pinchan este enlace, encontrarán una larga lista de adaptaciones al cine y la televisión de novelas y relatos de Joseph Conrad.

Saludos, palabra de Charles Marlow, desde este lado del ordenador.

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