Teatro, la vida es puro teatro

Unas treinta personas se dieron cita ayer, 3 de diciembre, en el Teatro Guimerá para asistir a la presentación del libro El teatro de vanguardia en Canarias (1924-1936), de Roberto García de Mesa. Acompañaron al autor, el director de la Cátedra Pedro García Cabrera, Rafael Alonso Solís y el profesor titular de Literatura Española de la Universidad de La Laguna, Rafael Fernández Fernández, director de la tesis que ha dado origen a este volumen, editado en la colección Thesaurus, de Ediciones Idea.

Mientras escucho las intervenciones me pregunto si el fantasma del Teatro Guimerá recorre las butacas. Lo escribo porque siento algo de escalofrío en la espalda pero no sé si es cosa de espectros o de una corriente de aire que se filtra por alguna rendija de este pequeño y encantador teatro de provincias.

García de Mesa ha colocado previamente sobre el escenario y a modo de candilejas, veinte de sus libros, mientras se proyecta en pantalla un audiovisual de apenas dos minutos de duración en el que se muestran imágenes de aquellos hombres y mujeres que fueron tan audaces y modernos aunque el paso de los años ha envejecido lo que fue un grupo milagrosamente luminoso y excéntrico.

Todos ellos forman un punto y aparte en una tierra, como es la que habito, tan preocupada en mirar hacia atrás sin ira porque para desgracias y rencores tenemos suficiente con el negro presente.

Me pregunto qué pensará de todo esto el fantasma del Guimerá. También en ¿quién es ese fantasma? Es probable, en todo caso, que solo se trate de una corriente de aire. De un dedo gélido e invisible que acaricia mi espalda.

Roberto García de Mesa lamenta el cierre de los Multicines Renoir Price y del Teatro Pérez Minik, cuya demolición justifica la consejera de Cultura, entre otras áreas, Inés Roja. La idea, dice Rojas, es plantear un nuevo proyecto cuyo presupuesto asciende a los 12 millones de euros, dinero que en plena crisis económica, el Ejecutivo regional es incapaz de afrontar.

El teatro Pérez Minik está –o mejor, estaba situado– en el Parque Cultural Viera y Clavijo, en la capital tinerfeña. Y ya no tiene techo aunque sí un escenario podrido. Su público ya no lo forman personas sino ratas y cucarachas, pero no sé que obras representarán para tan respetables espectadores.

Roberto García de Mesa se indigna sobre el escenario –mientras da vueltas y vueltas como una peonza micrófono en mano– de que otro teatro, el Domingo Pérez Minik que se encuentra en el Círculo de Bellas Artes en la capital tinerfeña, solo sea reconocido por uno de sus empleados como el teatro del Círculo de Bellas Artes y no como el teatro Domingo Pérez Minik.

No termino de entender su enfado. Tampoco creo que Minik se tirara de los pelos ante este desconocimiento involuntario.

Estas cosas pasan. Incluso en la vieja Europa.

Hace unos años y estando de visita por Viena le pregunté a un caballero en un punto de información si podía indicarme las calles donde habían residido dos ilustres judíos austriacos: Joseph Roth y Stefan Zweig. Escribí incluso sus nombres en papel para que no hubiera errores.

Se encogió de hombros hasta que negó con la cabeza.

- No sé quienes son.- dijo ante mi asombro. Más tarde, y observando mi decepción, me invitó a visitar la casa museo de otro judío, el doctor Freud.

Así pues esas cosas pasan. Incluso en una ciudad tan (i)lustrada como Viena.

Roberto García de Mesa anuncia durante la presentación de su libro, porque aquí hemos venido a hablar de su libro, que se trata solo del primer acto de un proyecto que acaricia convertirse además en documental –entiendo ahora el audiovisual de dos minutos–, exposición y el montaje y estreno de las tres obras que estudia con profundidad en el texto: Tic-tac, de Claudio de la Torre; Proyecciones, de Pedro García Cabrera y La casa de Tócame Roque, de Agustín Espinosa.

Durante su intervención lee, además, el décimo manifiesto que se reprodujo en las páginas de Gaceta de Arte, titulado Contra el actual teatro español, donde se arremete, entre otros, contra Pedro Muñoz Seca, que fue un hombre de derechas y del que se dice que a punto de ser fusilado en Paracuellos del Jarama en noviembre de 1936 les dijo a los miembros del pelotón: “Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar… y es el miedo que tengo”.

Más tarde, al acabar la guerra, vino La venganza de don Mendo, pero no creo que esta tragicomedia le hiciera demasiada gracia a Muñoz Seca, que en paz descanse; ni a los milicianos que pusieron fin a su vida, que en paz descansen también.

Ojeo El teatro de vanguardia en Canarias (1924-1936) y me quedo con otra reflexión que, en el turno de preguntas, ofrece García de Mesa mientras no deja de dar vueltas como una peonza sobre el escenario.

Viene a decir que estas obras rompedoras y que encendieron polémica en su momento hoy podrían resultar envejecidas. Pero también que gracias a ellas se influyó en un teatro que bullía y quería sacudirse como piojos una tradición que no iba más allá del espectáculo de evasión. Y este entusiasmo, si quieren revolucionario, que sopló una vez en una región tan desestructurada como es la canaria, es un punto y aparte en la Historia del archipiélago.

No sé así si se trata de memoria recuperada, pero quiero entender la aparición de este libro que arrastra ambiciosas intenciones como una obra que quizá pueda enseñarnos a los habitantes de las islas que una vez no fuimos tan desesperadamente cínicos.

Y solo por eso, por algo tan nimio si quieren, entiendo El teatro de vanguardia en Canarias (1924-1936) como un estudio necesario, una obra que quizá contribuya a abrir puertas y no a cerrarlas.

Yo, mientras tanto, me pregunto si sentí al fantasma del Teatro Guimerá o solo fue una corriente de aire, un dedo gélido e invisible que acarició mi espalda

(*) La ilustración que acompaña este post es un dibujo para Gaceta de Arte (1933 – 1934), de Óscar Domínguez. Colección Guillermo de Osma.

Saludos, telón, desde este lado del ordenador.

6 Responses to “Teatro, la vida es puro teatro”

  1. Iván Cabrera Cartaya Says:

    Hola. Bueno, en todo caso, mi enhorabuena a Roberto por la edición de este laborioso trabajo con el que lleva años lidiando. Sé que conoce muy bien y ha leído y escrito mucho teatro y es un gran conocedor del mismo. Lamento haberme quedado medio atrapado en el sur, tormenta y males en la carretera por medio, y no haber podido ir al Guimerá. Saludos, Eduardo, desde este lado.

  2. Mario Domínguez Parra Says:

    Una vez más, Eduardo, no nos vimos. Estuve por allí. Estupendo texto.

  3. admin Says:

    Es nuestro sino, Mario. Un abrazo muy fuerte.

  4. Roberto García de Mesa Says:

    Eduardo, acabo de ver tu crónica del acto. Qué visiones, madre mía. Ja, ja, ja. Pues sí que estábamos bien tú y yo aquel día, querido amigo. Ja, ja, ja. Tal y como lo cuentas parece que el acto del otro día pudiera ser una invocación a los espíritus. Vale, en cierta manera, tal vez lo fue. Es curioso porque en otros lugares lo vieron de otra manera totalmente diferente. Pluralidad de visiones, entonces. Enriquece el debate. Fue solo una presentación. Te agradezco mucho que vinieras y también a todos los que acudieron aquel día. Por cierto, muchísimas gracias, Iván y Mario, por los comentarios.
    De todas formas, si me permites, déjame comentar alguna cosa, que creo que es conveniente, porque, a veces, parece que los libros se hacen sin esfuerzo en este país. Un libro de 638 páginas, muy difícil de publicar en estos tiempos que ha supuesto un gran sacrificio, fruto de una tesis doctoral de 7 años, realizada en condiciones muy, muy difíciles, sobre un tema apenas estudiado suficientemente y de forma panorámica, miles y miles de horas de trabajo, una charla de más de 40 minutos, una proyección audiovisual que edité junto a Jairo López y con música de Diego Navarro (que aprovecho para darles las gracias desde aquí y para citarlos, por supuesto), que es el anticipo de un documental que pensamos hacer, una exposición y tres montajes. Un proyecto que nos llevará años. Muy difícil en estos tiempos, pero que afrontamos con la mayor ilusión y rigor. Y tienes el libro, Eduardo, no son sólo las tres obras que citas, el contenido del mismo: es también una aproximación al teatro español de vanguardia en el contexto europeo, es el teatro mínimo, es el grupo de teatro del Círculo de Bellas Artes, son las acciones teatrales del grupo de vanguardia Pajaritas de Papel, es el primer teatro de Claudio de la Torre, las historias documentales de los estrenos en Canarias de “Tic-tac” y en Tenerife de “Old Spain” (con carta inédita de Azorín), el teatro en “Gaceta de Arte”, son muchas más cosas, y algunos nuevos descubrimientos que anuncié allí. Todo lo puedes ver en el libro, amigo, cuando te lances a su lectura.
    Por cierto, lo del teatro Domingo Pérez Minik del Círculo de Bellas Artes, pensé que fue muy clara mi exposición, pero te lo explico por aquí. Y es que hace un mes, más o menos, pasé por allí y pregunté por el teatro Domingo Pérez Minik y me dijo la chica que me atendió que no se llamaba así, y que cuando se ha hablado de él la gente lo conoce como el teatro del Círculo de Bellas Artes y, luego, se percató de que había una placa que lo ponía en la puerta y me dijo que tenía yo razón. Y eso que trabajaba allí. Eso fue lo que llamó mi atención, el olvido de los nombres y de la historia, y no por cualquiera, sino porque eso es trabajo del propio lugar, supongo, conservar su propia memoria histórica. Y en mi libro dedico un capítulo al grupo de teatro del Círculo de Bellas Artes y a la gran labor que hizo Domingo Pérez Minik, entre otros. No suelo darle excesiva importancia a estas cosas, pero, como comprenderás, me tocó un poco la fibra emocional. Pero nada más. Es más bien anecdótico, no es enfado. Y dicho con el mayor de los respetos. Y no hay que darle más vueltas.
    Ah, otra cosa, el número de espectadores, es curioso porque Jairo me dijo que asistieron unos 50, unos alumnos de periodismo que me hicieron una entrevista luego publicaron en un blog unos 40, y tú, ahora, unos 30, ja ja ja, al final, no sé qué pensar: ¿cuántos vinieron: 20? Ja, ja, ja. Ni me molesté en contar quién fue, lo sé por ustedes, la presencia es tan imprevisible, tan variable, siempre es un misterio. La entrada era libre. Lo que sí sé es que se presentó en el Teatro Guimerá porque es un espacio importante en la historia de la obra, y quería compartir las sensaciones. Lo que sí sé también es que mientras tú sentías lo que has descrito, yo tuve la oportunidad de compartir por fin públicamente el fruto de una investigación que me apasiona enormemente con las personas que aprecio.
    Bueno, Eduardo, me alegré mucho de verte el otro día. Un abrazo.

  5. admin Says:

    El acto estuvo muy bien, amigo. Un abrazo.

  6. extraescolares en valencia Says:

    No habia visitado tu sitio web por un tiempo, porque me pareció que era pesado, pero los últimos articulos son de buena calidad, así que supongo que voy a añadirte a mi lista de sitios web cotidiana. Te lo mereces amigo. :)

    Saludos

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