La gran familia

Leo por algún lado que Agosto (John Wells, 2013) es la clásica película diseñada para el lucimiento de sus actores y no le falta razón al argumento aunque flaco favor le hace al trabajo que desarrollan, precisamente en esta película, sus actores. La afirmación resulta así  aventurada porque si bien Agosto no es como película lo redonda que tenía que haber sido, sí que funciona, insistamos otra vez con lo de precisamente, por sus actores. Comenzando con dos actrices a las que les reconozco sus fantásticos méritos pero por la que no siento devoción alguna como son Mery Streep y Julia Roberts.

Otro error, flagrante, es ver esta película que no esconde su origen teatral, en su versión doblada. Torpeza a la que ya me he resignado como habitante de estas islas abandonada de la mano de los dioses, y a cuya población se acostumbró a pronta edad a ver y sobre todo escuchar películas con acento español. Un español que, por mucho que se esfuercen los actores de doblaje, no alcanza el timbre de las voces originales.

Agosto es una película excesiva, y también un estudio bastante caníbal de las relaciones familiares. La familia es un tema grato e ingrato dentro del cine americano, y también en el de otras latitudes. En España contamos con un título que forma parte de la memoria colectiva de varias generaciones como es La gran familia, aunque el abismo que separa La gran familia de Agosto es demasiado grande. En la primera se defiende a ultranza la familia mientras que el mensaje de la segunda es todo lo contrario. Se ceba sobre esta institución, ya que se trata de un drama familiar que se desarrolla en una alejada y caótica granja en algún lugar del estado de Oklahoma.

Está escrita por Tracy Letts, y con ella obtuvo el Premio Pulitzer de Teatro en 2008. La edición en español del libreto corre a cargo de Luis García Montero

Lo mejor de Agosto, a mi juicio, no resulta así la historia que cuenta sino la forma en la que está interpretada por sus actores, con independencia de que se trate, como dije que he leído por ahí, para el lucimiento de sus estrellas.

Era inevitable por lo tanto que, mientras la veía, me preguntara cómo sonaría en su versión original. En el curioso registro de voces que emana de cada uno de sus intérpretes. Supongo que tendré que esperar a que salga en dvd o blueray, sistema éste que peligrosamente está retirando del mercado al primer formato como apartó el dvd en su momento a las cintas de VHS, aunque pese a todo reconozco que el filme tiene pálpito y lecturas inquietantes sobre las relaciones que se cocinan dentro de eso que llamamos familia… Una familia, la que visualiza Agosto, en estado terminal.

En este sentido, es inevitable que cualquier espectador se reconozca en alguna de sus violentas y sobre todo verbales escenas pero como melodrama teatral noto que todo está demasiado subrayado… Las emociones reprimidas, los fantasmas que se guardan celosamente en los armarios, ese grupo de neuróticos personajes que solo son, digámoslo así, hombres y mujeres incapaces salvo para torturarse entre ellos mismos…

Una película de actores.

O esa película que los idiotas que van de listos aseguran que huele a Oscar como si el puñetero Oscar oliese.

Yo solo sé que salí de la sesión bastante alterado.

Cosas del psicodrama.

Saludos, volveremos, desde este lado del ordenador.

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