Una librería solidaria al borde del desahucio

En este mismo su blog anunciamos hace ya unos años la apertura en la capital tinerfeña de una librería solidaria en la que por un módico precio, simple y llanamente la voluntad, el lector con inquietudes y el tipo al que le gustan los libros usados por descatalogados y con aroma a viejo había encontrado un pequeño oasis en el que refugiarse y olvidar, al menos durante unos momentos, la agonía de la crisis… La dura realidad que nos golpea.

Gracias a Solican Librería Solidaria, ubicada en el centro comercial que se encuentra en la trasera del Mercado Nuestra Señora de África en Santa Cruz de Tenerife, he podido continuar alimentando mi biblioteca y mi espíritu pese a que mengüe cada día el puñado de parné que aún conservo en la cuenta corriente…

El caso, la mala noticia en estos tiempos de malas noticias, es que esta librería en la que uno podía encontrar un poco de todo se encuentra al borde del desahucio. La noticia no es nueva, pueden encontrar en este enlace, y en este otro también, así como en su página de Facebook las razones que  anuncian su posible tiro en la nuca aunque quien les escribe descubrió hoy mismo, un domingo habitual y de ronda por el Rastro, el trago amargo que están pasando sus responsables al tiempo que asistía entre conmovido e indignado, a repasar los volúmenes que aún se apilan en sus estantes con la luz del móvil porque, en otro de esos gestos de estos tiempos donde todo lo que huela a cultura hace sacar el revólver a la canalla, le han cortado el suministro eléctrico al local donde se ubica la librería…

Con todo, los responsables resisten…

Y eso que llevan dos semanas abriendo este pequeño reducto sin poder encender el interruptor de la luz. Lo de hoy, por lo tanto, ha sido estrafalario. Potenciales compradores repasando títulos de entre los estantes guiados con linternas o el móvil. Surrealismo canario. Triste y resignado.

En los alrededores del establecimiento se firma una petición que detenga el desahucio y se convoca a una protesta pacífica en las escaleras del centro comercial que dan al Mercado. Bastante concurrido esta mañana. Una mañana luminosa, con un cielo azul celeste que por hermoso hasta hacía daño.

Firmo, claro está, y observo alucinado los rostros alucinados de los que se han reunido para protestar por el cierre de la única librería de ocasión y de viejo que queda en esta capital de provincias tan acostumbrada a morir en soledad.

Un mismo gesto se repetía entre los presentes alucinados en el exterior de la librería. Todos, absolutamente todos, aún mantenían encendido la luz del teléfono móvil.

Saludos, ¿esto es el fin?, desde este lado del ordenador.

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