Aviso a los navegantes: Robert McCammon

El rey de la literatura contemporánea de terror, ya lo ven, así lo dice su apellido, es Stephen King, un escritor por el que confesamos bulliciosa devoción en este su blog pero es injusto y equivocado olvidar a los que conocí tras la estela de su éxito como Peter Straub, Dean R. Koontz, Robert R. McCammon y, ultimamente, Joe Hill.

El caso de Robert McCammon es una curiosidad dentro del género macabro norteamericano. Curiosidad porque lo han promocionado como un Stephen King para pobres. Es decir, un escritor mucho más liviano y truculento que el original. También más excéntrico en sus apuestas literarias, las mejores aquellas en las que combina elementos tan diferentes como son los de la novela de espías, de misterio y policíaca con el terror.

Primer aviso pues a los navegantes: hay que despiojarse de prejuicios para leer a McCammon. Entre sus novelas cuenta con La hora del lobo, mezcla de relato bélico y de comandos –la acción transcurre pocas semanas antes del desembarco de las tropas aliadas en las costas de Normandía– con el de hombres lobos y lobos hombres; Mary Terror, donde una ex terrorista norteamericana roba un bebé para entregárselo en ofrenda al líder de la banda y una historia  sobre vampiros que asaltan la ciudad de Los Ángeles, Sed de sangre, que comienza como un convencional policíaco para degenerar en un convencional relato de terror.

Segundo aviso a los navegantes: Con sus vicios y defectos, Robert McCammon ofrece entretenimiento. Es verdad que sin apenas atisbo de sutileza, pero sí entretenimiento grueso que puede despertar instintos adolescentes que ya creías dormidos.

Tercer aviso a los navegantes: Escribo sobre McCammon porque estos últimos días –días a ratos oscuros– he regresado a su universo con la lectura nerviosa y disparatada de La hora del lobo. Una novela que  lo ubica en la cima de la literatura barata y de ocasión.

Cuarto aviso a los navegantes:  McCammon, como otros tantos escritores industriales, cuenta con destellos que no termina de bordar porque lo suyo no deja de ser  ficción para leer durante un viaje aburrido de carretera.

Y quinto aviso a los navegantes: cualquiera de sus libros promete evasión sin dolor de cabeza.  Sos novelas perfectamente prescindibles y por ello tan necesarias para quemar la seriedad de algunas de tus neuronas.  

Saludos, fantasías animadas de ayer y hoy, desde este lado del ordenador.

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