Ucanca, un western canario de Gustavo Reneses

Cada tierra tiene su ley y costumbres. Pese a haberse abolido en todo el territorio nacional las ejecuciones en Ucanca se seguía castigando con la horca a los que amenazaban su integridad. Para el juez de turno que enviaban desde la capital, los cadáveres eran simples suicidads que fueron empujados a los brazos de la muerte por un territorio enloquecedor. Para los caminantes de Ucanca, los muertos no tenían nombres ni apellidos.”

(Ucanca, Gustavo Reneses, colección G21 Narrativa Canaria Actual, Ediciones Aguere/Idea)

La colección G21 Narrativa Canaria Actual se caracteriza por su afortunada heterodoxia en cuanto a contenidos se refiere. Parece que todo vale en esta iniciativa que contra viento y marea dirige Ánghel Morales, quien lleva publicando con notable esfuerzo y a la par insólito entusiasmo, una serie de novelas que ofrecen un irregular abanico de por donde se mueve la narrativa en las islas.

No es extraño por eso encontrar en G21 títulos con vocación de reinterpretar los géneros así como atrevidos experimentos, la mayoría de ellos ambientados en los paisajes de las siete islas Canarias, pero observados no ya como una fotografía en blanco y negro o a color, sino como escenarios muy personales en el que discurren historias.

Las novelas publicadas dentro de esta colección, con independencia de su calidad, dan una visión bastante peculiar de los caminos por los que transita la novela actual en Canarias. Una narrativa en ocasiones hermética pero en otras abierta, fácilmente asumible para toda clase de lectores. Aquí se encuentra, a nuestro juicio, una de las claves de G21: su función de escaparate en el que se ofertan productos de todas clases, en el que no existen reglas fijas sino una absoluta y gozosa libertad creativa.

G21 brinda además la oportunidad de conocer la otra obra que escriben autores más o menos consolidados con otros que comienzan, lo que diseña y da cuerpo a un mosaico que, al mismo tiempo, fuerza a tomar el pulso a una realidad narrativa que con sus errores esconden a veces agradecidos aciertos.

Ucanca es la primera novela de Gustavo Reneses y el último título hasta el momento de G21 Narrativa Canaria Actual.

Como otros relatos publicados en la colección se aprecia voluntad pero también improvisación en el resultado final, pero es un título que pese a sus peros, destaca por su desconcertante inicio y el atrevido intento de creación de un western fronterizo que se mueve en espacios reconocibles para cualquier lector nacido, residente o visitante de la isla de Tenerife aunque la isla, y en concreto el escenario geográfico en el que discurre Ucanca, apenas explote el interesante mestizaje entre realidad y ficción que prometía.

La novela resulta al principio curiosa, cuando se anuncia la ubicación en Canarias de un western narrado en clave fantástica y con ciertos ecos al Mundo Medio de Stephen King y sobre todo a la gloriosa tradición de la novela popular norteamericana. Los personajes de Ucanca parecen que quieren mimetizarse en un territorio volcánico similar a los grandes espacios abiertos del legendario oeste, pero el efecto en Ucanca no dura lo suficiente.

Por eso, y más que la lectura, es el escenario y su empleo como territorio western lo que sorprende de esta novela, aunque sea solo en esbozo.  Un esbozo en el que autor ubica una población en la que quiero encontrar influencias del Pots Country, la localidad en la que Jim Thompson alojó a sus 1.280 almas, que con el paisaje desértico del Ucanca real.

La originalidad de este territorio se disuelve a medida que se desarrolla el relato y las historias que de manera sesgada se van desparramando por él. Los relatos se agotan tras el escenario en apenas un centenar de páginas. Late demasiada improvisación y no serenidad y cálculo ante el espacio descubierto.

En este sentido, más que como novela, Ucanca es una sucesión de viñetas a modo de colorín o tebeo que no termina de dar la vuelta al calcetín a su mundo imaginado.

Ucanca termina así por parecer una excéntrica fantasía. Una fantasía violenta que protagonizan una serie de personajes que responden más a esterotipos que a tipos trabajados. Todo esto en un inhóspito territorio que daba juego para explotar el carácter de sus habitantes.

El pulp pop que practican –no sé todavía si consciente o inconscientemente– Javier Hernández Velázquez y Ángel Vallecillo suma una nueva voz, aunque en el caso de Reneses la apuesta no se complica en manipular referentes literarios pero sí se pierde, como pasa a veces con las historias de los escritores anteriormente citados, en su laberinto improvisado.

A Gustavo Reneses le falta todavía más novelas y menos ímpetu provocador para encontrar su lugar en esa apuesta por mezclar los géneros y que suele reivindicar una mirada festiva pero también siniestra sobre sus influencias –preferentemente norteamericanas– literarias.

En este sentido. la novela de Gustavo Reneses no funciona más allá de la originalidad de su escenario ya que como historia, o historias, deambula y se pierde metafóricamente por esas mismas carreteras polvorientas que describe. La cuestión es ¿qué hubiera sido de Ucanca con mucho más trabajo, oficio, a la hora de configurar su peculiar universo?

Lo escribe un lector que, concluímos, comenzó a leerla con el signo de la estupefacción dibujado en su frente aunque a medida que pasaba las páginas apreciara que ésta se diluía como lágrimas en la lluvia.

Saludos, continuamos, desde este lado del ordenador.

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