¿Triste, solitario y final?

Pues la criatura empieza mal el año porque abandona la lectura de La rubia de ojos negros cuando apenas le faltaban unas cien páginas para terminarla. Ya se lo habían advertido amigas y amigos de los que se fía bastante por coincidir en los gustos, pero eso no evitó que se enfrentara a una novela con la esperanza de recuperar la influencia de Raymond Chandler y agradecerle de paso los buenos ratos que pasó junto a Philip Marlowe mientras tomaban juntos y en cualquier bareto de Los Ángeles un gimlet tras otro.

Pero , de . La criatura no pudo terminar La rubia de ojos negros. Hacemos constar en el informe, no obstante, que entusiasmo y ganas no le faltaron pero…

 ¿Pero qué?

La criatura va por ahí diciéndole a quien quiera escucharlo que no le convenció leer cómo Benjamin Black (John Banville) intentó recrear el universo de novelas como El largo adiós o La hermana pequeña. Y que la lectura de este libro le ha resultado forzada aunque admite –mientras se enciende un cigarrillo con el dedo gordo revuelto de llamas– que si bien el estilo empleado por Black/Banville es una copia excelente, la novela en sí no supo  despertar a su dormido instinto chandleariano.

Que no encuentra eco ni la peculiar sensación que lo atrapaba cuando leía al autor original. Aquello de triste, solitario y final.

Anotamos que esperamos que se le pase la depresión. El año apenas acaba de iniciarse, así  que debe de estar agradecido por otras cosas, como la de haber tomado la decisión de no ver la última de Tim Burton y ahorrarse el dinero que le damos cuando lo sacamos de paseo.

Pero algo le pasa… Probablemente sea el frío que ha tomado por asalto la capital de provincias en la que vive porque la criatura detesta el frío. O quizá se trate de que apenas pueda dar sus zancadas habituales en una ciudad cuyas calles y plazas están repletas de peatones que compran los regalos de última hora porque un día de estos vienen los Reyes Magos del Oriente.

No llueve, afortunadamente.

Pero hace frío.

Pero a pesar de que hace frío, la criatura asiste a la presentación de Noches sin sexo junto a su autora, Yanet Acosta, y Ariadna Acosta, que ilustra con notables dibujos un libro que le desconcierta y en el que se reúnen más de cuarenta relatos breves y microrrelatos.

Hay queso y vino, que con queso y vino se hizo la Reconquista, cuando finaliza la presentación en la Librería de Mujeres, un espacio que se ha convertido en un oasis en una ciudad que, como ya dijimos en otra ocasión, se resiste a envejecer con dignidad. 

Más tarde, la criatura camina por las calles de aceras estrechas y se tropieza con hombres y mujeres que transportan paquetes cuando se detiene en un paso de peatones –lo que nos alarma al principio– y mira al cielo antes de seguir su camino.

¿Por qué se ha detenido?, nos preguntamos.

De momento, observamos a una criatura que no está nerviosa y que responde a un tratamiento que no va descaminado pero sí nos preocupa que todavía pronuncie Maaat Meeen mientras callejea sin sospechar que lo seguimos muy de cerca.

Y hace frío.

La criatura no deja de saludar a conocidos a los que no veía desde hace años y se suceden abrazos y las habituales palabras que se cruzan dos personas que no tienen nada mejor que decirse. Una de las que más se repite es “a ver si nos vemos”, un a ver si nos vemos al que responde la criatura con un: “Maaat Meeen.”

Muere la tarde y se despierta la noche, momento en el que la criatura se retira lentamente a sus aposentos en los que se apagan las luces y se enciende la del televisor.

¿Qué estará viendo?, nos preguntamos.

- Maaat Meeen.- responde la criatura.

Saludos, madre mía, qué viruje, desde este lado del ordenador.

One Response to “¿Triste, solitario y final?”

  1. Iván Cabrera Cartaya Says:

    Demasiado frío para el body y a ver si podemos echarle un vistazo a “Noches sin sexo” y dejamos aparcado a Banville. Saludos desde este lado de la tundra.

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