‘Nagasaki’, una novela de Antonio Lorenzo Gómez Charlín

“Yo sabía que para Valentina los momentos que pasaba conmigo carecían de importancia, pero para mí eran importantes, únicos e irrepetibles, al fin y al cabo me estaba muriendo, cada día era un paso más hacia el abismo. Al llegar a casa apuntaba a grueso modo todo lo que habíamos hecho, los lugares donde habíamos estado, no quería que se perdieran en los confines de la memoria.”

(Nagasaki, Antonio Lorenzo Gómez Charlín, Letras de autor)

Las novelas de Antonio Lorenzo Gómez Charlín no dejan indiferente a nadie. Es decir, que se le aprecia o se le detesta, no caben los términos medios. Y quien escribe estas líneas pertenece al primer grupo. Entiéndase entonces que soy un lector al que le gusta reencontrarse con su obra, más si tenemos en cuenta que su último libro, Nagasaki, se lo dedica, entre otros y muy generosamente, a quien firma estas letras.

Se equivocan los que critican a Charlín de que no escribe novelas porque Charlín sí que escribe novelas. Sus novelas. Y en esta ocasión ofrece dos por el precio de una. Nagasaki engloba así su peculiar vía crucis radioactivo con los títulos de Hiroshima y… Nagasaki.

Se tratan de dos relatos que comienzan de una manera y que terminan resultando otra cosa.  Nagasaki, en concreto, y más allá del interesante desdoblamiento de personalidad que propone con Hiroshima, crece cuando su autor se quita la máscara y apuesta por contarnos su vida. Una vida salpicada de lecturas y amores turbios y mercenarios. Temas, de hecho, que componen  el sustrato a través del cual gira su peculiar universo literario. Un universo que cuenta con sus propias señas identidad y que no está impostado. Una literatura pues próxima al realismo sucio y que en manos de Gómez Charlín recuerda a veces al crudo y poético vitalismo callejero de Charles Bukowski.

Y ese aroma es el que respira Nagasaki, una novela que sube peldaños cuando sabe a memoria. Una memoria en la que se mezcla el bronco escritor que lleva dentro y el desarmante corazón roto que lleva, sospecho, también dentro. Gómez Charlín juega con estos elementos –y a veces muy bien y otras no tanto– para moldear  caprichosamente realidad y ficción.

Si me engancha leer Nagasaki, como sucedió con otros títulos de su autor, es que Gómez Charlín obliga a que sea usted cómplice de su mundo. A que participe con él en lo que no es sino una búsqueda desesperada por conseguir amor. Amor con sus mujeres mercenarias y amor al proceso de creación literaria.

Una aventura existencial que parece estar condenada al fracaso, sobre todo en sus relaciones con las mujeres, pero en la que insiste porque lo importante es amar. Sea al precio que sea.

Encuentro así que entre lo mejor de Nagasaki está el drama que plantea su histérico peregrinar –desdoblado en dos novelas que al fin y al cabo es una sola y devastadora novela– para dejar de estar solo y la forma en cómo narra esa travesía por el desierto con sobresaliente e insólita ironía.

Desviste de atolondrado melodrama algunas de las situaciones de hondo calado sentimental que describe, lo que provoca que asome la sonrisa ante las situaciones más atrevidas y desoladoras que presenta. Claro que como dejó escrito Boris Vian, la risa ayuda a que seamos capaces de tomarnos las cosas en serio. Y Nagasaki es una novela seria, muy seria, pero narrada con una mirada que, a nuestro juicio, parece desconcertantemente burlona.

La historia o mejor las dos historias que se relatan en Nagasaki son así fundidos encadenados que dan paso a otras escenas que terminan inevitablemente fundiéndose en otras hasta llegar a su final.

Un final inevitable y que no desprende sorpresa pero sí un asombro por lo poético de su composición. Parte de la acción transcurre, además, en Los Cristianos, sur de Tenerife, en los días de un año…

Tras la lectura del libro quedan atrás una serie de situaciones que mejor no ordenar en la cabeza sino disfrutarlas como fragmentos que forman parte de un mismo mosaico en el que cada uno de sus elementos tiene su razón de ser. Situaciones clave que son parte de un todo aparentemente caótico en el que late un vitalismo que ya quisieran muchos literatos reconocidos y de los que aún permanecen en la sombra.

Porque si algo define la literatura de Gómez Charlín es que resulta aplastantemente sincera. Incluso en su ficción, en la que encuentro un poso de verdad en el que agradezco que no pretenda darme absurdas lecciones morales.

Nagasaki, como otros libros de Antonio Lorenzo Gómez Charlín, es una pieza improvisada como lo son todas las huidas hacia adelante. Y una novela que puede ser entendida como dos novelas en la que bulle una aguda y en ocasiones intensa reflexión sobre la vida, el amor y el proceso de creación literaria.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “‘Nagasaki’, una novela de Antonio Lorenzo Gómez Charlín”

  1. Mai Says:

    Siempre estuve convencida que una crítica sobre un autor debe ser sobre la obra y no sobre la persona.En este caso, ojalá sólo fuera la primera.Algunos me tacharán de persona envidiosa etc.No me importa. Ojalá Toño (cómo todos lo conocemos en el pueblo) fuese realmente un escritor. Porque para mi un escritor es alguien que no solamente escribe cosas magníficas si no que sobretodo tiene imaginación y lo principal que todo artista debe tener es humildad. Cualidades que no tiene Toño. No hay algo tan lamentable que un artista no tenga imaginación. Sus obras siempre se basan en su mundo, en su relación con las prostitutas, su amor por Japón,y un largo etcétera llamado : Toño. Cuándo lo conoci por medio de un amigo mutuo, le pedi que me firmase “Las bellezas de Kyoto ” en un caluroso Agosto de 2009.Rápidamente vi que era un hombre bastante culto y agradable. Pero a medida que leía sus obras sólo encontré dos cosas buenas : tiene mucha cultura ala hora de escribir y usar palabras, y presume de los autores que leyó. En cada obra siempre existe lo mismo.Todo se relaciona con su vida. Y eso es algo que no me tiene que creer nadie, ustedes lo podéis comprobar en cada obra.No es nada malo presumír de que leíste éste autor o aquel otro.Se convierte en malo cuándo lo hacemos frecuentemente porque es un signo de egotismo, carencia de humildad. Y que decir de la imaginación???? Sin imaginación sólo queda la mediocredad.Que se puede esperar de alguien que es incapaz de aceptar las críticas y que sólo habla de si mismo cómo si estuviese en una burbuja?? Hacer una crítica sobre una obra no significa conocer al autor.El autor de ésta “obra ” es incapaz de salir de un círculo vicioso.Si no escribe de el, escribe de su relación con las prostitutas (por ejemplo la mujer de la foto).Si no se basa en ello, se basa en su amor por Japón, o inundando sus páginas presumiendo de todo lo que leyó y a quién leyó. Creo que ni tanto ni tampoco. Humildad Toño, humildad.Ojalá algún dia este hombre considerado escritor, sea capaz de escribir algo sin basarse en su vida, que sea un escritor humilde, y capaz de aceptar críticas.Hay algo que Toño jamás tendrá y es el talento. Aveces nos dejamos deslumbrar por un torrente de palabras cultas, con sentimiento, y unas historias enrevesadas.Pero cuándo una persona se percata de que lo que leiste en un libro, sale en los siguientes, entonces te encuentras con la mediocridad en persona. Y lo peor es el egotismo que cualquier analista o psicólogo puede observar que se encuentra en el autor.Un autor que habla sobre lo que le rodea, y no una sino en todos sus libros. Eso define a un escritor mediocre y sin mas luces que las del burdel que visita, y sin miras a nuevas historias.Porque un escritor de verdad nos sorprende, nos entusiasma, o nos deja indiferente.Pero que hable de si mismo constantemente es lo mas patético. Y como escritor no evoluciona. Involuciona.

  2. admin Says:

    Un escritor, como un pintor, un cineasta, un músico, un escultor, un abogado, un policía, un delincuente, un parado, un taxista y un fontanero, entre otros, hace que vive. Que lo cuente es otra cosa.

Escribe una respuesta