Atentado, una novela de Mariano Gambín

“Marta giró sobre sí misma. Buscando algún tipo de resplandor. No se veía nada en absoluto. Hizo memoria del lugar donde se encontraba la salida. Con lentitud dio pasos pequeños con los brazos extendidos tratando de llegar al la pared. Desde allí sería capaz de encontrar la puerta y seguir por los pasillos.

Entonces oyó varios golpes. Sonaban lejanos y apagados, como detrás de los muros de la estancia. Fueron cuatro sonidos seguidos y luego una pausa. Parecía como si alguien aporreara un muro con una maza o martillo grueso. Se detuvo a escuchar. Los impactos se repitieron, y en esta ocasión fueron seis. Le pareció que sonaron más próximos.”

(Atentado, Mariano Gambín. Oristán y Gociano S. L., 2015)

La irrupción de Mariano Gambín en la república de las letras con Ira Dei dio que hablar cuando muchos de los que no se habían acercado a la literatura que se escribe en las islas admitían que habían leído y disfrutado con este libro.

Ira Dei continuó con El círculo platónico y La casa Lercaro, novelas en las que se redescubría una ciudad en la que se mezcla lo viejo y lo nuevo como La Laguna, y títulos que reforzaron a Gambín como autor de eficaces y entretenidos thriller y a un escritor que además de escribir sabe vender –y muy bien– lo que escribe.

Con estas tres primeras novelas, Mariano Gambín dio verosimilitud a La Laguna como espacio literario de misterio y acción a través de unas novelas sin pretensiones intelectuales ya que el autor tuvo, desde el principio, la idea luminosa de que sus lectores se lo pasasen bien, que se distrajeran de su realidad inmediata con estas aventuras internacionales que confluían en una ciudad que hoy es Patrimonio de la Humanidad y que están protagonizadas por el mismo quinteto:

Luis Ariosto, un bon vivant.

Olegario, alias Sebastián, chofer y guardaespaldas de Ariosto.

Marta, una entusiasta arqueóloga.

El inspector Antonio Galán, un atractivo policía.

Y Sandra Clavijo, una periodista que casi siempre está en el lugar más inoportuno.

Personajes que en las siguientes novelas, El viento del diablo y Colisión, comenzaron a ausentarse o aparecer esporádicamente al estar protagonizadas por solo uno o dos de ellos.

Atentado, la nueva aventura que firma Mariano Gambín, los vuelve a reunir en una intriga que resuelve una venganza que tiene su origen  en los años cincuenta en Santa Cruz de Tenerife, capital de una provincia que ya adquiría cierta sustancia en Colisión aunque en Atentado monopoliza el paisaje urbano y, concretamente, el de una de sus calles: la de San Lucas, estrecha vía que cuenta con una caótica estética y en la que destaca el antiguo, y hoy ruinoso, templo masónico y casi enfrente una casa igual de abandonada pero con inquietante y fascinante fachada que el autor denomina como “la del miedo”.

Curiosamente, estos dos edificios son obra de un mismo hombre, Manuel de Cámara y Cruz, arquitecto, pero solo es un apunte ya que Cámara y Cruz no forma parte del elenco de actores principales y secundarios que se diseminan por una novela que cuenta con muchas claves santacruceras aunque éste no es el objetivo de un libro que hay que leerse en clave de entretenimiento pese a que, en esta ocasión, brinde una trama algo más compleja que los anteriores al arañar, pero solo arañar, el pasado que como plaza militar caracteriza la historia de Santa Cruz de Tenerife.

Por esta ciudad aplatanada, como diría Miguel de Unamuno, se ubica además de los personajes conocidos, dos asesinos a sueldo y el insólito descubrimiento de un pasadizo subterráneo que pasa por la calle de San Lucas y en el que se descubren dos cadáveres y símbolos de carácter satánico dibujados en las paredes.

Las claves para resolver el caso hay que buscarlas en el oscuro pasado de la ciudad y en una turbia historia protagonizada por dos generales, un periodista y una mujer atractiva.

Éste quizá sea el relato que más destaca entre los otros relatos que se arman en Atentado. No por estar situado en una época que ha sido tan poco explotada literariamente, sino por el pacto de silencio que parece que apaga toda esperanza de que algún día se fabule sobre ello para entender el carácter de sus habitantes.

Atentado se lee fácil y cuenta con guiños al lector iniciado en las anteriores novelas de Mariano Gambín al hacer referencia a aventuras que ya forman parte del pasado de los protagonistas. También respira saludable ironía y revela –solo un poquito– cómo es la vida privada de los personajes con distanciado respeto, casi como si el escritor no quisiera molestarlos en la intimidad.

Mariano Gambín solo se desprende de este pudor cuando los muestra trabajando y en movimiento. Sin embargo, y como ciclo narrativo, sus protagonistas demandan más entidad y en esta novela parece que la revuelta ya está en marcha lo que hace sospechar una evolución en próximas novelas que podría resultar muy atractiva por humana a sus lectores.

A la espera de la nueva novela de Gambín, y por lo que se sabe se desarrollará durante los carnavales de Río de Janeiro, Atentado es un thriller que inyecta algo de emoción a vivir, aunque sea literariamente hablando, en una capital de provincias que va a resultar que no es tan aplatanada como opinaba Unamuno.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

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