Del pasado hay que hacer añicos

Ni convence verla en el último cine que le queda a Canarias, cine que por cercanía y por traerle recuerdos y por ser un cine como Dios manda no basta para que le perdone la cantidad de basura millonaria que digiere cuando osa entrar en el santuario, sentarse en la parte de abajo (porque este es un cine con su parte alta y su parte baja, como aquel custodio mitad monje y mitad soldado que cantara un José Antonio Primo de Rivera jarto de manzanilla y güisqui en sus comentadas y etílicas tertulias de La Ballena Alegre) ya que es donde puede estirar cómodamente las piernas porque si puede, siempre se coloca en la fila de en medio y, antes de que comience el Apocalipsis, porque de esto presuntamente va no sabe ya que entrega de los X-Men, X-Men que en sus tiempos conocía como La patrulla X, animarse a ir al baño antes de que comience el presunto espectáculo.

Atraviesa una espesa cortina roja y da un ligero empujón a las puertas de batientes y tras miccionar, se lava las manos echando de menos la clásica (por clásica ya ausente) jabonera redonda que tanta gracia hacía. Hoy ya no, el cine tras la reforma ha sustituido aquella jabonera por otra moderna. De esas que cuando presionas derrama entre tus dedos apenas unas lentejitas de cremoso jabón que huele como todos los jabones que te encuentras en baños públicos: a hospital.

Regresa a su asiento, sumido en una soledad que interrumpe otro espectador que se sienta cuatro filas detrás de la suya. Y empieza el horror. Y el horror tiene un nombre: X-Men.

Egipto, un mutante que dicen que fue el original, batalla… Salto en el tiempos, el profesor Xavier con pelo porque transcurre en los años ochenta, cuando éramos jóvenes pero igual de infelices.

Los X-Men por esos poderes que los convierte en semidioses, que por ahí va uno de los penosos discursos de esta película que dirige Bryan Singer, un cineasta que no es santo de su devoción aunque tuviera su cosa Sospechosos habituales, pese a su rocambolesca historia (el fin justifica la sorpresa, la sorprende aunque sea imposible de creer pero por eso, diablos, se trata de una sorpresa) y Valkyrie, en la que cuenta con ritmo cinematográfico la intentona de un grupo de militares y civiles alemanes para atentar contra Adolf Hitler…

Dicho esto, y tras caer en las garras de ese poderoso caballero que es don dinero, el cine de Singer, por decirlo de alguna manera, ha terminado especializándose en los súper héroes. De hecho, las dos primeras entregas de los X-Men resultaron películas si no redondas sí que resultonas y encima con un mensaje reivindicador en el que el grupo de mutantes, al ser contemplado como una amenaza por los humanos, se dividía en dos grandes partidos: el que lideraba el doctor Xavier, a favor de permanecer ocultos en el armario,;y el que dirigía Magneto, que promulgaba justo lo contrario, salir de él y mostrar al mundo que, como especie, habían resultado ser más evolucionados que quien ahora les escribe…

Tras los X-Men, Bryan Singer rodó un olvidable retorno de Superman (claro que a estas  alturas ¿alguien puede olvidar el ya clásico Superman de Richard Donner?), se refugió en los cuentos infantiles para su desconcertante Jack the Giant Slayer y regresó para presentar esa tortura que fue X-Men: días del futuro pasado, precedente de este Apocalipsis que llega a las salas y que le hace salir del cine con unas enormes ganas de arrasar con los puñeteros mutantes. ¡Quçe se vayan a tomar por culo, coño, carajo! porque si ayer el mensaje invitaba a una irónica reflexión sobre la identidad sexual hoy es simple y llanamente el de que estos chicos y chicas son semidioses. Y que ya no luchan unos y otros para proteger o aplastar a la humanidad, aunque ambos coincidan en que son algo así como insectos, sino contra un mutante primigenio que se hace llamar el muy golfo Sabah Nur y que se acompaña de cuatro guardaespaldas, dos de cada sexo (no sabe ) y uno el mismísimo y confuso Magneto, para que se nos revele (ohhhhh) que estos cuatro jinetes pudieron inspirar (tela marinera) a los del Apocalipsis de San Juan.

La película, ya de por sí chiflada, podría haber resultado otra cosa si se tomara a broma (es lo que hizo Donner y más tarde Richard Lester con Superman, también el primer Batman de Tim Burton) pero no, se toma tan en serio como Batman v Superman. El amanecer de la justicia (Zack Snyder) y Capitán America: Civil War (Joe Russo y Anthony Russo), aunque la Marvel que hoy forma parte del imperio Disney sí que suele aderezar con algo más de humor sus extravagancias súper heroicas.

Es X-Men: Apocalipsis una película birriosa como dice su santa madre, que tiene ojo clínico para esto y otras cosas más. Y aburrida. Si te coge con ganas y quieres justificar el pastón invertido en la entrada para contemplar esta basura puedes incluso pensar con cierto agrado que el filme contiene un espíritu nihilista que lleva a Sabah Nur a hacer añicos con el pasado de la humanidad. Así que primero destruye el campo de concentración de Auschwitz (¡!), que  como todo el mundo sabe en la actualidad está intacto como monumento para no olvidar la barbarie nazi, y ciudades como Sidney, Nueva York, París…

Un dislate, vamos. Imágenes dantescas que muestran la aniquilación de estas grandes ciudades sin que veamos en ningún momento la muerte terrible de sus habitantes. Casi como si no viviera nadie en ellas, como los fantasmas que todavía habitan ese Auschwitz vacío que tritura Sabah Nur gracias a los efectos especiales.

Y sí, aparece Lobezno, en plan aparición estelar, pero se va a la francesa quizá porque olfateó en el aire el disparate en el que le estaban animando a entrar. Sobre esto reflexiona, pero rápidamente y de pasada no vaya a ser cosa de que el espectador piense, cuatro mutantes cuando salen de ver El retorno del Jedi. Uno de ellos un mutante, mutante, uno que no tuvo que salir del armario porque nada más nacer nació así: azul. Lo llaman el rondador nocturno y lo gracioso, como pasaba en la serie de televisión Batman (otra que supo reírse de sí misma, y de qué manera) ningún humano sin don revelado se espanta, o lo señala mientras los chavales continúan divagando sobre segundas y terceras partes…

Así que… ¿pero esto qué es?

Lo peor de todo, y lo pensaba cuando salía a escape del cine sin esperar a que finalizaran los títulos de crédito por si regalaban alguna escena para los fieles, es que como un penitente volverá al cine cuando estrenen otra de héroes que ahora se creen semidioses… aunque ya quisieran tener la misma altura de Zeus, Atenea, Apolo, Hera, Afrodita, Poseidón, Ares y sus fabulosos campeones Aquiles, Ajax, Ulises… Y todo porque estos personajes de colorines, tebeos, chistes, cómic formaron parte de su niñez, adolescencia y primera juventud…

… Aunque ahora no se atreve a abrir sus amarillentas páginas y no por temor a que el papel se deshaga de entre sus dedos sino por miedo a que no pueda recuperar, ni como chispazo, un tiempo en el que probablemente fue más tolete pero por eso mismo feliz.

Saludos, vade retro, Satanás, desde este lado del ordenador.

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