El regreso de ‘Bernie’ Gunther

Philip Kerr es un escritor con oficio cuando el oficio de escribir se interpreta al servicio del entretenimiento. Jugó con la filosofía en Una investigación filosófica y con el relato de aventuras en Esaú y el thriller político en A tiro, entre otros títulos, aunque se ha hecho conocido con la serie de novelas, diez hasta la fecha publicadas en español, que dedica a Bernhard Bernie Ghunter, un policía berlinés que mal sobrevive en la Alemania nazi sin perder su irónico sentido del humor ni la vocación de caballero sin espadas que cultivó Raymond Chandler en su retrato del detective privado Philip Marlowe.

La dama de Zagreb, la última entrega de momento de Ghunter, nos presenta a su protagonista más cínico que en otros títulos de la serie. El horror de la guerra, y el horror ante lo que sabe que están haciendo sus compatriotas, conduce ahora a Gunther a otro infierno: el desatado en una Yugoslavia dividida en la que se están produciendo ejecuciones masivas de serbios a manos de croatas, estos últimos aliados de los nazis.

Pero Philip Kerr da un paso más, porque además de su feroz retrato de los Balcanes denuncia en La dama de Zagreb cómo actuó y se enriquecieron algunos en la neutral Suiza y los planes de invasión que el ejército alemán diseñó para hacer olvidar a su pueblo las derrotas que ya comenzaban a agotar sus músculos en el frente oriental.

Al margen de la fotografía en blanco y negro de esa época, 1943, justo cuando comienza a inclinarse el platillo de la balanza nazi hacia el fracaso final, La dama de Zagreb también cuenta una historia de amor, la que mantiene Gunther con una atractiva actriz de cine de origen yugoeslavo al que el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, le ha echado el ojo.

La trama se complica con otras historias, aunque el fondo, lo que pesa, lo que marca el ritmo de la novela, es cómo Bernie Gunther suma una cicatriz más a su cuerpo y a su alma ya que, como en otras entregas, termina apaleado y manipulado por fuerzas que están muy por encima de él.

Como en otros relatos ambientados en aquellos años de horror, el más que héroe, antihéroe de Gunther se pregunta de qué sirve investigar crímenes individuales cuando su país en nombre de una idea ejecuta a millones de seres humanos e invade media Europa para formar la gran Alemania.

La dama de Zagreb, como otras novelas que Kerr dedica a Bernie Gunther, están bien documentadas y transmiten rechazo a un régimen que, como el nazi, hizo del crimen su ley. .

Lo que produce escalofríos, más cuando observamos que ya adentrados en el siglo XXI, suben escandalosamente y por las urnas movimientos de este signo ideológico en una Europa confusa y dividida entre norte y sur y que ha encontrado en los inmigrantes sus cabezas de turco para seducir a una ciudadanía que pierde cada día lo que tanta sangre, sudor y lágrimas alcanzó en el pasado: pensar por sí misma.

Saludos, nunca más, desde este lado del ordenador.

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