“Somos francotiradores culturales”

Esta no es la historia de un milagro pero casi porque celebrar 25 años como editorial, y como editorial canaria, si no es milagro se le acerca bastante. Baile del sol nació primero como una asociación cultural que articulaba su voz a través de fanzines y más tarde, mucho más tarde, como una pequeña editorial independiente que bajo la orientación de Ángeles Báez y Tito Expósito navega aún en el complejo océano de la edición en España porque los del baile y a los que les gusta este baile, se marcaron desde los inicios saltar ese mismo océano con el objetivo de hacer llegar sus libros también al territorio peninsular. Sobre estos 25 años de singladura editora y editorial conversamos con Tito Expósito.

- ¿Qué balance hacen de la trayectoria y evolución como editorial de Baile del sol?

“Después de 25 años, podemos decir que no hemos llegado a la cima a la que nos habíamos propuesto pero tampoco nos hemos visto devorados por la espiral meliflua que supone trabajar en la cultura en este país y sobre todo, haciéndolo desde la periferia. Hemos editado casi todo lo que hemos querido y más. Nos hemos batido con bastante éxito en el campo de la poesía, sobre todo en la llamada de la conciencia crítica y quizás sea en este territorio donde se nos conozca más. Hemos editado a mucha gente nueva, y también se han ido acercando autores con cierto prestigio. Nos hemos atrevido a dar saltos a la literatura del este de Europa y a la del continente africano e incluso, hemos hecho pinitos con la literatura francesa y anglófona. Nos han faltado algunos títulos que despuntasen con holgura –sobre todo en narrativa- para haber podido despegar por completo y no habernos quedado siempre a un paso de asentarnos totalmente en el mercado editorial hispano. Si bien es verdad que con la edición de Stoner logramos expandirnos en cuanto a la distribución estatal, siempre hemos estado bregando para que nuestros libros abarquen una red de librerías mucho mayor. Otro problema que hemos tenido en estos años es el de llegar a los medios de comunicación especializados, un verdadero coto donde el peaje a pagar no es siempre asumible para una editorial de nuestra envergadura. Por otra parte, siempre hemos intentado hacer cosas paralelas a la edición de libros, tanto de forma individual como con otras empresas o colectivos, ahí estuvieron las campañas de fomento a la lectura como Lee a tu gente, la promoción de autores insulares fuera de nuestras fronteras como fue Acercando orillas (estuvimos dando pata por España, Croacia, Eslovenia, México y Portugal), el Encuentro de Editores en Canarias o el Salón Internacional del Libro Africano. A estas alturas, con más de 800 títulos editados, podemos decir que hemos sido una editorial coherente con nuestra forma de ver el mundo y con un tipo de literatura global, comprometida y liberadora.”

- ¿Cómo nace la editorial, y cuál fue el primer título?

“La editorial nace tras varios años como fanzine y revista bajo el mismo nombre, bajo el auspicio de un colectivo cultural que surge como una forma de vertebrar lo que cocíamos una jarca de pibes y pibas inquietos culturalmente. En esta primera etapa nos movíamos entre la música y la literatura. Formaban parte de este colectivo mi hermana Carmen, los hermanos Croissier, los dos Orlando (Negrín y el fallecido Cova) y también Ángela Ramos. Después estuvimos un tiempo unidos a la gente de La Calle de la Costa, más implicados con la literatura y con la edición. Una etapa donde frecuentábamos bastante la librería El Escribidor que regentaban Maruchi y Antonio Vizcaya. A partir de ahí, después de ver cómo iba muriendo la receptibilidad por este tipo de publicaciones alternativas, lo rápido que caducaba la publicación tras muchos meses de esfuerzo, decidimos buscar otras vías para hacer visibles nuestras inquietudes culturales y optamos por la edición. Los dos primeros títulos que salieron juntos fueron: una novela corta de Juana Santana titulada El grillo rojo, y el segundo, una recopilación de poemas, Cantos del Sahel, escrito por niños de Níger  que estudiaban castellano en su país. Empezamos a ver la posibilidad de edición de estos título a principios de 1992 y se hizo realidad en el último trimestre del año. Un parto largo por la inexperiencia del salto que estábamos dando. A parir de esas fechas la editorial siguió cambiando de actores y fisionomía. Es durante el año 1997 cuando se incorpora Ángeles Alonso y en 2001 damos el salto a la profesionalización de la editorial. Abandonamos el amparo del colectivo cultural y nos convertimos en una sociedad limitada. En esta aventura nos acompañan en un primer momento, Nieves Morera y Conchy Franchy. También en esta época nos ayudó mucho Carlitos el Pana. El batacazo nos lo damos a finales del 2003. Quisimos montar una editorial de película en un territorio poco propicio. Durante el 2004 casi desaparecemos y  no es hasta avanzado el 2005 que empezamos nuevamente a asomar la cabeza, otra ves Ángeles y yo, pero ya sin oficina ni almacén y moviéndonos desde nuestros respectivos domicilios. Un par de años más tarde volvemos a tener oficina bajo el amparo de la empresa Mirmidón en Santa Cruz. Primero Nuria y luego Noemí, tomaron las riendas de la parte administrativa, pero sobre todo de comunicación, y parecía que la editorial volvía a remontar. También desde las instituciones se fomentó la asistencia a ferias y pudimos asistir por primera vez a Frankfurt o Guadalajara y poner chiringuito en la Feria del Libro de Madrid junto con otra editorial de isleños, Escalera. Incluso llegamos a tener durante casi un año a una persona que se encargaba de la comunicación desde Madrid, María José. Esto se corta casi radicalmente con la llegada de la crisis. Volvemos a quedarnos sin oficina, almacén y personal pero ganamos una deuda del tamaño de un rascacielos. Tuvimos que retomar el asalto a las trincheras y volver a trabajar desde nuestros domicilios, francotiradores culturales. Pero afortunadamente un golpe de suerte nos llegó a finales del 2010, y se materializó durante el 2011. La edición de Stoner hizo que en un año tomáramos el impulso necesario para volver a flote y mantener nuestro ritmo de edición, el fortalecimiento de la distribución y la consecución de nuevos puntos de venta. Desde entonces andamos entre nubes y claros. Con la incorporación de Inma Luna llevando la comunicación de la editorial, hemos reforzado y expandido nuestra presencia en las redes sociales.”

- ¿Cuáles han sido los títulos más vendidos de la editorial, y por qué?

En un principio tuvimos bastantes ventas con los libros de historia relacionados con las islas, temas tabú hasta entonces: el nacionalismo más radical, el africanismo o los temas relacionados con la Guerra Civil. Después vinieron muchos años donde despuntaba algún título de poesía, primero local y poco a poco de poetas españoles y de otras latitudes. Pero si duda, el bestseller de la editorial ha sido Stoner, de John Williams y sus más de 50 mil ejemplares vendidos en estos últimos 6 años. También en nuestra apuesta para estas navidades, nos hemos salido de lo estrictamente literario, y nos hemos lanzado a un libro de cocina, entre biografía y recetario de unos de los ganadores del programa televisivo Masterchef, Cocinando la calle con Carlos Maldonado. Solo lleva una semana en la calle y de momento estamos muy contentos con los resultados que está consiguiendo.”

- ¿Podría hacer un diagnóstico de la situación editorial en Canarias?

“Si te digo la verdad, la desconozco. Siempre me he dedicado más a la parte editorial que a las relaciones institucionales. Hubo un tiempo en que funcionó una asociación de editores de la que formamos parte, incluso llegaron a existir dos paralelamente. Pero yo me canso pronto de las disputas de ombligo, sé que lo que importa y lo que nos lleva a algún lado es el curre y no discusiones retóricas que nunca han llevado a nada, solo a envidias y a peleas de perro. Creo que se perdieron verdaderas oportunidades de que el sector editorial se asentara en las islas, pero ni las políticas institucionales ni los propios editores tuvieron la voluntad necesaria para que esto saliera adelante. Durante estos años he visto pasar unos cuantos gobiernos y después de muchas reuniones de cara a la galería, muy pocos tuvieron un interés real –algunos hubo que se mojaron más arriba de las rodillas- por sacar la cultura de la cloaca a la que casi siempre conducen políticos que ni saben ni muestran el interés necesario por ella.”

- ¿Cuentan con apoyos del gobierno, cabildos, ayuntamientos?

“Hemos tenido apoyos, y hubo un tiempo en que se intentaron hacer cosas, primero fueron ayuntamientos y gobierno los que cerraron las ayudas. El último fue el cabildo tras su interés por digitalizar obra, pero ya este año hemos visto como languidecía cualquier atisbo de que esto continuase por mucho que prometiesen. Cuando la promesa se dilata tanto llega a esfumarse. Ya ni siquiera compran algunas decenas de ejemplares para las bibliotecas como cuando lo hacían para lavar conciencias y tapar bocas. A estas alturas, solo faltaría que nos pidieran ejemplares de regalo para abastecerlas. Pero también hay que dejar claro que las ayudas institucionales deberían darse para fortalecer el sector y crear las infraestructuras necesarias para ello. El parcheo y la mendicidad no sirven para nada, solo para llenar los bolsillos de algunos.”

- ¿Se lee en Canarias? Y si se lee, ¿qué se lee en Canarias?

“Supongo que se leerá como en todas partes. Lo único que te puedo decir es que es la comunidad donde nosotros facturamos menos. También me imagino que como en todas partes, habrá público para todos los gustos. Como lector del terruño, cuando me acerco a las librerías sé que tipo de literatura voy buscando, con lo cual me dirijo a unas librerías determinadas donde sé que voy a encontrar lo que me gusta. El público que veo por allí creo que también va con ese objetivo.”

- ¿Cuáles son los libros de los que se sienten más satisfechos de haber editado pero que, sin embargo, tuvieron una carrera irregular en ventas?

“Por encima de todos, la colección del poeta salvadoreño Roque Dalton. Fueron muchos años detrás de los derechos y luego un trabajo duro de digitalización y corrección para editar esos diez títulos que la componen. Y sin embargo, todavía siguen siendo un desconocido en esta orilla.”

- Baile del sol es de las pocas editoriales de las islas que se ha preocupado por llegar al  mercado peninsular.

“El proceso ha sido lento y laborioso. El primer obstáculo con el que nos encontrábamos era nuestro catálogo, se nos echaba en cara la composición casi exclusivamente regionalista del mismo. Con la internacionalización de autores, la entrada a las distribuidoras fue más fácil, aunque solo se interesaban por nosotros las de tercera división y tuvimos que hacer muchos cambios al principio acompañados también de muchos palos como la pérdida de depósitos y los impagos. En la actualidad tenemos una red estable de distribuidoras, y cuando alguna cierra, pasamos directamente a buscar puntos de venta estratégicos en las ciudades más importantes de la zona donde puedan tener cabida nuestros libros. Es importante tener un punto de apoyo sobre todo en Madrid o Barcelona si quieres abarcar el mercado peninsular. Solo desde aquí con los costes de transporte de mercancías y personas es un disparate. Las redes sociales también ayudan en la promoción, pero desgraciadamente si el libro no es digital, la distancia geográfica es un claro impedimento. La situación mejoraría quitando las trabas arancelarias y aduaneras tanto de ida como de vuelta –solo las administrativas crean tal caos con el papeleo que uno termina por desistir-. Al igual que el transporte de pasajeros está subvencionado creo que también debería estarlo el de ciertos tipos de mercancías, sobre todo de productos básicos y culturales.”

Y en eso llegó Stoner

El mayor éxito de Baile del Sol hasta la fecha tiene nombre: Stoner, del escritor norteamericano John Williams, una novela absolutamente desconocida en España hasta que se publicó en la editorial canaria y que lleva vendidos unos 50.000 ejemplares, así como el elogio de numerosos lectores y críticos, entre los que se encuentra un revelador y entusiasta artículo que Enrique Vila-Matas publicó en el suplemento cultural de de un diario de tirada nacional. Tito Expósito comenta que llegó a Stoner cuando leyó en una entrevista a la escritora Ana Gavalda sobre un libro que la había emocionado. “Yo me dije entonces que si a esta mujer le gustaba y a mi me gustaba tanto lo que ella escribía, pues también me iba a gustar Stoner, así que investigué y tras contactar con la agencia que llevaba los derechos en Estados Unidos, pude conseguirlos para el castellano a un precio accesible”, recuerda el editor. La versión en español de Stoner se puso en circulación en diciembre de 2010, “adelantándonos incluso a la edición francesa que saldría seis meses después”, y el éxito si bien no fue inmediato, aumentó a medida que la novela calaba entre los iniciados. Stoner fue escrita en 1965 por un escritor casi desconocido, John Williams, y había pasado sin pena ni gloria por las librerías americanas hasta su reedición en 2005 por New York Review Books Classics, año en que la obra empezó a ser considerada en su país. La versión española contaría con el respaldo de críticos y escritores como el ya mencionado Vila-Matas y también Rodrigo Fresán, quienes la consideran como una obra maestra lo que estimuló a que las ventas crecieran y que el libro se haya “mantenido durante seis años como un libro de referencia”.

Saludos, calima, desde este lado del ordenador.

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