El amor está en el aire

En el panorama narrativo actual las novelas de Gerardo Pérez Sánchez aportan un elemento novedoso o apenas tanteado entre sus compañeros de generación.

En sus cuatro títulos publicados hasta la fecha, El peso del tiempo, El amor y otras vías de escape, La sonrisa Duchenne, por la que resultó finalista del Premio Iberoamericano de Verbum 2015 y Las tormentas interiores coinciden las mismas preocupaciones, entre otras cómo nos desarma el amor en historias escritas con cierto tono humorístico (El amor y otras vías de escape y ahora en Las tormentas interiores) y en otras con notable pulso dramático (La sonrisa Duchenne y en cierta manera El peso del tiempo).

Las tormentas interiores, como El amor y otras vías de escape, está narrada a través de cinco voces, la de sus protagonistas: Victoria, Alberto, Ana y Devlin, y la del propio narrador desde una distante tercera persona aunque al final el propio narrador participe en el juego literario y asuma la función de Voz que despide este doblete de aventuras románticas.

Como en otras novelas del autor, se nota la influencia del cine no solo en cuanto a las películas que se citan a lo largo del libro sino también en cómo está escrito el mismo libro. Su estructura es muy cinematográfica, al presentar escenas en las que describe cómo nace y se reproduce el amor entre cuatro desconocidos. Personajes trabajados a los que poco a poco la experiencia de quedar atrapados en un aeropuerto termina por cambiarles la vida.

Un hecho casual en una novela donde todo, aparentemente, sucede producto del azar. O como, por ejemplo, dos hombres y dos mujeres terminan enamorándose por ¿casualidad? cuando un hecho extraordinario hace que coincidan en el mismo sitio y a la misma hora.

En la novela, los protagonistas revelan sus inquietudes a través de monólogos interiores que hacen compartir al lector sus temores pero también sus esperanzas. El amor, parece que quiere decir Gerardo Pérez Sánchez, está en el aire o a la vuelta de la esquina: solo hace falta detenerse (en la novela porque una tormenta ha cerrado los cielos al tráfico aéreo) y descubrir el mundo que lleva dentro el primero por el que sientas algo emocionalmente diferente.

En Las tormentas interiores ese milagro mejor que encuentro se produce. Y ese milagro/encuentro cambia la vida de los personajes. Todos ellos algo neuróticos y con vidas familiares ausentes, que es otra de las constantes de un autor que disemina más o menos semejantes ingredientes en sus anteriores novelas.

Novelas todas ellas en la que se busca y se encuentra el amor. Ese amor que casi nunca es el que uno imagina y por eso desconcierta y a la vez hace vivir.

La novela transcurre en el aeropuerto de Barajas y en Roma y Madrid, entre otros escenarios, y mantiene su clave de comedia romántica a lo largo de todo el relato. Afortunadamente, no cae ni en lo cursi ni en lo meloso, por lo que estas historias se leen con agrado y optimismo.

El tono de la novela mantiene el ritmo y un afilado humor, que no es ironía, que consigue atrapar la atención del lector. Lo que se agradece en unos tiempos donde se cuentan muchas cosas pero en los que apenas se hurga, literariamente, en los sentimientos. Y Gerardo Pérez Sánchez es un escritor que escribe sobre sentimientos.

Los cuida y los mima, su literatura, y se confirma ahora con Las tormentas interiores, se preocupa por recordarnos lo importante que es amar.

Y lo contradictoriamente divertidos que son sus prolegómenos. El juego, a veces sutil, de la seducción.

* El Real Casino de Tenerife acoge este lunes, 22 de mayo, y a las 20.30, la presentación de Las tormentas interiores

Saludos, revertir, desde este lado del ordenador

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