La llamada del deber

La Guerra Civil española sigue siendo un territorio al que una y otra vez recurren escritores de todo pelaje para intentar juzgar desde el rencor, la euforia o más o menos una agradecida objetividad un conflicto que todavía continúa coleando y dividiendo a los ciudadanos de este país.

Este año se han publicado novelas y novela no ficción y ensayos con unas pocas briznas de ficción sobre la contienda, aunque destacan porque sus protagonistas existieron realmente y combatieran a un lado y a otro de las trincheras Banderas en la niebla, de Javier ReverteEl  monarca de las sombras, de Javier Cercas y Recordarán tu nombre, de Lorenzo Silva, tres libros en los que aborda con notable pulso narrativo aquellos hechos, aunque  Cercas y Silva aprovechan la circunstancia para reflexionar además sobre lo que significó la guerra fraticida para sus respectivas familias.

El protagonista de Recordarán tu nombre es el general de brigada José Aranguren Roldán, quien puso a disposición de la Generalitat el instituto armado tras el golpe militar rebelde en Cataluña, y que encabezó el general Manuel Goded. Otro personaje importante en el libro es el general Emilio Mola y también Francisco Franco, que no termina por devorar, afortunadamente, la biografía de José Aranguren, un hombre que en palabras de Lorenzo Silva se concentra todo lo bueno que representa la Guardia Civil  desde su formación en la segunda mitad del siglo XIX.

La Guardia Civil, explica Lorenzo Silva, ha hecho las cosas tan bien que continúa como instituto armado de naturaleza militar desde su origen aunque esa constancia en el deber le ha granjeado sospechas y reproches desde entonces en un país que como España no está acostumbrado a que las cosas se hagan bien.

Para contar esta historia, Lorenzo Silva recurre a un estilo más próximo al periodístico que al histórico y en él da recuento de la vida de un hombre respetuoso con su uniforme y por el que defendió la legalidad, motivo suficiente para que fuera ejecutado por los nacionales al finalizar la Guerra Civil.

Sus antiguos compañeros de armas no le perdonaron que cumpliera con su deber, defender la legalidad del orden constitucional.

En casi quinientas páginas, el escritor retrata a José Aranguren Roldán con mirada distante aunque son muchas las ocasiones en la que se deja llevar por la emoción y la amargura que le produjo el final de un militar que hasta la publicación de este libro era uno más de los millones de actores secundarios que formaron parte de aquel momento de la Historia de España, personas que sin pertenecer a ninguno de los bandos en conflicto, intentaron cumplir con su deber.

Recordarán tu nombre recupera así a esa enorme España que también se batió en los campos de batalla y en la retaguardia defendiendo una República que se transformó en otra cosa y representa a una tercera que hasta hoy ha sido ninguneada por escritores e historiadores partidistas.

El libro de Lorenzo Silva quiere hacer justicia, y en parte la hace, recordando a un militar con un hondo sentido del deber, lo que hace que en este retrato se le disculpe la deriva al sentimentalismo en el que cae en ocasiones pero sin desequilibrar sus  intenciones de acercar, a través del retrato de un hombre, el espíritu de la Guardia Civil a los lectores.

Cuenta Lorenzo Silva que a medida que trabajaba en este libro recordó tuvo muy presente la memoria de su abuelo Manuel, “un hombre que también lo perdió todo, aunque en su caso pudo continuar viviendo por cumplir con su deber”.

Y del deber se habla mucho en este libro. El que lo respetó hasta el final de sus vidas, como sucedió con los militares y funcionarios que se mantuvieron leales al gobierno de la II República en guerra, y los que lo despreciaron con su rebelión o aprovechando las circunstancias para continuar con la revolución.

En ese espacio intermedio, vacío se decía hasta el día de ayer, permanecen ocultos hombres y mujeres cuya memoria comienza a ser reivindicada ahora por autores que, como Lorenzo Silva, confía que con su trabajo se los rescate con la categoría que se merecen. A observarlos, en definitiva, con la justicia y la admiración que se merecen más de un siglo después de terminada esa deplorable, tristísima y oscura Guerra Civil.

Saludos, lecturas, lecturas, lecturas,desde este lado del ordenador.

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