¡Cthulhu vive!

No sé quién dijo que H.P. Lovecraft es un escritor al que hay que leer siendo un adolescente. Quizá fue Michel Houellebecq, autor de un conocido ensayo sobre el creador de los mitos de Cthulhu o quizá fuera otro, poco importa si se admite que la mayoría de los lectores que llegaron a la obra de Lovecraft fue precisamente a esa edad tan inestable de la vida, fronteriza entre la niñez que se pierde ante un nuevo mundo sin conocer como es el de los adultos.

Este podría ser el punto de partida del atractivo de la literatura lovecraftiana con los adolescentes: anunciar lo que viene a través de historias en las que más que el relato, lo que importa es la creación de atmósfera, describir con grandilocuencia feroz el horror a lo desconocido.

Desde entonces, la influencia de Lovecraft lejos de atenuarse ha ido creciendo con los tiempos, lo que ha cosechado que sean muchos los escritores que continúan explorando y explotando su universo de deidades blasfemas, y legión entre la que se encuentran algunos españoles, narrativa la española tan poco proclive al fantástico.

Son novelas muy lovecraftianas, en este sentido, El espanto de Arganza, de Hugo Magenis, pseudónimo de un escritor madrileño, y Lazarus Coffin, o el horror de R’lyeh, del tinerfeño Ángel Luis Marrero Delgado, quien ya había tanteado en los mundos de Lovecraft con la notable La extraordinaria narración de Peter Pendulum, novela con ecos también de Edgar Allan Poe.

En su último incursión en la literatura fantástica, Ángel Luis Marrero rinde homenaje además de al escritor que nos legó libros tan impíos como el Necronomicón, a Herman Melville y su Moby Dick, novela que sirve de columna para sostener un relato escrito con sabor marinero y que protagonizan un capitán y un segundo de abordo reconocibles para todo iniciado en la obra lovecraftiana, y una tripulación sospechosa de la que pronto comienza recelar su protagonista, ese llamadme Lazarus Coffin y no Israel tras la estela de la ballena blanca.

La última novela de Ángel Marrero hará las delicias del aficionado y conocedores del universo lovecraftiano pero también de quien llega a él por primera vez topándose con una historia fantástica que entronca con la dinámica de los anglosajones que se escribieron a finales del XIX y la literatura de aventura en apenas un centenar de páginas que se leen con agradecida sorpresa y que, como los libros de antaño, cuenta con notables ilustraciones del mismo autor.

Lazarus Coffin, o el horror de R’lyeh hubiera convencido al padre de toda esta literatura que pronto generó un círculo de entusiastas seguidores cuyo número ha ido aumentando con el paso de los años.

Ángel Marrero conoce muy bien este género y lo parodia con una elegancia que no cae en la sátira ya que su mirada es la ironía, sano sentido del humor que vuelca en su protagonista, un hombre sencillo que se dedica a la caza de ballenas y que incrédulo en un principio a cualquier fantasía terminará por creer en unos dioses monstruosos que todavía esperan ser despertados de su letargo de millones de años en el fondo de los océanos.

Afortunadamente, la advertencia literaria de Lovecraft se ha propagado por el planeta, y Ángel Luis Marrero Delgado es una voz de referencia en el panorama literario español.

Saludos, que no hay muerto que…, desde este lado del ordenador.

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