Eugenio Carmona: “Picasso fue un intelectual que se disfrazó de salvaje”

El catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga Eugenio Carmona Mato impartió hace unas semanas la conferencia La invención de la realidad en el arte en TEA Tenerife Espacio de las Artes, charla que formó parte de las actividades paralelas a la exposición Enigmas exactos: Carlos Chevilly y la naturaleza muerta moderna, una muestra comisariada por Isidro Hernández que es la mayor dedicada hasta la fecha a Carlos Chevilly de los Ríos (Santa Cruz de Tenerife 1918-1978).

- ¿Conocía la obra de Carlos Chevilly?

“No la conocía aunque gracias a esta exposición tengo ahora una idea de que se trató de un artista con intenciones muy concretas y elaboradas. Es probable que alguna obra aislada lleve a conclusiones erróneas sobre su pintura pero en conjunto su obra se caracteriza, a mi juicio, por contar con la herencia de determinadas tradiciones del arte moderno español que pese a que perdió algunas de sus referencias por la Guerra Civil, continuó explotando otras. En este sentido, Carlos Chevilly es algo así como el punto y final del realismo mágico y la nueva objetividad que configuró la modernidad española”.

- ¿Qué destacaría de su trabajo?

“Lo que me atrae es que para Carlos Chevilly más allá de la técnica, la pintura es un medio y no un fin. Para Chevilly como para Salvador Dalí y René Magritte la técnica es técnica de corrección figurativa al servicio de un mundo que tiene claro la pintura metafísica, el realismo mágico y la nueva objetividad lo que implica el desbordamiento del individuo como sujeto y su comprensión metafísica hasta las cualidades de los objetos en su proceso de personificación; como si los objetos pudieran alcanzar la subjetividad ya que en estas obras nos relacionamos con ellos como si fueran sujetos y no objetos y es este proceso de desplazamiento, de descontextualización, lo que hace fascinante la obra de Carlos Chevilly”.

- Usted es especialistas en vanguardias artísticas, ¿cómo valora el trabajo de los surrealistas tinerfeños y el escaso eco que todavía tienen a nivel nacional?

“Pues que su papel fue decisivo. La existencia de Óscar Domínguez como referente es notable porque se trata de un artista con capacidad magnética que en los años 40 nos hace ver que la vanguardia española estaba viva y que su ciclo histórico no desapareció con la Guerra Civil. Domínguez, además, es un pintor que cuenta con valores estéticos y plásticos con los que representa su propio mundo. Un mundo aparentemente racional”.

- Sin embargo el artista tinerfeño no está suficientemente reconocido, pasa lo mismo con los demás miembros que se aglutinaron en Gaceta de Arte…

“Se trata de un problema educacional pero no soy quien para solucionarlo. La generación del 27, por ejemplo, aparece en los libros de textos y en los planes de estudio como si se hubiera desarrollado en toda España sin caer en la cuenta que los poetas que la configuran viven en un universo castellano andaluz y no catalán, vasco o canario, aunque se cruzaran correspondencia. En las regiones de España se viven situaciones diversas por lo que hay escritores y poetas que deberían ser estudiados a la par de la Generación del 27. En cuanto al arte, Óscar Domínguez es un caso porque hace Santa Cruz de Tenerife-París sin pasar por Madrid, por eso digo que hay que saber enfocar con la idea de configurar una narrativa más acorde con la realidad del momento y del lugar y relacionarlos unos con otros para formar una red”.

- Usted es especialista en la vida y obra de Pablo Picasso, ¿cómo llegó a él?

“Nací en la misma plaza donde vino al mundo, la de la Mercé en Málaga pero no fue hasta los años setenta, cuando la cultura pop ya había dado un giro y aparecía la postmodernidad cuando encontré a Picasso, un artista que estaba poco considerado entonces en el sur de España aunque ahora es todo lo contrario gracias al esfuerzo de Cultura y al cambio de estructuras que se promovieron en diversos lugares de todo el Estado cuyo esfuerzo fue enorme y no debemos olvidar aunque ahora se esté perdiendo la perspectiva de lo que se hizo. Yo llegué a Picasso por mi afición a la poesía. Un día, siendo muy joven, encontré en uno de los facsímiles de la revista Litoral dibujos de Juan Gris y de Pablo Picasso en el número especial dedicado a Góngora que fue tan importante y gracias a esas páginas reflexioné sobre los pintores que colaboraban en la revista y el arte español de los años veinte”.

- ¿Quién es Picasso?

“Picasso es un artista demoledor, saturniano y profundamente difícil. Él mismo provocó una narrativa sobre su obra basada en las relaciones con sus amantes que no se corresponde con la realidad de su trabajo aunque sí que forma otra parte de su obra. Al desmontar al personaje, descubrí quién era Picasso”.

- ¿Y qué descubre?

“Pues que es un tipo que en 1936 se implica con la II República aunque en 1917 deja de seguir la Revolución rusa al vivir en París con una exiliada zarista. La fascinación que ejerce el personaje es que tuvo una continua capacidad de rehacerse y de contradecirse por lo que te encuentras a cada paso con un artista que renace y que es distinto aunque mantiene su carácter de intelectual porque Picasso fue un intelectual que se disfrazó de salvaje. Era hijo de un catedrático y su madre pertenecía a una de las familias de la burguesía dominante de Málaga. No procede del mundo artesanal y conoce a los pintores malagueños del XIX, que le regalan cosas y se hospeda en la casa de Santiago Rusiñol al llegar a Barcelona y en París se relaciona con artistas y escritores. Picasso es un gran intelectual que odia serlo, quiere oponer el vitalismo absoluto a la vida intelectual y esa lucha de valores es la que lleva a que se plantee qué es el deseo y la muerte, un deseo que siempre está en relación con lo que es ético o no, y ahí está Picasso, en esa lucha entre abolir o no las normas sociales”.

- Durante un tiempo se dijo que Picasso más que pintor español fue un pintor francés.

“No tiene razón de ser porque Picasso a lo largo de su obra se rodea de los mitos culturales españoles. Además, detestaba el buen gusto, el spleen y el culto intelectual galo. Su origen es andaluz, un andaluz profundo aunque como tantos malagueños no se plantea de donde es porque es muchas cosas. Durante un tiempo se identifica plenamente con la cultura catalana y con ese bagaje catalán y andaluz llega a París donde vive en un ambiente artístico internacional en el que proyecta la imagen de una persona primitiva cuando en realidad no lo es. Coge de la cultura francesa lo que le interesa y modela una personalidad que se aprecia muy bien en sus escritos, ya que en la escritura automática aflora lo que el individuo tiene en su acervo personal, en el caso de Picasso una suma de culturas que él elabora. Es importante reseñar cómo descontextualiza la pintura occidental a través del arte primitivo y que se trata de un artista que nace con el museo en la cabeza”.

- ¿El museo en la cabeza?

“Los artistas hasta Picasso no trabajaban con el museo en la cabeza pero él sí. El museo como estructura mental y como institución en la que exponer su trabajo. Eso explica que haya tantos Picasso en los museos”.

PICASSO NO NOS NECESITA

El catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, Eugenio Carmona, recomienda enfrentarse a la obra de Pablo Ruiz Picasso sin prejuicios y una mirada inocente que le permita la sorpresa ante ante el pálpito vital que se respira en muchos de sus cuadros. No se muestra partidario así de intentar convencer al público, sino que sea el espectador quien descubra la belleza de la obra del pintor malagueño.

“Picasso no nos necesita”, dice Carmona. Cada día aparece una noticia publicada en cualquier periódico del mundo relacionada con él. Y al mes, aparece un artículo científico en revistas especializadas que ilustra la actualidad de un artista que no dejó de producir a lo largo de su vida. Su producción es ingente, tanto, que Jorge Luis Borges llegó a decir que era imposible que su biblioteca contara con más libros sobre Picasso porque se editaban demasiados. “La obra de Pablo Picasso permanece y permanecerá siempre. porque continúa siendo el artista más cotizado y del que más se escribe, también es el que genera más noticias. Su última gran obra fue hacer de sí mismo y su vejez una obra de arte, la de un hombre que pese a su edad baila, ríe y ama. Su obra conmueve porque representa la vida y el deseo”.

Saludos, picassianos, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta