Bernardo Bertolucci… eran otros tiempos

Eran los ochenta y la pibada con la que me movía se había vuelto como muy cinéfila. La capital de provincias en la que vivo disfrutaba, además, de numerosos cines, algunos de estreno y otros de reetrenos, así que contábamos con cierta cultura cinematográfica. Una cultura inquieta, que uno aumentaba leyendo revistas especializadas y libros.

Eran otros tiempos.

Fue en una de estas salas, concretamente el cine Rex, donde me encontré con Bernardo Bertolucci, cineasta italiano que hoy dijo al mundo: ahí te quedes, joder.

Deja detrás una llamativa filmografía. La que me acercó a él fue Novecento, retrato ambicioso, con algo de lustre viscontiano, de Italia durante la primera mitad del siglo XX.

Dividida en dos partes, aún recuerdo aquella sesión como si fuera ayer. También el impacto, y el odio desatado al fascismo que despertó en la mayoría de los que que la vimos por aquel entonces.

La he revisado años después, de hecho me hice con el dvd, y salvo la media hora final del disco dos, repleto de una extravagante simbología marxista, topo incluido, la primera parte sigue siendo la mejor ya que la segunda, la que retrata la Italia fascista resulta demasiado maniquea. Osea que todos los fascistas fueron malos, servidores de la patronal y de la aristocracia. Asesinos de niños y viciosos. Donald Shuterland interpreta al camisa negra Attila y ya por el nombre uno conoce sus aviesas intenciones. Recuerdo que en una escena los campesinos lo embadurnan de mierda de vaca y caballo. Todo muy terrestre. En otra como de un cabezazo aplasta a un gato y asesina a un niño dando vueltas y vueltas. Bertolucci y sus símbolos.

Novecento cuenta con un reparto internacional. Destacados actores del nuevo y viejo Hollywood. Burt Lancaster interpreta a un príncipe de Salina de El gatopardo pero más viejo y cansado, aunque se lo hace con las criadas que eso era de rico. Al otro lado los campesinos, los herederos de la tierra. Sterling Hayden, un actor con pasado comunista, interpreta al patriarca del clan. El papel de sus nietos descansa en Robert de Niro y Gérard Depardieu, respectivamente.

El caso es que uno salía del cine con ganas de matar fascistas y maldiciendo el capitalismo. Ese sistema que había hecho posible el largometraje. En cuestiones de dinero, viva el mal, viva el capital. Que Novecento funcionara como una especie de lo que El viento se llevó rojo no hizo temblar el pulso a sus productores.

El último tango en París había hecho dinero, así que valía la pena confiar en ese cineasta italiano que iba de comunista por la vida.

Bernardo Bertolucci se movía como pez en el agua en el cine político, un subgénero que se puso de moda en los años setenta. Ahí van dos películas polticas del cineasta: La estrategia de la araña y El conformista. En estas dos películas vuelve a hablar del fascismo pero el tono, igual de radical, va más allá del buenos y malos, de los que van descamisados y con camisas negras.

Bernardo Bertolucci se formó bajo la sombra de un genio incomprendido, Pier Paolo Passolini y escribió junto a Dario Argento el guión de Hasta que llegó su hora, una ópera western, que dice James Carpenter, que dirigió el maestro Sergio Leone.

Otras películas del cineasta que vimos aquellos años en el cine es la interesante y desapercibida Historia de un hombre ridículo, con Ugo Tognazz de protagonista y La luna, que en su día me resultó bastante indigesta. Su filme más famoso, El último tango en París, no pude por cuestiones de edad disfrutarla en un cine, aunque sí que la repasé más tarde en dvd

Aún me dura una sensación contradictoria con esta película que cuenta una historia de amor. Me gustan los personajes de Marlon Brando y Maria Schneider y el desesperado romance que viven dos desconocidos bajo el subrayado musical de Gato Barbieri.

Bernardo Bertolucci regresó al cine histórico con El último emperador, filme rodado en la China, cuyo gobierno le abrió las puertas de la Ciudad Prohibida.

El filme es bastante leeento pero fascinante –en parte gracias a la fotografía de Vittorio Storaro– pero no te pones del lado de Pu Yi, el emperador que terminó siendo un chino más cuando Mao Zedong (Mao Tse Tung) tomó el poder. Otra película de Bernardo Bertolucci, El pequeño buda, mejor no hablar, como no recordamos por piedad el Kundun de Martin Scorsese.

Con El cielo protector puso nuevo de moda la literatura de un escritor que a mi, personalmente, no termina de entrarme: Paul Bowles, y eso que tiene un cuento que se desarrolla en la ciudad que me vio nacer y en la que vivo…

Al final y a regañadientes, terminé por ver del cineasta otras dos películas: Belleza robada y Los soñadores. Son filmes en los que el cineasta retrata la juiventud, juventud las de estas dos películas que, sin embargo, no tiene nada que ver con la de nuestros aciagos días. Bernardo Bertolucci pertenece a un generación donde todavía era posible pensar que soñar es posible. Que debajo de los adoquines se encontraba la playa. Que se podía perder el tiempo leyendo y viendo películas espesas. Que la Universidad era motor de ideas y encendidos debates…

Otros tiempos.

Como el cine de Bernardo Bertolucci.

EN LA IMAGEN, Bernardo Bertolucci dirige a Gérard Depardieu en Novecento (1976)

Saludos, descansemos en paz, desde este lado del ordenador

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