Elsa López: “Ediciones La Palma nunca ha recibido un duro de gobierno alguno”

Del amor imperfecto, poemario por el que Elsa López (Fernando Poo, Guinea Ecuatorial, 1943) obtuvo el Premio Ciudad de Melilla en 1987 y El Camino dorado de Nicolás Melini, ambos editados en 1989 fueron los primeros títulos que abrieron la caja de Pandora de Ediciones La Palma.

Desde ese día y hasta hoy han pasado 30 años que para algunos no son nada pero sí que son muchos para una escritora y poeta que lleva desde entonces liándose la manta a la cabeza para que La Palma, su isla, suene por el mundo porque representa el sello distintivo de una editorial que ha hecho, y vaya que sí lo ha hecho, mucho camino al andar desde ese entonces.

Se ha procurado en esta entrevista separar a la Elsa López escritora y poeta de la Elsa López editora de Ediciones La Palma, un proyecto editorial que celebra en 2019 su treinta aniversario con la emotividad que un cumpleaños así se merece.

Cuenta la responsable de un proyecto que apostó desde sus inicios por la poesía que recuerda a todos los autores y los títulos que componen el ya amplio y nutrido catálogo de Ediciones La Palma y que “lo bueno y lo malo que aprendí con ellos me acompañarán siempre mientras pueda repetir sus nombres y los títulos de los libros que me encomendaron”.

- ¿Qué resumen hace de estos 30 años al frente de la editorial?

“No puedo hacer un resumen. Uno lo hace cuando termina una obra y considera que una etapa se cierra para siempre y para mí la editorial es un continuo que sigue haciendo, construyendo, que tiene etapas buenas y etapas no tan buenas, pero se mantiene a pesar de los avatares económicos y de las pérdidas humanas. No quiero resumirlo como si fuera una etapa. Prefiero hablar de lo que hemos hecho y se sigue haciendo; de lo que hemos construido y de lo que seguimos construyendo. Si usara las palabras que cierran elegiría que ha sido una buena cosecha; que aún recogemos los frutos que sembraron los viejos amigos. Que sobrevivimos gracias a ellos y a su fe en el trabajo que realicé durante años; que gracias a escritores que empezaron conmigo y se ofrecieron a ayudarme y a colaborar no he perdido la ilusión por editar. Ellos me ayudaron, me animaron y me acompañaron en aquellos primeros años en los que todo parecía un juego, un capricho de una enamorada de la poesía. Hablo de Pepe Hierro, de Claudio Rodríguez, de Pablo García Baena, de Carlos Sahagún, de Antonio Gala, Tonino Guerra, Rafael Morales, Benito de Lucas, y muchos más. Ellos fueron el origen y el empujón de lo que consideraban una locura, una hermosa locura”.

- ¿Cómo nace la editorial?

“Nace en Madrid. Estaba destinada como profesora de Filosofía en un instituto del centro, el Isabel La Católica. Había ganado el Ciudad de Melilla y por las tardes participaba en los cursos de etnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en un seminario de Julio Caro Baroja. Cuento esto porque ellos fueron los que me dieron la idea de reeditar Del amor imperfecto que se había agotado y lo seguían pidiendo en las librerías. En la misma imprenta donde hacían los textos para el Consejo y para el Museo de Antropología al que iba dos días a la semana a unos seminarios de medicina y de música popular, me empujaron a hacer una pequeña editorial donde publicar lo que me diera la gana. La imprenta Taravilla en la calle Mesón de Paños donde trabajaba Antonio, un castizo del antiguo Madrid. Un clásico. Así apareció el primer libro de Ediciones La Palma”.

- ¿Y por qué Ediciones La Palma?

“No había otra. Era mi isla, mi utopía, mi deseo de existir y respirar la isla fuera de ella. Le puse el nombre y le busqué un logo que la representara. Elegí el que usaba el Cabildo de La Palma y pedí permiso para disponer de él al que era entonces presidente del Cabildo, José Luis González Afonso, que me autorizó por escrito (carta fechada el 6 de octubre de 1989) a hacerlo y que hemos mantenido hasta este año en que nos han denunciado por el empleo indebido del mismo. Me extrañó después de treinta años en los que hemos difundido el logotipo que la isla utiliza para tantos eventos. Deduzco que es un tema económico o personal, pero no importa, hemos hecho un cambio para los próximos treinta años. He vuelto a elegir la isla como logotipo, la que emerge de verdad en el mar, su contorno y su realidad. Lo otro era sólo un garabato. Ahora nadie me la podrá quitar”.

- ¿Cuáles fueron sus criterios fundacionales?

“Editar poesía, poesía y poesía. Editar a quienes no tuvieran posibilidad de hacerlo. Poetas que comenzaban una andadura difícil y que merecía la pena darles una posibilidad de ver su obra en las librerías y encontrar lectores que disfrutaran con ella. Sacar adelante aquellos libros que estaban olvidados y no habían vuelto a imprimirse (de ahí surge la colección Retorno). Manolo Romero, yerno de Pepe Hierro, se hace cargo de la dirección de esa colección y buscamos libros perdidos y comienzan a aparecer nombres, amigos, títulos de libros que se fotocopiaban porque nadie los había reeditado. Y así aparecen esos primeros títulos: Como si hubiera muerto un niño de Carlos Sahagún, Enemigo íntimo de Antonio Gala, Catorce bocas me alimentan de Sagrario Torres, El vuelo de la celebración de Claudio Rodríguez, Cuánto sé de mí de José Hierro, Antiguo muchacho de Pablo García Baena, Poemas del toro de Rafael Morales, Cristal de Pino Betancor, y una larga lista de títulos que van apareciendo año tras año. En esos primeros años yo me dedicaba en cuerpo y alma a la edición de jóvenes poetas que empezaban a dar sus primeros pasos. Canarios fundamentalmente. Distribuía yo misma y visitaba las librerías personalmente. No paraba. Eran otros tiempos. Luego aparecieron las distribuidoras en mi vida y algunas fueron bien y otras robaron a mansalva dejándome en la estacada con deudas de seis y siete millones hasta que apareció UDL que nos acogió con verdadero cariño y que respetaba nuestra forma de trabajar: una pequeña editorial de poesía sin grandes ínfulas, pero muy respetable a nivel nacional”.

- Estos criterios ¿han variado con el paso de los años?

“No. Hemos crecido en colecciones y he ido dando paso a nuevos criterios de edición. Ya no hay solo poesía, hay colecciones concretas con nombres concretos y dirigidas por quienes saben hacerlo mejor que yo. Tierra del poeta, por ejemplo, dirigida por Andrés Sánchez Robayna fue una apuesta por darle a la editorial una nueva configuración con criterios concretos y nombres determinados elegidos por el director de la colección. Sánchez Robayna la diseñó a su gusto, y a su gusto fueron los autores elegidos. Tuvo la libertad de hacerlo como la tuvo Manolo Romero y como la tienen hoy día Nicolás Melini y Nuria Ruiz de Viñaspre. Yo sigo al pie del cañón, pero sólo me ocupo de Ministerio del Aire. una colección especial para mí que no ha sufrido ningún cambio y que sigue siendo la perla de la editorial dirigida en sus inicios por Bernardo Chevilly y diseñada por él. La conservo como una pequeña joya. Lo demás está en manos de nuevos criterios y nuevas metas”.

- ¿Celebrarán algo especial con motivo del 30 aniversario?

“David Cabrera, coordinador general de la editorial y Nicolás Melini, director de la colección La Palma quieren celebrarlo por todo lo alto. Una fiesta en Madrid reuniendo en ella a autores de la casa con recitales, memorias, mesas redondas etc. Una fiesta de la literatura en la que estén presentes todos aquellos que durante años han sido parte de la editorial. Luego cerraremos los actos en La Palma con una verdadera fiesta de cumpleaños que nos va a dar el Cabildo de La Palma. Una fiesta con música, tarta, y una piñata enorme llena de libros y poetas venidos de todas las islas”.

- ¿Cómo se sostiene una editorial que publica sobre todo poesía?

“Pues a trompicones. Editando pocos ejemplares para poder distribuirlos adecuadamente y haciendo muchos actos y presentaciones donde poder venderlos. Dirigiéndonos a un público determinado haciendo campañas individuales en las que cada autor aporta lo necesario desde viajes hasta organizar actos donde se lean sus poemas y la editorial busca sitios, libreros, territorios donde puedan llegar y ser conocidos los noveles o donde los ya conocidos puedan encontrarse con su público. La editorial vende en los puntos que tiene la distribuidora y los publicita en los medios ofreciendo nuevos canales de difusión en su página web donde cuelga críticas, eventos y da posibilidad de comprar a quienes están fuera del país y quieran leer nuestros libros”.

- Es reciente, relativamente, la apuesta editorial por otros géneros literarios como la narrativa. ¿Continuarán con esta línea?

“Al principio de su andadura hice algunos intentos por editar novelas y ensayos, pero tuve claro que no podía hacerlo o no debía hacerlo porque la editorial no tenía la potencia necesaria para lanzarse a un mercado como ese. Lo comprendí y abandoné la idea. Ahora han cambiado mucho las cosas y el mercado es más propenso a adquirir obras de editoriales pequeñas y, por otra parte, la editorial tiene un nombre ya consolidado, un público que la sigue y un mercado donde se ha hecho un sitio y la respetan. Eso ayuda a su difusión y a que los autores que editan en ella pueden ver sus libros en diferentes espacios”.

- Ediciones La Palma destaca también por su apuesta por publicar autores canarios.

“Desde el principio. Siempre he defendido la posibilidad de encontrar un lugar donde los autores que no residen en centros concretos en los que se mueve el mundo editorial pudieran tener esa oportunidad. Canarias con más razón. Por cercanía con mis criterios y por voluntad de que así fuera y, fundamentalmente, porque siempre he sabido la buena literatura que se hacía en las islas y que se sigue haciendo. Editar a Pino Betancor, a Luis Feria a Andrés Sánchez Robayna, a Alicia Llarena o a Eugenio Padorno, por poner sólo un par de ejemplos, no es un capricho ni una casualidad, es un criterio basado en la calidad de sus obras”.

- Cuentan con colecciones de poesía y colecciones de mujeres poetas. ¿Era necesario este distingo?

“No estuve muy de acuerdo al principio. Me gustaba la idea y dije que sí pero no andaba yo muy segura de que fuera necesaria esa distinción cuando ya la editorial había tenido el criterio de publicar tanto a mujeres como a hombres teniendo en cuenta exclusivamente su obra sin distinciones de sexo. Pero la visión de Nuria Ruiz de Viñaspre en la que confiaba y sigo confiando, me pareció la adecuada en aquellos momentos y creo que, vistos los resultados y la capacidad con la que funciona la colección EME, fue un acierto desde el punto de vista de la eficacia porque hay un mercado compuesto exclusivamente por mujeres que demandan esos nombres y esos títulos. La editorial Torremozas lo ha hecho siempre y nunca ha sido motivo de discusión o de duda su acierto editorial”.

- ¿Qué diferencia a la editorial de otras ofertas editoriales canarias y nacionales?

“Que hago lo que me da la gana. Que nunca he tenido un duro que me haya sido dado por gobierno alguno. Que he editado sin estar sometida a criterios o a ideologías y que puedo dejarla en herencia a aquellos que han crecido a mi lado y que aún creen en la literatura y en el papel que la contiene; gente que ama los libros como si fueran reliquias y, sobre todo, que todavía puedo acercarme a un poeta desconocido y al escuchar sus poemas puedo decirle que me deje sus textos, que aquí estoy para darle una primera oportunidad. Porque, a pesar de algunos sinsabores y traiciones de escritores en los que alguna vez confié, puedo seguir presumiendo de haber levantado un pequeño espacio donde son recibidos desde afamados escritores a jóvenes que inician su andadura en el mundo de la escritura”.

- ¿Hay muchas dificultades por editar en Canarias?

“Como en todas partes. Los editores se repliegan a la hora de editar un libro porque no hay superficies donde colocarlos; se cierran librerías y las que quedan ya no tienen estanterías para colocar lo que les llega; porque hay exceso de auto ediciones y ya no puedes pensar en editoriales sino en títulos, en caras, en nombres debidamente publicitados, etc. Y las editoriales no tienen dinero para cubrir los resultados de una edición: pagar viajes, pagar hoteles, pagar fiestas, publicidad, presentaciones… Las distribuidoras se llevan una buena parte de los ingresos, los libreros, otra, y el editor y el autor tienen que buscarse la vida. Así de crudo. Yo, hace años, que pago en especias. Libros. El autor cobra sus derechos en libros. Tantos editados, tanto por ciento de derechos, tantos ejemplares para él. El espacio en Canarias queda reducido a determinados puntos de venta y dar el salto a la península para promocionar a un autor es difícil. El mar es demasiado ancho y las distancias se pagan en monedas de distinto valor. Parece que hay ayudas, pero a la hora de buscarlas, el camino se hace cuesta arriba. Pocos casos conozco de instituciones que se preocupen verdaderamente de la literatura. Hubo un tiempo que el Gobierno Canario lo intentó y editó una colección que hoy es una prueba de que aquello fue posible, pero ya quedan pocos cabildos que tengan servicio de publicaciones o ayuden a las editoriales de su isla. La Palma lo hace y se arriesga en la compra de títulos determinados que pueden nutrir sus bibliotecas. Lanzarote tiene un buen servicio de publicaciones, Gran Canaria organiza el concurso Dolores Campos Herrero con muy buen criterio, Tenerife promociona eventos para dar salida a nuevos autores como el Festival Índice, etc. Pero todo esto resulta esporádico y sin seguro de continuidad”.

- ¿Qué anécdotas, momentos más interesantes recuerda en estos 30 años al frente de la editorial?

“Recuerdo el día que Hierro me entregó un libro de Tonino Guerra, La miel, y se puso a leerme en alto los poemas que quería que yo editara. Y la llegada de Tonino a Madrid a presentarlo, y todo el mundo sin creerse que fuera yo su editora. Y cómo llegamos a querernos los dos. Y recuerdo cuando iba de librería en librería por Madrid preguntando por mis libros. Pasaba por una de Serrano y siempre les preguntaba por una edición bilingüe en griego y castellano que había editado de Cavafis. Siempre me decían que no les había llegado. Y un día me dicen “señora, ya nos llegó el libro”. Me lo compré porque no me atreví a decir que yo era la editora”.

- ¿Y qué libro, o libros, le hubiera gustado publicar y no ha podido?

Cumbres borrascosas de Emily Brontë, Lolita de Nabókov, Destierro de Saint John Perse, El Cantar de Los Cantares, y dos mil más”.

- ¿Y de los que ha editado, por cuál siente especial cariño?

“Me cuesta elegirlo porque dependo de los autores y del afecto que nos une al margen de las bondades de su literatura. Pero es posible que eligiera Cuanto sé de mi de José Hierro”.

- Recientemente, han publicado enciclopedia cine cubano. ¿Cómo llegaron a este acuerdo?

“Hay un apartado de la editorial que dirige un antiguo alumno mío del instituto de Isabel La Católica de Madrid y que tiene muy buenas relaciones con Cuba lo que posibilita que editemos libros de autores cubanos, antologías de poesía y ensayo. Se distribuyen en Cuba y en España y el acuerdo es bueno para ellos y para nosotros porque nos abre caminos en América del Sur”.

- Lo decíamos porque cuentan también con antologías de cuentos y alguna novela de escritores cubanos ¿Continuará esta línea?

“Sí. Hay que abrirse, y abrirse en muchas direcciones. La literatura necesita respirar y extenderse. Mi madre, en África, compraba los libros que llegaban en los barcos a Rio Muni. Lo compraba todo y no recuerdo que jamás preguntara de qué país venían. A ella le daba igual. Lo importante era leer, leer hasta caer rendida. Yo soy igual. La única pena que tengo es no poder leer en lenguas diversas y verme sometida a las traducciones”.

- ¿Podría adelantarnos los próximos lanzamientos?

“Acabo de sacar un libro de poemas de María José Alemán Bastarrica Nada de lo que puedo ofrecer me pertenece, otro de Alba Sabina Personne, Falconetti sobre fondo rosa de Daniel María, La canción del olvido de Ángeles Mora, El gran amor de Galdós de Santiago Gil, Asombrosas aventuras de Ismael Belda y Escena de terraza con suicida de José Luis Correa. Los tres últimos en la colección que dirige Nicolás Melini y que es quien se arriesga constantemente. Y hay dos libros en la puerta dispuestos a salir en primavera: uno de Covadonga García Fierro y otro de Sergio Barreto”.

- ¿Cómo valora la poesía actual que se está produciendo en las islas en los últimos años?, ¿encuentra constantes, temas recurrentes entre las autoras y autores canarios?, ¿observa que se mantiene cierta tradición o predomina la ruptura?

“Hay nuevas voces no por nuevas sino por estar recientes sus libros que han dado un salto realmente importante en lo que se refiere a temas, propuestas, formas y maneras de decir lo que quieren decir. Hablo de Yapcy Bienes, de Daniel María, de Ricardo Hernández, de Eugenia Paiz y de las autoras ya mencionadas como María José Alemán o Alba Sabina”.

FOTO 1: Elsa López junto al poeta JOSÉ HIERRO

FOTO 2: Elsa López junto al poeta italiano TONINO GUERRA

FOTO 3: Elsa López junto al poeta JOSÉ HIERRO

Saludos, amanece, desde este lado del ordenador

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