Ángel de la Calle: “Las palabras no son inocentes”

Escritor,ilustrador, crítico de cómics, Ángel de la Calle (Molinillo de la Sierra, Salamanca, España, 1958) es también director de contenidos de la Semana Negra de Gijón, uno de los mayores festivales que se celebran en el mundo sobre literatura de géneros con la particularidad de haber fusionado cultura con ocio, una fórmula que se ha imitado pero sin el éxito de un encuentro que este año celebra su XXXII edición.

Como dibujante y guionista de cómics, Ángel de la Calle es autor de Tina Modotti. Una mujer del siglo XX y Pinturas de guerra así como de los ensayos Hugo Pratt. La mano de Dios y El hombre enmascarado: En el sendero.

- La Semana Negra de Gijón cumple este año su XXXII edición, ¿cómo nace el mayor encuentro con la literatura que se celebra en España?

“Nace por una casualidad. En aquel entonces se había creado la Asociación Internacional de Escritores Policíacos cuyo vicepresidente, Paco Ignacio Taibo II, un hijo de la inmigración política y económica de los años 50 que llega a México y que procede de una familia muy arraigada en Asturias con una tradición cultural y política muy importante desde el siglo XIX, viene a España para intentar poner en marcha junto a Manuel Vázquez Montalbán en Barcelona el tercer encuentro internacional de escritores policíacos cuando el por aquel entonces alcalde de Gijón, Vicente Álvarez Areces, les preguntó que por qué en Barcelona y no en Gijón, ya que los catalanes estaban más centrados entonces en los Juegos Olímpicos”.

- ¿Cómo se plantea un festival que combina, y tan bien, lo cultural con lo lúdico?

“Porque pensamos que un encuentro solo con escritores era lo más aburrido del mundo así que se maduró la idea de hacer otra cosa. Taibo II, que acababa de vivir seis años en Nueva York, dijo entonces que se tenía que hacer algo espectacular y lo consiguió porque es un genio. En aquel entonces, los géneros populares no estaban en la centralidad de la literatura –lo que no ocurre ahora– por lo que en aquellas primeras ediciones de la Semana Negra, a la que asiste Jean Patrick Manchette, dice algo que me parece clave para entender este fenómeno: los escritores de novela negra corren el riesgo de convertirse en respetables así que lo mejor es dedicarse a escribir novela pornográfica, una reflexión que en aquel momento sonó a marciano en España. La idea del Festival fue desde sus inicios hacer de la lectura una fiesta por lo que pensamos que lo mejor era crear una fiesta alrededor de la literatura porque leer es diversión. Una diversión que conduce a la reflexión”.

- Esa mezcla de cultura y fiesta ha sido clave para el éxito del Festival.

“Y entonces parecía una locura porque hablamos de algo que sucedió hace 32 años. El escenario fue el puerto industrial de Gijón ya que la Semana Negra tenía que tener atracciones de feria y un circo, y así se fueron sumando cosas y la gente respondió.Sin embargo y pasado todo este tiempo y convertido en lo que se ha convertido la Semana el objetivo por el que nació sigue siendo el mismo: el fomento de la lectura”.

- ¿Qué tipo de públicos busca el Festival?

“Buscamos públicos accidentales porque son los que nos interesan. Es decir, los que no leen, los que han ido a la Feria solo a tomarse una cerveza y subir a la noria pero que de repente se sienta y escucha como un escritor promociona su libro y decide llevárselo con la firma de su autor. Ese es el tipo de público que tratamos de capturar”.

- El Festival ha defendido desde sus orígenes la literatura de géneros.

“Porque evadirse no es malo. Te evades de la realidad que desprecias y nos interesa que los jóvenes pierdan el miedo a la lectura porque es fundamental formar ciudadanos críticos”.

- Ya son 32 ediciones.

“Gracias a las sinergias que se crean. La historia, a veces, también te ayuda. Cuando Ángel González dice que quiere leer poesía por la noche, celebrar una velada poética después del concierto de Mano Negra y antes de que se vaya la gente a los puestos de alrededor para tomar copas, Ángel González se trae a Sabina y a Retamar a leer poesía a la una de la madrugada y esa misma gente que está de copas se detiene a escuchar a los poetas. Y ahora se suman más poetas. Es probable que esto pase porque España es un país de poetas sociales lo que explica que en este momento tengamos más poetas sobre el escenario de la Semana Negra que nunca y que arrastran a quinientas personas para escucharlos a la una de la madrugada. Se ha ido creando la sinergia de que la literatura es democrática”.

- ¿Cree que ha sido clave que la Semana Negra se celebre en Gijón?

“Un festival de estas características es más fácil que funciones en una ciudad como Santa Cruz de Tenerife que en Barcelona”.

- ¿Por qué?

“Porque en una ciudad como Gijón sus habitantes lo toman como propio”.

- El Festival no escapa, sin embargo, de los vaivenes políticos?

“Hacemos un Festival enorme con un presupuesto muy pequeño. Cuando coincide con la llegada de Álvarez Cascos al Ayuntamiento perdemos tres de cada cuatro euros de ayudas públicas al Festival. El Festival es una actividad cultural y como tal es política en el buen sentido de la palabra si es que lo tiene malo. Para nosotros es fundamental que más allá de ser una actividad que pone a la ciudad en el mapa del mundo está defender el hecho de que leer es importante y te lo vas a pasar bien”.

- ¿Y qué tiene la literatura de géneros y la negra en particular para despertar tanto interés?

“Creo que la literatura criminal se convirtió en la novela social actual en el sentido de que vivimos en una sociedad muy criminalizada. Ser casi el relator te convierte en novelista negro. Ricardo Piglia decía que solo hay dos temas en una novela: o alguien sale de viaje o alguien tiene que encontrar algo. La ventaja de la intriga que se crea en la lectura es muy importante también. Una novela de referencia para una generación es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, pero en el libro no hay detectives aunque el título te incita a creerlo. En la novela lo que hay son poetas buscando a poetas y eso significa algo. A finales de los años 70, Vázquez Montalbán escribe La soledad del mánager donde cuenta lo que va a ser la Transición en España, no lo que fue sino lo que va a ser. Trata de eso y no de un ejecutivo de una multinacional en Barcelona, que también. Lo extraño es que a día de hoy, Montalbán se encuentra en el canon de poetas porque fue uno de los nueve novísimos pero no en el de novelistas”.

- El Festival, además de la literatura negra, se ha ido ampliando a otros géneros.

“Era inevitable porque los géneros están para saltárselos. Las fronteras no existen, eso decían Taibo II y Montalbán. Y lo mismo pasa en la novela histórica como en otros géneros”.

- Otro de los aciertos del Festival son los premios que entrega, además del Hammett.

“Los premios tienen que ser dados por críticos, lectores y escritores a sus pares aunque Flaubert dijera que los honores deshonran. En nuestro caso y sabiendo que los premios no son muy fiables, quisimos que fueran justos por lo que para llegar a la final necesitas de 50 votos. 50 que dan los críticos, 50 los lectores y 50 los escritores. Además, hemos hecho que tú sepas que formas parte del jurado pero no sabes quienes son los otros hasta el día de la deliberación”.

- Cambiando de tercio, ¿no cree que está saturado el mercado del libro con tantas novedades al mes?

“Las librerías reciben medio centenar de novedades por semanas y los grandes monstruos, para qué negarlo, tienen dinero para colocar sus ejemplares en las grande superficies. Luego están las librerías independientes, que es algo que viene o va aunque si la librería es buena tiene la ventaja de generar públicos a su alrededor porque crea la idea de que la lectura es diversión, lo que no hacen las grandes superficies. Es complicado porque en la actualidad hay que elegir entre Amazon y la librería de siempre”.

- En los últimos tiempos y con la proliferación de escritoras y escritores que escriben novela policíaca creo que el género se ha hecho cada vez más conservador, con tanto guardia civil, mosso de s’quadra o ertzaintza de protagonista.

“Lo que es curioso porque este género nació desconfiando de lo que representan los agentes de la ley comenzando con las historias de Auguste Dupin, el detective creado por Poe y continuando con el Marlowe de Chandler y las novelas donde el delincuente es el protagonistas. Nunca las fuerzas del poder son confiables por lo que ver tanto guardia civil, mossos o policía floral me hace preguntar ¿por qué? ¿Qué ha pasado para que esto suceda en un país donde la policía es tan corrupta como en cualquier país del mundo?”.

- Cómic, tebeos, aquí en Tenerife colorines, en La Palma chistes, en Cuba muñequitos… ¿Con qué término se queda?

“Y en México monos. Yo uso cómic salvo que me pidan novela gráfica. No empleo tebeos por el hecho de que las palabras no son inocentes. Tampoco los llamo historietas porque el Diccionario dice que es una historia pequeña sin pretensiones y yo cuando escribo y dibujo cuento una historia con todas las pretensiones del mundo. El tebeo está ligado a la infancia aunque cuando mi generación llegó al cómic lo hizo para contar historias lo que nos diferencia de los que nos precedieron porque los dibujantes venían en ese entonces de otros medios. En Norteamérica los cómic comenzaron a publicarse en los periódicos. Un dibujante como Alex Raymond venía como ilustrador de las páginas deportivas de los diarios y como él otros tantos que fueron entrando en este espacio para crear algo nuevo. Los artistas españoles encontraron un nicho en los cómics aunque tuvieron una doble censura, la censura en sí, la del régimen y la censura porque sus obras iban dirigidas a los niños. Al final solo quedaba el producto Disney, no tenía sexo ni violencia aunque lo de la violencia habría que ver. Publiqué en la revista Star en 1977 a la que llegué con otros con la idea de contar nuestras historias en revistas. Revistas que eran de género. Star, underground, Zona 84 de contenido fantástico. En la última época ya somos parte de la cultura popular que es la que se generó en los kioscos aunque ahora se encuentra en las librerías”.

- ¿A qué le da más importancia en un cómic, al dibujo o a la historia?

“No creo que haya dibujos malos. Los niños dibujan maravillosamente, lo que sucede es que el cómic es un lenguaje diferente aunque los que nos dedicamos también a la crítica de cómics recurrimos a palabras de otros medios como el cine cuando estamos más cerca de los libros, salen del mismo lugar. Además, el tiempo de lectura y visualización lo determina el lector mientras que en el cine eso es función del director. Son dos lenguajes diferentes que coinciden en algunas cosas como en los planos y la puesta en página, que llamamos montaje cuando no lo es. Tenemos mucho batiburrillo en los cómics. En los años 20 ya existían revistas especializadas en cine pero no en cómics, que solo aparecen en los años 60 y en las que se afirmaba que lo mejor fue lo que dieron origen a Flash Gordon, El Príncipe Valiente frente a los que defendían a Guido Crepax y Hugo Pratt. El primer cómic español que refleja la realidad de su tiempo es Love Strip, de Luis García y Víctor Mora”.

- ¿Pero cómo explica que hoy los cómics estén en librerías, muchas de ellas especializadas. Y qué opina de que haya gente que siga diciendo que es el cine de los pobres?

“Desprecio eso de que es el cine de los pobre porque es cultura de masas. No, no me gusta esa frase. En cuanto al salto a librerías no es lo mismo leer dos páginas por semana como se hacía antes que leer la aventura completa. Borges decía si me dices cómo se va a leer en el en año 2019 yo te diré que tipo de literatura se está haciendo. Ahora se lee a tu ritmo, la lectura ha cambiado mucho. Además, si leíste Los tres mosqueteros a los quince años te acordarás de ella para siempre y recordarás el uno para todos, todos para uno que tiene un mensaje político impresionante. El ritmo de lectura actual es muy diferente. El cómic ha tenido además la suerte en España en los últimos años de contar con un Premio Nacional porque antes no existía nada aunque hecho en falta la parte popular, que es fundamental y básica”.

- ¿Noveno arte?

“A mi me da igual en el sentido de que es una reivindicación muy francesa, su revista oficial teórica se llama así, Noveno Arte pero me gustaba más la otra, Les Cahiers de la Bande Dessinée. Lo de noveno arte es como lo de novela gráfica que los norteamericanos llaman Graphic Novel y en la que se da más importancia a la parte literaria que la gráfica y los franceses Roman Graphique, que da más importancia a la parte gráfica que a la literaria”.

- ¿Recuerda el primer cómic que leyó?

“Digo siempre que mi lengua materna es el cómic porque recuerdo que cuando aún no sabía leer estaba con el TBO mirando una de Coll en la que solo había texto en la viñeta final y, sin saber leer, entendí lo que me estaba contando. Más adelante lo que más me impactó fue Delta 99 y 5 por el Infinito, de Carlos Giménez y Esteban Maroto y después Dani Futuro porque mis héroes son ellos y no Flash Gordon ni El teniente Blueberry.

- ¿Y qué cómic se atrevería a recomendar al profano?

“Tratando de no ser el fan que soy: Maus y Persépolis y en cuanto a españoles uno de nuestros mejores libros es Trazo de tiza de Miguelanxo Prado que da un paso más allá en lo que a literatura dibujada se refiere. Y cómo no La balada del mar salado de Hugo Pratt. La mejor novela de aventuras del siglo XX”.

- Es autor de Modotti, una mujer del siglo XX y Pinturas de guerra.

“Modotti es en el fondo la historia de la cultura en los años 20. Tina Modotti fue una mujer que conoció a todo el mundo. Trabajó en cuatro películas en Hollywood, conoció a Diego Rivera, Pablo Neruda. Fue amante de Edward Weston, el padre de la fotografía norteamericana. Ella misma fue una de las mejores fotógrafas del siglo XX y la amante de uno de los fundadores del Partido Comunista Cubano, Juan Antonio Mella, a quien asesinaron mientras paseaba con ella del brazo. Ahora ya se sabe quien ordenó su asesinato. Modotti también fue una heroína de la Guerra Civil española, una mujer, en definitiva, que luchó muchas veces por causas justas pero en otras bajo banderas equivocadas. Estalinista feroz hasta la firma del pacto entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, para mí Tina Modotti es una artista muy importante que te permite contar muchas cosas importantes de su tiempo”.

- ¿Y Pinturas de guerra?

“Es la historia de los años 60 y 70, que es cuando se hace el mejor cine y el mejor cómic, la mejor música y pintura. La época en la que la gente salió a la calle en París, Milán, Berkeley, Praga. Es como un ya está bien al que acompaña una revolución en las costumbres que ahora mismo se discu y a la vez es historia del arte”.

- ¿Del arte?

“Me gusta mucho el arte contemporáneo. Siempre digo que es algo que no te llevas a casa sino que es algo que sucedió y deja rastro. No es una cosa que se pueda poner en un sitio. La obra de arte contemporáneo más importante del siglo XX es una fotografía en la que unas señoras con un pañuelo blanco en la cabeza sostienen una fotocopia que reproduce una foto de alguien que te mira. Es la imagen de un desaparecido que puede ser su hijo, su nieto, su sobrino. Esas mujeres exponen lo que mejor expone el arte contemporáneo, el cuerpo. Y para contar lo que significó para una generación me baso en una actriz, Jean Seberg, que fue como Tina Modotti muchos años después. Y lo cuento como si fuera una autoficción y a partir de dos libros que parea mi son básicos: Rayuela y El hombre en el castillo, de Julio Cortázar y Philip K. Dick”.

La imagen está tomada del periódico El Paìs y esta firmada por DANIEL MORDZINSKI

Saludos, Asturias, patria querida…, desde este lado del ordenador

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