Una cuestión de honor: Alonso de Contreras

“Llegamos aquel día a Alcalá de Henares, y habiendo ido a una iglesia donde le tenían gran fiesta al Príncipe Cardenal, había un turronero entre otros muchos, con unos naipes en la mano. Yo, como aficionadillo, desaté de la falda de la camisa mis cuatro reales y comencé a jugar a las quínolas. Ganómelos, y tras ellos la camisa nueva, y luego los zapatos nuevos, que los llevaba en la pretina. Díjele si quería jugar la mala capilla. En breve tiempo dio con ella al traste, con que quedé en cuerpo, primicias de que había de ser soldado. No faltó allí quien me lo llamó y aún rogó al turronero me diese un real, el cual me lo dio, y un poco de turrón de alegría, con que me pareció que yo era el ganancioso. Aquella noche me fui a palacio, o a su cocina, por gozar de la lumbre, que ya refriaba. Pasé entre otros pícaros, y a la mañana tocaron las trompetas para ir a Guadalajara, con que fue menester seguir aquellas cuatro leguas mortales”.

(Alonso de Contreras: Vida del capitán Alonso de Contreras, Alianza Editorial, 1967)

Hay un libro por ahí escondido, del que rara vez se habla y apenas se menciona que se titula Alonso de Contrera: Vida, nacimiento, padres y crianza del capitán Alonso de Contreras, obra en la que se narra la extravagante –según la mirada de un residente del siglo XXI– historia de un soldado del XVII con el aplomo de un hombre hecho a sí mismo.

Hecho así mismo en unos tiempos donde había que tenerlos muy grandes para salir adelante. El escenario en el que se desarrolla la acción, porque todo en ella es acción, se trata de una jungla en la que se mueven toda clase de personajes vistos a través de los ojos de un hombre que ha hecho de las armas su oficio y por lo tanto viajero por el convulso mundo de su tiempo.

Cuentan que fue Lope de Vega quien animó a Contreras a que contase el relato de su vida, “una narración sobremanera inverosímil, a la cual acontece la gracia de ser la pura verdad”, apunta José Ortega y Gasset en el prólogo de la edición que dispongo, un libro cuajado de arrugas y al que recurro de tanto en tanto para perderme en otra época arrullado por un español intermitente, nada seguido, que obliga a una lectura con pausas.

Alonso de Contreras escribe que nació en el 6 de enero de 1582 en Madrid, que sus padres eran muy pobres y que a los quince años entra en el ejército como mozo de cocina de un batallón con el que más tarde y ya como soldado combate en Italia y Malta. En los puertos de las islas griegas, de Libia y de la costa tunecina.

Todo esto, el gran fresco de su vida, contado en un tono que desarma por lo franco y directo que resulta y que da una idea del carácter del personaje, un aventurero que como tal se busca la vida como puede, y de cómo hablaba y pensaba la tropa, el hombre de a pie, el que hoy tiene algo en los bolsillo aunque mañana vuelvan a estar vacíos…

Resulta cuanto menos extraño la capacidad que tiene este libro para absorber al lector si entra en él y acepta con entusiasmo que don Alonso le relate lo que recuerda de esos viajes y de esas batallas que lo hicieron conocido y no sé si temido en su tiempo.

Impulsivo pero también tremendamente imaginativo, Alonso de Contreras resume el prototipo de soldado español del XVII, ese que reivindica Arturo Pérez Reverte en la serie Alatriste, solo que contado por un hombre de verdad, alguien que sí vivió aquellos años turbulentos y violentos.

El libro es además un valioso testimonio de un peón que participa en la gran partida de ajedrez que los dos grandes imperios de aquel momento, el español y el turco, juegan por el Mediterráneo oriental y si bien la calidad del texto parece “escasa y poco original” como aseguran unos, la azarosa vida del capitán Alonso Contreras merece la pena leerla. O repasarla para disfrutar de las viñetas que arman este singular tesoro de la literatura española.

Logra en el lector la evasión y que viaje a otro tiempo en un castellano pasado que no caduco, época en la que el honor era una palabra sagrada. Uno aprende además a conocer mejor que es eso de ser hidalgo y a luchar y defenderse con las herramientas que mejor conoce, en el caso del bravo capitán con la espada y las letras. A abrirse camino sin pensar demasiado en el fin ese que justifica los medios porque se es partidario de la acción por la acción y no de meditar con calma las convulsiones y las frenéticas transformaciones que lo rodea.

Puestas así las cosas, y sea verdad o mentira lo que cuenta el capitán, sus agitadas vivencias bien merecen un acercamiento y disfrutar y amargarse con el soldado que tras lanzarse a las Indias, regresó a España para descansar de una existencia plagada de vaivenes.

Tiene un enorme pozo de amargura el Alonso Contreras que escribe unas memorias en las que intenta justificar unos hechos, y sobretodo un hecho, que lo hiere por dentro y por fuera. Se trata de un hombre acostumbrado a pelear y a resolver con violencia cuestiones de honor.

Todo esto y más en un libro pequeño que hace que la Historia sea real ya que reproduce con las claves de entonces sucesos de aquel entonces. Un viaje, ya se dijo, de la mano de un hombre de acción, que actúa antes de pensar.

El cine español, tan ciego al enorme filón de su literatura, no ha mostrado demasiado interés en este personaje aunque existe una película que poco o nada tiene que ver con el caballero. Se titulada La otra vida del capitán Contreras y cuenta en clave cómica qué pensaría el legendario soldado si un día abre los ojos y se encuentra en el Madrid de los años 50 del pasado siglo XX. La idea es notable y se refleja en poderoso blanco y negro. Alonso de Contreras está interpretado por un Fernando Fernán Gómez que casi siempre estuvo en estado de gracia cuando había que interpretar, dar la cara en teatro, cine y televisión.

Una cuestión de honor como las idas y vueltas de nuestro valeroso y buen capitán.

Saludos, ¡¡¡hermanos!!!, desde este lado del ordenador

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