Adaptaciones al cine de novelas canarias

El cine que se hace en Canarias cuenta entre otras curiosidades con las adaptaciones de novelas escritas en las islas pero no son todavía muchas. En este artículo no se pretende enumerar todas las que se han realizado hasta la fecha pero sí algunos títulos que, a raíz del estreno de La estrategia del pequinés, trae a la actualidad la posibilidad de explotar cine y literatura por las sinergias que arropa y el diálogo que establece entre dos mundos aparentemente diferenciados pero que se retroalimentan cuando se unen.

En la relación que se expone a continuación hemos eliminado por razones de criterio La niebla y la doncella, de Andrés M. Koppel porque adapta una novela que se desarrolla en el Archipiélago, en concreto La Gomera, pero no está basada en una novela escrita por un autor de las islas y se han obviado los documentales de Miguel G. Morales Los mares petrificados, sobre Domingo López Torres y Una luz en la isla. Domingo Pérez Minik. Tampoco se reseñan Fetasianos, el laberinto habitado y Ella (s), ambas de David Baute, en torno al grupo literario tinerfeño y la escritora Mercedes Pinto, entre otros.

Comenzamos este viaje con una película que si bien no está basada en una novela sí que lo está en una zarzuela, La hija del Mestre, de Santiago Tejera Ossavarry y que fue llevada al cine en 1928 por Francisco González González y Carlos Luis Monzón. La película, que no rinde justicia a la pieza original porque es silente, está considerada como el segundo largometraje de ficción rodado en Canarias por un equipo canario. Dos años antes y en Tenerife ya se había comenzado a tantear las posibilidades del todavía nuevo arte con El ladrón de los guantes blancos (José González Rivero y Romualdo García de Paredes) que hace pasar los paisajes de Tenerife como británicos.

La segunda adaptación que tenemos registrada de un texto canario es Tirma (Paolo Moffa y Carlos Serrano de Osma, 1954) un filme que se basa en la obra teatral del mismo título de Juan del Río Ayala y que podría considerarse como la primera producción que se desarrolla en los tiempos de la conquista allá por el siglo XV. El filme, una coproducción hispano italiana, está interpretada por Silvana Pampanini, Marcello Mastroianni y Gustavo Rojo y cuenta el romance entre una princesa canaria con un joven europeo.

Marcello Mastroianni recordaba en su libro de memorias Sí, ya me acuerdo… (Ediciones B, 1997):

“Luego hice algo también exótico: Cuando suena el tam-tam (Tam Tam Mayumbe), en África, en El Congo y, ah, Tirma (La principessa delle Canarie), con la simpática Silvana Pampanini. Silvana parecía una piel roja. Todas las mañanas llegaba vestida y maquillada, y le preguntaba al director, Paolo Moffa (que se convirtió en director porque había echado al director español):

– Paolo, ¿estoy regia?
– ¡Sí, sí! – decía Moffa.

Pasé dos o tres meses en las Islas Canarias, en verano, embutido en un traje de Cristóbal Colón. Siempre he tenido las piernas delgadas, así que tenía que ponerme también esos pantalones tan ceñidos de terciopelo que llegan hasta medio muslo. ¡Hacía un calor infernal!.”

En los años setenta y con un guión basado en el poema escrito por Alonso Quesada, La umbría, Pepe Dámaso ofrece una personal visión de la obra sin descuidar la forma y el fondo del texto original, que cuenta la historia de una familia acuciada por la tuberculosis, la muerte y los espectros de sus antepasados en una casona del Valle de Agaete a principios del siglo XX.

Jorge Lozano, en La Palma rueda La pared de Roberto (1977), inspirada en una leyenda popular recogida en la prensa palmera del siglo XIX por Antonio Rodríguez López y Elías Santos Abreu, que inicia una nueva etapa en la filmografía del director bajo el nombre de Cuentos y leyendas de La Palma que engloba además El salto del enamorado (1979) y Aysouragan (Lugar donde la gente se heló), de 1981.

Al margen de estas dos producciones, si hay una novela canaria llevada al cine que esperaba romper con todas las expectativas fue Mararía (Antonio Betancor, 1998), una discutida adaptación de la ya canónica novela de Rafael Arozarena cuyo proyecto lo puso en marcha primero el colectivo Yaiza Borges barajando a Jaime Chávarri como director y con guión de Lola Salvador, hasta el resultado final, una producción de Andrés Santana con música de Pedro Guerra y un reparto internacional en el que figuraban Goya Toledo, Carmelo Gómez, Ian Glenn, Mirta Ibarra y José Manuel Cervino, según un guión escrito por Carlos Álvarez y Antonio Betancor.

La serie Océano (Ruggero Deodato, 1989) se basa en las novelas que el escritor tinerfeño Alberto Vázquez Figueroa ha escrito sobre la familia de los Perdomo. La versión televisiva, que se rodó en Lanzarote, contó con un reparto multinacional, en el que destacaban actrices como Irene Papas y actores como Ernest Borgnine, entre otros.

En dibujos animados destaca en 1977 el episodio piloto de la serie de animación El chou de Cho-Juaá, basado en los personajes humorísticos de Eduardo Millares Sall y que en los años noventa se materializaría como serie de trece episodios bajo la dirección de Ramón Saldías y La historia de Canarias, en cuyo guión participaron historiadores de las dos universidades del archipiélago.

Dejando a un lado el mundo de la animación, en 2007 se estrena La caja, de Juan Carlos Falcón, una película basada en la novela Nos dejaron el muerto de Víctor Ramírez y en 2016 La punta del iceberg (David Cánovas) que adapta la obra de teatro del mismo nombre de Antonio Tabares.

Josep Vilageliú, uno de los cineastas de la resistencia del cine canario desde los setenta, es el director de otra adaptación, esta vez sí de una novela: No te mentiré, de la escritora y periodista Doris Martínez mientras que Aurelio Carnero adapta el relato de José Santiesteban Suena el destino, digo el teléfono, ¿lo coges?. A esta nómina se suma ahora La estrategia del pequinés, de Elio Quiroga según la novela de Alexis Ravelo.

Se han quedado en proyectos adaptaciones largamente anunciadas como Las espiritistas de Telde, una novela de Luis León Barreto, convertir en serie las andanzas de José García Gago y Ricardo Blanco, personajes creados respectivamente por Antonio Lozano y José Luis Correa, versionar Un camino a través del infierno de Javier Hernández Velázquez, Las flores no sangran, de Alexis Ravelo y Villa Melpópene, una novela de Santiago Gil que recrea la estancia del músico Camille Saint-Saëns en Gran Canaria.

Sañidos, mañana será otro día, desde este lado del ordenador
Saludos, ¿continuará?…, desde este lado del ordenador

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