Ryukichi Terao: “Tengo pesadillas cuando traduzco al japonés un libro de Carpentier”

Ryukichi Terao (Nagoya, Japón, 1971) dice que hay ocasiones en que se desespera cuando traduce pero intenta siempre quedar satisfecho con el resultado final. Lo que a veces ocurre y otras no. Terao fue uno de los invitados del 2º Festival Hispanoamericanos de Escritores que se celebró en Los Llanos de Aridane (La Palma) del 10 al 14 de septiembre y foro en el que habló de traducir y de traducciones.

Doctor en Letras de la Universidad de Tokio en 2005. Actualmente es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Waseda y autor de libros de estudios literarios como Literaturas al margen (2003), La novelística de la violencia en América Latina (2005) y El realismo mágico: la novela latinoamericana del siglo XX (2012).

Como traductor de novelas hispanoamericanas cuenta, entre otros títulos, con La región más transparente (Carlos Fuentes), Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante), Casa de campo (José Donoso), Historia de Mayta (Mario Vargas Llosa) y El hombre que amaba a los perros (Leonardo Padura) y como traductor de novelas japonesas al español con Encuentros secretos (Kobo Abe) y Adiós, libros míos (Kenzaburo Oe). Le encantaría traducir los cuentos de Yasunari Kawabata, premio Nobel de Literatura en 1968 y maestro, entre otros escritores japoneses, de Yukio Mishima.

- ¿Cómo decide aprender español?

“La verdad es que fue sin querer la forma en cómo llegué a este idioma. Me lo propusieron en la Universidad y dije sí. Se impartía durante cinco horas a la semana y una vez dentro ya no hubo marcha atrás aunque poco a poco fui descubriendo que me gustaba y su literatura también. Sobre todo la hispanoamericana. Leí a Gabriel García Márquez y a Mario Vargas Llosa lo que me animó a especializarme en estudios latinoamericanos el segundo año”.

– ¿Recuerda la primera obra que tradujo del japonés al español?

“Fue un cuento de Junichiro Tanizaki. En aquel entonces vivía en Venezuela trabajando en una tesis para el doctorado en la que estudiaba y comparaba la violencia en países como Colombia, Venezuela y Méjico. Al escribir la tesis en español quise mejorarlo y me pareció que una buena práctica podía ser la traducción al español de un cuento de Tanizaki. Entonces vivía en Mérida, ciudad en la que reside mi estimado amigo y escritor Ednodio Quintero, que es un experto en literatura japonesa, y a quien le mostré la traducción de ese cuento que, tras leerlo, me animó a que hiciera lo mismo con los restantes, lo que realicé. Aprendí mucho con este ejercicio y, al mismo tiempo, mejoré mis conocimientos en español. Los siete cuentos traducidos de Tanizaki se publicaron como libro en Venezuela en 2007”.

- ¿Y del español al japonés?

“La primera obra que traduje fue El escritor y sus fantasmas, un ensayo de Ernesto Sábato que se ha convertido en uno de mis libros de cabecera y al que recurro constantemente porque está repleto de sugerencias. Por esta razón y al contar con el patrocinio del Gobierno de España, se planeó inaugurar una colección en 2008 con este libro. Se trataba de una colección en japonés de autores ganadores del Premio Cervantes y se acordó que comenzase con el libro de Sábato, que apareció al año siguiente, 2009”.

- Si ya de por sí es complicado una traducción, se me ocurre que debe ser el doble de difícil cuándo se trata de traducir el japonés al español y viceversa.

“Cuando traduzco del español al japonés lo puedo hacer solo, no hay problema pero cuando es al revés, del japonés al español tengo que consultar con los amigos, leer libros, recurrir si está vivo al mismo autor de la obra porque necesito que alguien me corrija y me contradiga. Que me regañe incluso. El japonés y el español son idiomas totalmente diferentes, no tienen nada en común, las estructuras gramaticales son radicalmente distintas y en ningún caso la traducción literal sirve, lo que me fuerza a que el texto traducido no se lea como una traducción sino como si estuviera escrito en el idioma de uno. No me gusta que las frases traducidas fluyan sin originar ninguna turbulencia”.

- ¿Y cómo lo consigue?

“No lo sé. Soy traductor”.

- Pero tradujo una obra tan compleja como Tres tristes tigres de Cabrera Infante.

“Y la gente me pregunta a veces cómo lo hice y me quedo pensado en una respuesta cuando la verdad es que me encontraba sentado en mi butaca frente al ordenador y rodeado de diccionarios. Muchos diccionarios al alcance de mi mano”.

- ¿El traductor es un traidor sobre la obra que traduce?

“Sí y no, ya que si te empeñas en que tu trabajo se parezca demasiado al original esto no es lo tuyo. No puedes traducir absolutamente nada. Por ejemplo, cuando traduje Tres tristes tigres consulté la versión inglesa en la que colaboró Guillermo Cabrera Infante y la comparé con la versión en español y me di cuenta que había una parte que no se correspondía en una y en otra. El mismo Cabrera Infante aceptó esa traducción al inglés, lo que significa que él mismo se traicionó con respecto al original en español lo que me dio mucha tranquilidad y confianza. Entre otras, la libertad de introducir frases que no aparecen en el texto original y de inventar palíndromos que no están en el libro. Creo que todo esto lo hubiera disfrutado Cabrera Infante si supiera japonés”.

- ¿Pero cuánto piensa que se pierde o se gana con una traducción?

“La esencia no se pierde, un buen texto literario tiene alcance universal. Y ese espíritu se puede conservar en una buena traducción literaria. Por otro lado, sí que se pueden perder los detalles pero si se pierden es algo que no debe de preocuparnos ya que es lo que ocurre cuando se pasa un texto a otro idioma, lo importante es que el traductor conserve en todo momento la esencia de la obra”.

– ¿Qué autor le resulta más difícil de traducir del español al japonés?

“Sufrí doblemente a Carpentier porque se trata de un escritor barroco, con frases muy enrevesadas. Su vocabulario es demasiado amplio y minucioso. Me costó mucho traducir El recurso del método y eso que traté de respetar lo rebuscado de sus frases. Es una pesadilla traducir a Carpentier al japonés a quien de cierta manera sufrí por partida doble al traducir la parodia que escribió Guillermo Cabrera Infante con el estilo de Carpentier en la novela Tres tristes tigres y eso que se trata de un texto de apenas diez páginas, diez páginas que costaron y que casi me hicieron odiarlos a los dos. Lo recuerdo como una pesadilla, a cada rato aparecían palabras que nunca volveré a ver y que consultaba en diccionarios y enciclopedias. Fue una pesadilla, una pesadilla que ahora recuerdo gratamente”.

- ¿Y la traducción más fácil?

“Los textos que están escritos en un español estándar no me originan demasiadas complicaciones. Mi última traducción, El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, sí que me dio complicaciones ya que a cada rato me enfrentaba a la dificultad de traducir hechos y personajes históricos que combatieron en la Guerra Civil española y que desconocía pero por eso también ha sido un trabajo muy grato, grato porque no fue fácil pero sí ameno”.

-¿Qué autor latinoamericano que no ha traducido le gustaría traducir?

“Son varios. En estos momentos estoy con la traducción de Noticias del imperio, de Fernando del Paso, que tiene unas setecientas páginas y estoy comprometido a traducir La forma de las ruinas, del escritor colombiano Juan Gabriel Vasquez. Todavía quedan obras de literatura latinoamericana que no se consiguen en japonés como Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos. Estoy leyendo constantemente con la idea de qué traducir. En estos momentos, una editorial japonesa ha puesto en marcha la colección El Dorado con la misión de publicar las obras más representativas de la literatura hispanoamericana moderna. Hemos conseguido publicar hasta la fecha 21 títulos. El penúltimo fue, precisamente, El hombre que amaba a los perros, de Padura. La editorial está muy satisfecha con las ventas y los resultados obtenidos y quiere ampliar la colección a unos cincuenta títulos”.

- Entonces, ¿hay interés en Japón por lo que se escribe en español?

“Más o menos aunque el interés por el español ha crecido bastante en los últimos años. Hablo como profesor universitario que se encuentra con jóvenes que quieren estudiar español y viajar a España. Este mismo interés se dirige a Hispanoamérica ya que se han desarrollado los estudios de los países latinoamericanos. Poco a poco, se ha incrementado el interés del español como idioma, lo que tratamos ahora es que se refleje en un aumento de lectores japoneses”.

- ¿Ha traducido poesía?

“Sí, he traducido Valer la pena de Juan Gelman y debo de reconocer que fue una experiencia tremendamente difícil, pero quise hacerlo porque ese poemario me encantó, me enamoré de él. Quise traducirlo enseguida. También traduje una antología de poemas de Gonzalo Rojas que me resultó muy difícil así que no sé si volveré a traducir poesía. Me quedé muy contento con el poemario de Gelman, de hecho vino a Japón donde recitó algunos de sus poemas que yo traducía al auditorio en japonés. Este trabajo me dejo muy satisfecho pero con la antología de Gonzalo Rojas no pasó igual. Fue una labor que me resultó frustrante ya que de vez en cuando releo mis traducciones y esa en concreto me disgusta bastante. No, no creo que vaya a traducir poesía otra vez”.

- ¿Crece el número de traductores japoneses al español?

“Sí pero todavía somos muy pocos. El gobierno japonés no da mucha importancia al español, lo que viene de atrás ya que durante el período Meiji, dinastía que inició una cierta occidentalización en mi país, aparecieron muchos traductores pero se dio más importancia al inglés, francés, alemán e incluso ruso que al español. Yo soy la tercera generación de estudiantes de español de la Universidad de Tokio porque, como dije, hay otros idiomas con más tradición traductora. Si me comparo con ellos, los de español somos aún muy pocos”.

- ¿Tiene preferencia por la literatura de algún país latinoamericano?

“No, no tengo preferencia. Solo pido que sea buena literatura”

AHORA

Ryukichi Terao se encuentra en estos momentos traduciendo el monólogo de la emperatriz Carlota que Fernando del Paso incluye en la novela Noticias del imperio. Terao no dice traducir sino batallar en concreto con este texto ya que, explica, “soy un hombre coherente que se enfrenta a un discurso incoherente que me está resultando muy difícil aunque creo que está quedando bien”. Ya lleva traducida unas seiscientas páginas de la novela. Más identificado con las literaturas de hispanoamérica que con la española, Terao que residió un año en Madrid, pasó siete en varios países de Iberoamérica, por lo que conoce y maneja esa realidad.

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Juancho García

Saludos, entre los arriozales, desde este lado del ordenador

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