Alfonso García: “No hay espacios sagrados para el arte”

Alfonso García (Santa Cruz de Tenerife, 1961) comenzó su carrera en el arte trabajando las dos dimensiones aunque ya desde pequeño sintió la llamada por expresarse en tres..

Las tres dimensiones ocupan el Espacio y Taller de Arte Alfonso García (ESTAAG), una propuesta permanente de la obra de un artista que cree en lo que hace y para conseguirlo trabajo en ello diariamente.

Doctor en Antropología por la Universidad de La Laguna, algunas de las obras en la calle de Alfonso García son la que se expone en los exteriores del Castillo de San Felpe, en el Puerto de la Cruz y en los jardines del Hospital Universitario de Canarias.

Este viernes, 13 de diciembre y a las 19.30 horas, presenta en ESTAAG Memoria del futuro/Mémoire de l’Avenir en la su autor establece una comunicación con un punto de partida que va más allá de lo presente y lo vivido para dar respuesta a una pregunta. La serie está consta de 25 obras que fueron realizadas en 2019 y de las cuales diez son bronces y quince han sido elaboradas en hierro y acero

- ¿Qué fue primero la escultura o la pintura?

“Comencé trabajando con un soporte en dos dimensiones: tinta y lápices de colores sobre papel, aunque recuerdo de muy joven realizar obras en tres dimensiones en piedra lapilli. Es probable que siga alternando escultura y pintura, pero, desde hace 35 años, presento públicamente mi obra escultórica”

- ¿Por qué se produce esa transición?

“Supongo que la cuestión es ¿cómo las tres dimensiones desplazan a las dos? Es probable que tenga que ver con que el mundo en que vivimos tiene más sentido cuando lo vemos en sus tres dimensiones, cuando se despliega en el espacio, máxime si le sumamos la dimensión temporal, con los materiales que conforman las obras, y el tamaño de las mismas. En ocasiones, mis obras monumentales, centran su fuerza en la sencillez, pese a sus enormes volúmenes, como es el caso de mi obra instalada junto al Castillo de San Felipe en el Puerto de la Cruz (2005). Estas obras se comportan acompañadas de una vibración que configura en ellas formas que las proyectan en un espacio que las trasciende y las libera del peso y las hace etéreas, impersonales, efímeras, frágiles, ingrávidas y sólidas a la vez”.

- ¿Qué tiene para usted de atractivo la escultura?

“El mundo en sí mismo es una gran escultura que además está conformado por miles de ellas y que, a lo largo de los siglos, han cautivado el ojo humano y sigue haciéndolo en la actualidad. Ya sea al observar esculturas en materiales naturales, piedra, mármol o madera, sometidos a poca o mucha transformación por parte del artista o al centrar nuestra mirada en esculturas realizadas en bronce o aluminio, mediante procesos de fundición, o también el trabajo con aceros en sus distintas variantes”.

- ¿Y con qué materiales ha trabajado y con cuál de ellos se siente más cómodo? ¿Por qué?

“En los años 80, comencé trabajando con materiales más accesibles en la naturaleza, tales como la piedra o la madera. Desde los noventa hasta hoy, he querido experimentar con hierros y aceros. He realizado esculturas de fundición en bronce y aluminio con más intensidad en la última década. Cada material y cada proceso de elaboración tiene sus procedimientos y requisitos y cada obra pide y llama a unos materiales como soporte. En muchas ocasiones, me comporto como un facilitador que ayuda a la obra a emerger con dicho soporte y en cuanto la escultura cobra vida, se libera de mí. Pienso que una comprensión básica de las esculturas que realizo no puede limitarse al análisis de su organización formal, sino que va íntimamente unida a los materiales y las técnicas empleadas”.

- ¿Qué intenta transmitir con sus obras?

“Los motivos, el proceso, el contexto y los fines de mis obras no son cuestiones que se planteen de modo semejante en el trabajo que conlleva cada obra escultórica. En la escultura hay más conceptos implícitos, aunque el reduccionismo trabaje bajo los supuestos técnico y conceptual, que agrupan, a su vez, otros conceptos no menos importantes, como son la técnica, la creatividad, la sensibilidad y los conocimientos. Al final, el arte conjuga todos esos parámetros al que suma, incluso, en ocasiones, un proceso de reflexión del artista, de carácter intelectual o de otra índole, que plantea una comunicación que proyecta en el espectador”.

- ¿Por qué esa verticalidad de las formas?

“Supongo que hay diversas constantes en algunas de mis obras y es probable que la verticalidad sea una de ellas. Transformar el mundo real en nuestro mundo creativo nos transforma a nosotros y a nuestras esculturas y estas, a su vez, pueden influir en el contexto social en el que se inscriben o en los espectadores que las observan. La verticalidad no es ajena a ello. Ni tampoco la transformación personal y profesional del encuentro entre artistas que comparten un lenguaje y con otros profesionales que usan un lenguaje común como medio de expresión”.

– Háblenos de sus series, peculiaridades, características.

“Todas las obras que he realizado, llevan implícito un aspecto no sólo técnico sino personal en lo que al oficio se refiere e incluyen lenguajes diferentes y diversos, simbólicos en ocasiones: “Eidolón” (1991), “La Nada” (1996), “Óculos” (1999), “Lécitos” (2000), “Iniquidad” (2013), “La danza mágica” (2015), también obras que representan lo natural, como “Condiciones naturales” (1988), obras que se apropian de códigos temporales en contextos sociales y personales, como las “Armas inútiles” (1989), “Gestos y geometría” (2005), “Cayucos” (2006), “Volátiles” (2007), “Viajes” (2008), “Cajas de luz” (2009), “La piel herida” (2014), “Centaurides” (2016), “Les Vents” (2017), “Poemas de fuego” (2018). En una búsqueda incansable cargada de intenciones variadas, proposiciones y propuestas”.

- Su trabajo no sigue una línea definida, es más conceptual…

“La escultura ha ido ampliando no sólo su denominación sino también su campo. Ya no sólo se le suma la representación tridimensional, que, en mi caso particular, se aleja de la visión antigua heredada hasta nuestros días de la copia de la naturaleza o como representación de acciones u objetos. Quizá muchos nos posicionamos en un más allá cercano a otra disposición, de simplicidad e integración de las partes de la obra en un todo, en un proceso que se aproxima a una realidad, a otra realidad de corte más subjetivo, que pasa por filtros conceptuales, perceptivos. Hay una aprehensión de continuidades y discontinuidades de un mundo enigmático, que en ocasiones busca comprender, conocer e incluso modificar el espacio mediante sensaciones y vivencias de un fragmento de apariencias que a través del ojo y la mano del escultor se funden frente a la mirada del espectador”.

- ¿Qué pretende representar en su última colección, Memoria del futuro?

Memoria del Futuro/Mémoire de l’Avenir nos habla de que el futuro es la vida que está siendo vivida… Explora la evidencia de no dudar en el porvenir que salva los temores y afianza la esperanza. Que no se encorseta en la normalidad y en la cronología, sino en el propósito, en la existencia, en la inclusión, pues, aunque depende de los otros, se sustenta en el yo, en quien construye.
El futuro se abre al porvenir, el cual se aleja de subordinar al individuo a una cultura concreta, que busca dar sentido, permite administrar el tiempo e individualizar nuestras vidas con expectativas, esperanzas y utopías. No busca enmendar ninguna injusticia del pasado o del presente, ni el silencio o la invisibilidad a que se ha sometido el arte canario en los últimos 30 años. Como diría el poeta y escritor Domingo Pérez Minik: “alrededor, dentro y fuera”. Busca establecer una comunicación con un punto de partida más allá de lo presente y lo vivido, como respuesta a una pregunta.
Memoria del Futuro/Mémoire de l’Avenir nos habla a través de su obra de un futuro ausente de pasado, con sentido y, a la vez, de libertad en la que el arte da la oportunidad de vivir un comienzo, una aventura… abierto al tiempo y a espacios que transforman la vida en destino”.

- ¿Puede haber una Memoria del futuro o es una contradicción que propone a posta?
“Se trata de una gran paradoja, en la que buscamos orientarnos al futuro mientras miramos lo simbólico, al futuro curso de los acontecimientos, a lo esencial, a lo probable, a un conjunto de obras y acontecimientos extraordinariamente difíciles de manejar e interpretar en el que se vean realizados nuestros ideales. Un proceso hacia lo humano al que Rousseau llamó perfectibilité.
Por un momento la obra renuncia a la mirada al pasado, pero no a lo esencial para el futuro: a la mirada y el encuentro con el otro, de lugares cercanos o distantes, de condiciones socioculturales diversas que posibilita, por lo menos a mi persona, el primer paso para mirarnos y encontrarnos, aunque pueda resultar lacaniano, de modo que nuestro lenguaje se encuentre y la producción artística sea significativa, para realizar ese viaje continuo que es la vida.
Memoria del Futuro/Mémoire de l’Avenir habla de un tiempo que no es un tiempo en el que nos aislamos mirando a lo profundo, hacia adentro, sino hacia afuera…, que no mira hacia atrás, que nos mueve en un mar de cultura y se apropia de los espacios que están por venir. No recordar. Para el tiempo del recuerdo y del olvido, para abrirnos al tiempo de lo posible, de lo deseable, al tiempo universal que nos sobrecoge y nos lanza a universos superiores, que nos permita, tal como decía Borges, admirar al hombre de todas las opiniones”.

- A qué da prioridad ¿a las formas, a la estética o a lo que quiere transmitir con sus obras?

“En la serie Memoria del Futuro/Mémoire de l’Avenir doy un salto hacia adelante al hablar del Art de l’Avenir que nos invita a cambiar la mirada de lo que habitualmente hacemos, que en mi caso es hablar de las historias, la memoria y el olvido, cuestiones sobre las que siempre me he interesado junto a la reconstrucción de significados. Memoria y olvido que nos devuelven al presente, que se conjugan en los mismos tiempos. En el caso que nos trae, conjugamos en futuro para vivir el inicio, dejando a un lado el presente, que nos invita a vivir el instante y el pasado que siempre nos lleva a vivir el retorno. En todos los casos para no repetirlo. De modo que realizamos un recorrido por el mundo de los espacios interiores y exteriores y ahondamos en los nuevos vínculos poéticos, no en los que nos han ayudado a crecer que han creado en nosotros nuestra vida, sino en nuevos espacios habitados, un nuevo subconsciente y un consciente que se construye desde una nueva sensibilidad y que nos arropa en un camino por descubrir plagado de nuevos sueños, protegido de la mirada de los demás, pero bajo la atenta presencia de sus silencios”.

- ¿Está a favor de que el espectador palpe sus esculturas?

“Tal como un Art de l’Avenir que nos habla y que es a quienes lo ven, a quienes corresponde interpretar lo que les dice como si de un eco de la realidad se tratase, se abre la posibilidad del encuentro mediante el tacto de quien la observa con las obras. Sin obligarlos a ello, desde la incomprensión y el secreto que puede impregnar la obra de arte, pues su concepto no es discursivo, sino figurado, irreal. Envuelto en un secreto que comunica lo inapropiable, lo permanente en la obra de arte pese a toda la hermenéutica, un secreto impuesto por la naturaleza no artística de la realidad. Obras de arte que viven en la consciencia de quien las contempla y que están más allá de lo subjetivo, entre lo real y lo subjetivo”.

- ¿Cuál cree que es el espacio natural de una escultura?, ¿la calle, los interiores?

“Como la naturaleza misma, la escultura puede ocupar espacios naturales y creados: la naturaleza, el hogar, museos o salas de exposiciones. Los talleres en que fueron trabajadas y vieron la luz. No hay espacios “sagrados” que acojan el arte, aunque en la actualidad los museos cumplen implícitamente dicha función al posibilitar destacar y potenciar las obras que presentan, facilitando la comunicación de la obra con el espectador. El espacio urbano no es ajeno a la escultura: plazas, parques o jardines acogen esculturas en las que es más frecuente el anonimato. El urbanismo de la modernidad ha ayudado a ello al crear escenarios propicios, habitables, que invitan a la vida social incluyendo obras o monumentos afines a los intereses de las personas”.

- Hablemos de su galería, el “Espacio y Taller de Arte Alfonso García (ESTAAG)”, ¿cómo nace?, ¿qué necesidades le llevaron a organizar esta propuesta?

“Inaugurado en 2014, el “Espacio y Taller de Arte Alfonso García (ESTAAG)” es mi propuesta expositiva permanente en la que creo y trabajo diariamente. ESTAAG cuenta con un espacio expositivo diáfano y también con un taller. Se trata de mi proyecto artístico donde, además, se encuentran aquellas de mis obras que conservo”.

FIRMA FOTO 1: Carlos Schwartz

Saludos, la oared blanca, desde este lado del ordenador

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