Pilar Carreño: “José Julio fue el primer artista que expuso arte abstracto en Canarias”

La obra pictórica de José Julio Rodríguez (Los Llanos de Aridane, La Palma, 1916-Madrid, 2002) continúa siendo desconocida en el archipiélago en el que nació. Para romper este silencio, la Biblioteca de Artistas Canarios incluye un extenso trabajo sobre su vida y obra que firma la investigadora de arte, Pilar Carreño Corbella, quien desvela las claves que caracterizan la producción del artista así como detalles hasta ahora poco conocidos de su vida.

El volumen, número 63 de la colección, se prevé que se presente a finales de mayo en la Feria del Libro de las dos capitales canarias y en la localidad natal de José Julio coincidiendo con la publicación de otro libro de la BAC centrado en esta ocasión en la también artista palmera Carmen Arozena.

- ¿Qué destacaría de la producción artística de José Julio Rodríguez?

“De toda su producción artística, sin duda, resaltaría su temprano paso a la abstracción, ya que en marzo de 1950 presentó en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria la primera muestra abstracta del archipiélago, que tituló Arte absoluto 1949/50, con obras sobre papel en las que combinaba la decalcomanía y los trazados geométricos”.

- ¿Qué etapas cree que definen su arte?

“En primer lugar, la figuración en sus inicios como pintor hasta 1946; en segundo, su militancia en los grupos de vanguardia (PIC y LADAC), en los que alcanza la abstracción y la desarrolla (1947-1953); en tercero, un periodo corto de retorno a una figuración más avanzada (1954-1955); y por último, el espacialismo y expresionismo abstracto (1957-1964)”.

- ¿Hasta que punto pudo cree que pudo influir que se dedicara a la pintura que su padre fuera fotógrafo?

“Creo, en efecto, que su padre ejerció cierta influencia: cuando vivían en La Palma, en su casa en Los Llanos de Aridane, había revistas con reportajes de arte, de esta manera conoció muy temprano la obra de Kandinsky; además en el estudio fotográfico su padre le fotografiaba a menudo y estaba familiarizado con todo lo referente a este arte; pero también en el colegio su maestra, Fernanda Pérez, le invitó a asistir desde muy pequeño a las clases de dibujo”.

- José Julio, como ha dicho, es natural de Los Llanos de Aridane, ¿se percibe en su pintura?

“Siempre me hablaba de su infancia en La Palma con cierta nostalgia, pero de ahí a trasladarlo a la pintura es otra cosa, hasta ahora no me he encontrado ninguna obra de esos años”.

- Creo que durante la redacción de este volumen tuvo dificultades para acceder al archivo del pintor, ¿por qué?, ¿y por qué se encuentra en Icod de los Vinos?

“No exactamente al archivo del pintor, porque José Julio me legó una parte de la documentación que conservaba y su familia me ha abierto de par en par las puertas de su casa. La documentación a la que no tuve acceso es a la documentación oficial que pudiera haber en el Archivo Municipal de Icod de los Vinos. Residió allí y su padre montó una fábrica de caramelos en esta localidad. Sin embargo, a pesar de realizar la solicitud con registro de entrada y hablar por teléfono con la última concejala, la respuesta fue que no tenían organizado el archivo ni tampoco un técnico”.

- José Julio conoce, tengo entendido, a Emeterio Gutiérrez Albelo en esta localidad.

“Emeterio Gutiérrez Albelo le dio clases de dibujo en Icod de los Vinos y dado la vertiente poética de José Julio se estableció una relación amistosa que perduró en el tiempo, coincidieron en la revista Mensaje”.

- Traba amistad también con Eduardo Westerdahl.

“Para José Julio fue una amistad excepcional, siempre me resaltó el papel de Westerdahl como crítico de arte, al que le mostraba sus obras y consultaba sus libros, además de ver muy a menudo su colección. Creo que esa relación fue definitiva en su pase temprano a la abstracción”.

- Eso quería preguntarle. ¿Cómo llega José Julio al arte abstracto?

“Llega al arte abstracto por la influencia de la colección y biblioteca de Eduardo Westerdahl, y por la influencia directa del crítico. En la obra abstracta de José Julio hay un lenguaje personal muy meditado, donde el color es determinante, tanto en su periodo abstracto de los años cincuenta, como el las obras espacialistas de los sesenta”.

- Antes mencionó que José Julio formó parte del grupo LADAC, ¿qué es LADAC y que espacio ocupa en este grupo?

“Se vincula al colectivo de los arqueros en 1951, cuando el grupo se forma oficialmente. Es uno de los cuatro artistas junto a Felo Monzón, Juan Ismael y Millares que expone en la sala Syra de Barcelona, unas obras que nunca recuperó. Para esta muestra realiza una serie de cuadros, en los que introduce sobre un fondo monocromo o polícromo un trazado lineal y en ocasiones rellena los espacios triangulares con arena de la playa, obras que tuvieron una muy buena acogida en la crítica catalana”.

- Sin embargo, en 1953 se establece en Madrid y vuelve a sus inicios, a la pintura figurativa moderna. ¿Qué destacaría de esta etapa?

“Este retorno a la figuración se produce por agradar a su joven esposa que prefería este tipo de obras, pero también influye su traslado de residencia a Villarejo de Montalbán, un entorno que le sirve como fuente de inspiración. Son obras frescas, de pincelada suelta y conceptualmente modernas”.

- José Julio expone en Madrid en 1962. ¿Comenzaba una nueva aventura artística o anunciaba el final de su carrera como artista?

“Las dos cosas a la vez: por un lado, inicia una nueva etapa, al recurrir a nuevos materiales, como el látex y las limaduras de zinc, y limitar la paleta cromática al negro y plata, pero no obtuvo los resultados que el pintor esperaba, y por otro, una obra tan potente que presagia su final como pintor”.

- Usted que lo conoció, ¿cómo lo recuerda, qué destacaría de él como persona?

“Logré localizarlo a través del también pintor y amigo suyo, Teodoro Ríos, cuando le entrevisté para mi tesis doctoral sobre las Vanguardias en Canarias, dado que ambos habían participado en el grupo PIC (Pintores Independientes Canarios) en 1947. Le conocí personalmente en 1984, en una primera entrevista en la que lejos de cerrarse, me explicó con todo lujo de detalles datos que desconocía y que más tarde pude contrastar con documentación, al tiempo que me iba mostrando obras de su trayectoria artística. A este primer encuentro siguieron muchos más, además de cartas y llamadas telefónicas. Se estableció una amistad, además era un hombre muy familiar, siempre optimista, vitalista, educado así que valoro muchísimo que me contestase siempre con sinceridad”.

- ¿Cuándo y dónde fue su última exposición?

“Su última exposición la organizó CajaCanarias, cuando Alberto Delgado era el responsable de la Obra Social de la entidad en 1991. José Julio donó dos obras al concluir la muestra, las únicas que se encuentran en una colección institucional en Canarias”.

- ¿Por qué se retira de la pintura?

“Estuvo pintando y dibujando hasta el final de sus días aunque de lo que se retiró definitivamente fue del mundillo artístico”.

- Antes mencionó que realizó decalcomanías, ¿cómo las definiría?

“Los referentes de estas obras son, sin duda, las de Óscar Domínguez que conoció en casa de Westerdahl, pero José Julio siempre utiliza gouache o acuarela, o bien ambas a la vez, pero nunca tinta china, y la intervención después de la transferencia de la pintura son trazados geométricos”.

- ¿Por qué sigue siendo prácticamente un desconocido en los ambientes culturales de las islas?

“Por varios motivos, principalmente, porque se marchó en los años cincuenta del pasado siglo veinte, tampoco se conservan obra suya en los museos de las islas y hasta ahora no se había publicado una monografía hasta que el director de la colección Biblioteca de Artistas Canarios, Carlos Díaz-Bertrana, me ofreció realizarla. Ahora podemos acercarnos al conjunto de su producción pero falta una exposición sobre este artista, porque no es lo mismo una imagen de una obra que la propia obra”.

Saludos, gloria transit, desde este lado del ordenador

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