Total Khéops, una novela de Jean-Claude Izzo

Imitamos de los franceses el nombre con el que conocemos al género. Una literatura que además de policíaca aunque sus protagonistas no sean policías sino detectives privados, periodistas pasados de vuelta o ladrones y asesinos, acuña un tipo de novela que, como en Francia, se denomina como negro. En Francia surge además en los años setenta el neo polar, movimiento que renovó el género policial francés y que se caracterizó por su politización –aún resonaban los ecos del mayo de 1968– y violencia. Entre sus autores, se encuentra Jean Patrik Manchette, uno de los más influyentes.

Con el paso de los años, el noir se ha instalado perfectamente en la literatura francesa así como también en su cine y en los cómics. Francia cuenta con un notable pasado en esta literatura, tendencias que tras el boom que vivió el género durante las primeras décadas del siglo XXI, continúa ocupando un capítulo importante. Tanto, que es habitual que surjan nuevos nombres cuyos relatos trascienden fronteras.

Uno de los últimos grandes escritores franceses del género fue de ascendencia italiana y española, su nombre, Jean-Claude Izzo, a quien debe considerarse como el gran autor de novelas negras de su tiempo, mediados de los años noventa del pasado siglo XX.

La aportación de Izzo al género fue generosa. Y no solo por la creación de un personaje que se hizo sitio a codazos en la galería de la fama de antihéroes que forma este género, sino también por el alto contenido social que respiran al menos las tres historias que protagoniza Fabio Montale, un personaje que tiene mucho de Izzo.

Como en toda novela negra que se precie, el otro gran protagonista de la trilogía Montale es la ciudad de Marsella. Una ciudad portuaria, la tercera de Europa en cuanto a tráfico marítimo se refiere, tremendamente urbana, corrupta por las mafias que intentan hacerse con el control del mercado negro y por encima de todo, mestiza.

El escritor inició la serie con una novela que en su día publicó Akal con el título de Total Khéops, y en ella se reúnen ya todas las características del personaje y de la amplia y rica galería de secundarios que lo rodearán en las siguientes, Chourmo y Soleá, entregas donde Montale se hace más escéptico si cabe del que conocimos en Total Khéops.

Franceses de origen magrebí e italiano, senegaleses y algún hijo de españoles con pasado republicano, forman el caldo de cultivo de los bajos fondos de Marsella, una ciudad donde se vive al límite y en la que la xenofobia, la marginación y la satanización de inmigrantes es algo así como el pan nuestro de cada día.

En este escenario aparecen cadáveres, se inicia una investigación, da tiempo incluso para el romance y se combate contra un enemigo invisible que no es un virus sino hombres que manejan en la sombra los hilos del submundo y por lo tanto del poder. Por ahí asoma la extrema derecha y los contactos que mantiene con la mafia marsellesa. Son negocios, negocios que hieden a muerte y que Izzo describe con aliento casi periodístico. Entre todo este entramado, de amores que fracasan, muertes demasiado tempranas y por eso desconcertantes y amigos que no lo son y enemigos que tampoco parecen que lo sean, Jean-Claude Izzo concibió un fresco creíble y con identidad propia.

En estos días de encierro voluntario, recomendaría a los que están cansados de tantas noticias sobre el Covid-19 y de ver el televisor, que abran un libro de Izzo si tienen la oportunidad de pescarlos en la red, y sumergirse en su lectura porque son palabras mayúsculas y anticipa a que nos hagamos una idea de hasta donde se puede llegar cuando todo, todo, parece perdido.

Saludos, ya era hora, desde este lado del ordenador

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