Dácil Manrique de Lara: “El arte que hubo en mi familia tiene la capacidad de curar”

La cineasta canaria Dácil Manrique de Lara espera poder estrenar su primer largometraje documental, El último de los arqueros, en la sección Artscapes del HotDocs Canadian International Documentary Festival (Toronto). Estaba previsto que así se hiciera a finales de mayo pero el pase se pospuso tras desatarse la crisis de la Covid-19.

El último de los arqueros es una película en la que cuenta la relación que mantuvo la directora y guionista con sus abuelos, el pintor Alberto Manrique y la violinista Yeya Millares. Desgraciadamente, Alberto Manrique no pudo ver terminado el trabajo de su nieta al fallecer a finales de marzo de 2018.

El último de los arqueros repasa la trayectoria artística y familiar del artista, que formó parte Los Arqueros del Arte Contemporáneo (LADAC) junto a Felo Monzón, Juan Ismael y Manolo Millares, entre otros.

El documental, producido por La Mirada y la propia cineasta, se rodó entre 2011 a 2018 en Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Madrid.

- ¿Cuándo comienza a estudiar la idea de dirigir este documental?

“La idea comenzó años atrás, aproximadamente hace unos doce o trece años. Por aquel entonces en mi cabeza empezó a hacer runrún a la idea de realizar un documental sobre mi abuelo el pintor Alberto Manrique. Al principio quise hacerlo porque pensaba que mi abuelo se merecía un documental por quien era, por su gran personalidad, por su genialidad, por el artista en que se había convertido y por lo que significaba él para mi pero mi planteamiento inicial no fue realizar el documental que terminé haciendo. La idea era más bien realizar una pequeña pieza documental sin demasiada pretensión, un regalo para él y para los que quisieran conocer su obra de manera más profunda. Su obra más personal, el Realismo Fantástico, es injustamente desconocida en la tierra que tanto amó y en la que tanto creyó: Canarias”.

- Es su primer largometraje documental y dicen que leo se trata de un trabajo “conmovedor e intimista”.

“La idea fue creciendo y decidí comenzar a grabar por mi misma. Cuanto más indagaba acerca de su mundo y profundizaba aún más sobre las historias que mi abuelo (Alberto Manrique) y mi abuela (Yeya Millares) me contaban desde mi infancia, fui poco a poco entendiendo que allí había algo más, algo más que contar. Creo que esa investigación, los años de gestación, las innumerables veces que me tiraron el proyecto atrás durante la búsqueda de la financiación hicieron que el proyecto se fuera convirtiendo en una historia con mucho más corazón. De haber sido de otra manera, creo me hubiera rendido por el camino y no la hubiera hecho pero fue el corazón, aunque suene cursi, el que me hizo seguir adelante y no rendirme hasta el final. Quizás, de alguna manera ese mismo corazón está plasmado en el documental. El proyecto creció a lo largo del tiempo y por el camino me encontré a Ana Sánchez Gijón (La Mirada) que hizo posible que se terminara de rodar. La película acaba reflejando una historia muy personal; una historia coral en la que se entremezclan sus memorias, muchas de ellas contadas por mi abuela que conserva una gran memoria y, cómo no, mi propia memoria ya que crecí junto a él y parte de su memoria es también la mía”.

– La película descubre recuerdos “bellos y dolorosos”.

“En toda una vida uno puede encontrar recuerdos tan bellos como dolorosos y en mi familia, como en otras muchas, se encuentra una generación a punto de desaparecer que es la de nuestros abuelos que vivieron una época de la Historia realmente dura. Un época de posguerra, hambre, castigo y falta de libertad. Pero además está también mi historia personal que se entremezcla con la de mi abuelo. Soy la directora pero también la nieta, el vínculo es inevitable y en mi vida hay también recuerdos dolorosos que sobrellevé junto a el”.

- A la espera de su estreno ¿qué ha descubierto del pintor Alberto Manrique y de su esposa, la violinista Yeya Millares?

“Si digo con precisión lo que he descubierto sobre mi abuelo pintor y mi abuela violinista cuento el final de la película, y no debo hacerlo, así que trataré de contar de manera más general qué fue lo que descubrí… Descubrí de manera más profunda el significado de familia, de la herencia familiar y, sobre todo, que el arte que hubo en mi familia tiene la capacidad de curar.”

- Fue difícil, siendo nieta de los protagonistas, mantener cierto pudor. Si fue así ¿cómo lo sorteó?, ¿o dejó que fluyeran las emociones?

“Al principio del proyecto hubo más pudor pero la confianza era obvia por el vínculo familiar. No obstante, tuve un momento en el que me perdí y no sabía qué contar. En toda película y en todas las historias se entiende que debe haber un “conflicto” que ayude a estructurar y a contar mejor un guión. Me resultaba muy complicado pensar en la posibilidad de sacar y abrir la caja de Pandora pero según fui avanzando, fui dejando atrás mucha piel, piel superficial que quedó atrás en el camino. El durísimo golpe que supuso la muerte de mi abuelo hizo que terminara de destapar la caja y que llegara a una historia en la que todas la piezas del puzzle encajaban”.

- ¿Cómo entiende ahora la dimensión como personas y artistas de Alberto Manrique y Yeya Millares?

“Pues creo que como artistas forman una parte muy importante de nuestro patrimonio cultural y sorprendentemente su historia, la de ambos, es mas desconocida de lo que debería de ser. Mi abuelo además de crear una obra única con estilo propio, formó parte de un momento artístico de gran importancia que junto con Manolo Millares (hermano de mi abuela Yeya ), Felo Monzón y Juan Ismael crearon el grupo: Los arqueros del Arte Contemporáneo, en el que también participó Elvireta Escobio y del que salieron muchos artistas de renombre. Curiosamente hace años un organismo editó una enciclopedia que recogía los grandes nombres del Arte en Canarias. En el tomo en el que se habla de LADAC quien lo escribió se olvidó de nombrar a mi abuelo como uno de los fundadores del grupo. Cuando descubrí el olvido me sorprendí porque creo que esos pequeños pero importantes errores le hacen mucho daño a la historia de nuestra cultura y, desgraciadamente, pasa más de lo que nos gustaría. En una parte del documental trato de hablar del grupo desde el punto de vista de los que lo vivieron en primera persona. Por otra parte, mi abuela fue violinista de la orquesta filarmónica de Gran Canaria desde sus inicios. Su familia, los Millares, desprendía cultura. Su padre, su madre, sus hermanos Millares Sall… Venía de un entorno entendido en cultura y con una gran historia que, junto con mi abuelo, lograron crear un tándem de complicidad, amor y arte del que me siento afortunada al haberlo presenciado. Incluso ahora, después de haber terminado la película, la dimensión sigue creciendo. Para mí Alberto Manrique y Yeya Millares son parte importante de lo que soy. Fueron referentes y parte de mi herencia cultural. Una historia de arqueros que a su vez es una historia familiar con una fuerte mirada personal que se hace universal”.

- ¿Y qué cree que le han transmitido?

“Gran parte de lo que soy y de lo que hago es gracias al tipo de educación que recibí durante mi infancia. Me rodeé de arte y de música así que creo que fue fácil que desde pequeña me inclinara por algo creativo. Yo quería ser artista sin más y ese conjunto entre pintura y música me influenció considerablemente”.

- Escribe el guión junto a Isabelle Dierckx con la colaboración de Elena Goatelli y Andrés Koppel. ¿Cómo fue trabajar con otros una historia tan personal como la que cuenta en el documental?

“Una historia tan personal es difícil de verla con perspectiva y distancia. Cuando comencé a escribir lo hice sola pero luego busqué ayuda a través de LEAC (Laboratorio de escritura audiovisual Canaria) dirigido por Andrés Koppel y Rolando Díaz del que saqué una primera escaleta. Luego fue un proceso de prueba y error hasta que me encontré con Ana Sánchez Gijón, productora ejecutiva del proyecto que me sugirió una colaboración con Isabelle. Yo desde luego necesitaba una mirada limpia y objetiva que me ayudara a hilar mejor los mimbres de un tejido cinematográfico tan personal. Luego rodé la película pero el documental es un ente vivo que se escribe tantas veces como sea necesario porque una cosa es la idea que tienes y luego otra es la vida misma y la realidad. En esa realidad, mi abuelo falleció y hubo que reestructurar la historia, ahí es cuando entró Elena Goatelli que ayudó con la nueva estructura del montaje. Una vez terminada la película se exhibió en pequeños focus group. Los focus group ayudan a analizar las películas en sus primeras versiones de montaje, ahí fue cuando ya por último entró de nuevo Andrés que me ayudó a darle más cohesión a la historia”.

- ¿Cuál es su mirada sobre Los Arqueros?

“Era un grupo de jóvenes artistas que tiraban flechas más allá del horizonte”.

- Desgraciadamente, su abuelo no pudo ver concluido este documental, ¿cuáles han sido las reacciones de su familia?

“Sí, el no podrá ver la película y eso es una tristeza que llevo conmigo. Su fallecimiento forzó un cambio en la historia y como no pude terminar de rodarla con él, su muerte hizo que yo cogiera más peso dentro de la historia. Así que si él viera el montaje definitivo, realmente no sé que pensaría, quizás se reiría de su propia muerte porque era ingenioso y guasón y no se entendía mucho con el drama. En su momento hicimos un pase familiar que creímos necesario por todo lo ocurrido y fue muy emotivo. Además, los comentarios fueron muy positivos pero claro… es la familia y lo ven con buenos ojos. El reto ahora es el público”.

- Como cineasta se ha especializado sobre todo en el documental, ¿qué atractivos tiene para usted?

“La realidad llevada a la pantalla”.

- ¿No tantea pasarse a la ficción?

“Por supuesto que tanteo hacer ficción y ya me he puesto a pensar en mi próximo proyecto”.

- En plena crisis de la Covid-19 ¿cómo ve la situación del cine en España y también en Canarias?

“La Covid-19 ha golpeado duramente a la mayoría de los sectores y estoy segura de que la vuelta va a ser dura. El mundo ha cambiado en cuestión de días y los géneros de cine como ciencia ficción, temas como la pandemia y las películas apocalípticas han pasado de ser ciencia ficción a convertirse en dramas. Es cierto que la gente ha consumido en sus casas más tele y más cine de lo normal y las plataformas están ávidas de nuevos contenidos pero los rodajes se han parado, los proyectos se han congelado, los presupuestos han cambiado y los cines han cerrado sus puertas entre otras muchas preocupantes que sufre el sector. Con respecto a Canarias creo que tenemos condiciones para el desarrollo de un industria cinematográfica pero esta crisis es nueva para todos”.

- ¿Cuáles son los proyectos en los que está trabajando ahora?

“Estoy con varios proyectos que compatibilizo con mi trabajo en la televisión. Por una lado estoy escribiendo una mini serie de referentes femeninos para plataforma on line y he empezado a escribir una película de ficción que llevaba tiempo en mi cabeza y a la que ahora puedo dedicarle más tiempo aunque por el camino me asaltan ideas para otro documental. Una locura preciosa… Estoy en momento de búsqueda”.

Saludos, luce el sol en todo su esplendor, desde este lado del ordenador

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