Frente de Madrid, cuentos de ‘nuestra’ guerra por Edgar Neville

Cineasta y escritor que comienza a ser reconocido con la justicia que se merece, el conjunto de la obra de Edgar Neville es además de un canto emocionado y castizo al Madrid que conoció, una obra que exige urgente recuperación porque apenas ha sido arañada por el paso del tiempo. Y eso tratándose de un trabajo literario y cinematográfico muy pegado a su tiempo y, no sé si por influencia galdosiana, tremendamente fotográfico para retratar a sus clases populares desde una perspectiva teñida de cariñoso realismo. Una mirada que no hizo asco a los géneros (el histórico, el fantástico, el policíaco y la comedia de costumbres) porque todos ellos son entendido con un humor que no tiene edad.

No se trata sin embargo Frente de Madrid –la capital de España otra vez protagonista, muy por encima de sus personajes– de una de sus mejores obra aunque los relatos que reunió en este volumen hoy bastante difícil de conseguir, sí que respiran ocasionalmente el nervio que caracterizó a un hombre que, durante el régimen que defendió, el de la dictadura fresquista, no abandonó su manera de vivir. De vivir como le diera la gana saltándose en muchas ocasiones la moral de un tiempo de rancio catolicismo que quería hombres y mujeres mitad monjes y mitad soldados. Nada que ver con el fabuloso universo popular del aristocrático escritor y cineasta.

Se impone por ello al leer su Frente de Madrid, obra bélica que se desarrolla durante la Guerra Civil, libre de todo prejuicio ideológico ya que estos cuentos si por algo se caracterizan es por su exaltación a Franco y a la Falange, pero uno quiere entender que más que por convicción porque así lo exigió el bando ganador de aquella contienda que dividió a España en dos mitades. Mitades que aún se siguen ladrando a un lado y al otro de la parcela. Sean las del lado derecho como del izquierdo.

Pese a ello, Neville apenas disimula el humor que caracteriza su producción ya que los cinco cuentos que reúne en este libro, Calle Mayor, F.A.I, Frente de Madrid, Don Pedro hambre y Las muchachas de Brunete son piezas que, pasado el tiempo y pese a su lastre ideológico, no han perdido su pulso narrativo y sobre todo una ácida mirada burlona sobre unos personajes que, pertenezcan a un lado como al otro, no dejan de ser caricaturas al servicio de una idea equivocada en algunos casos y correcta en otros. No obstante, y más allá de que unos fueran de izquierdas o de derechas, el caso es que todos, subraya Neville, fueron españoles que trasladaron el insulto y la descalificación personal a los campos de batalla y en retaguardia al asesinato brutal en defensa de una idea.

Tanto que la Guerra Civil no se borra de la memoria por lo que el testimonio de escritores que sí la vivieron como Neville (pasando miedo en Salamanca por su pasado republicano) convierte este libro en una lectura obligada para los que todavía defienden un lado u otro de aquel conflicto con el objetivo de hacerse una idea de que más allá de las ideologías estaban las personas.

Para Neville, personas que formaban parte de un pueblo que fue engañado por ingenuo y que solo quería vivir en paz.
Afortunadamente, los cuentos más que retratos de la guerra son historias con un claro signo de aventura al estilo folletín (Frente de Madrid, Calle Mayor, Las chicas de Brunete y F.A.I.), y retrato veraz de los exiliados en París cuando las tierras de España se desangraban. Escenario que refleja en Don Pedro hambre, a mi juicio la mejor de las narraciones que incluye este libro porque no le pesa tanto quedar bien ante Franco y sí hacer justicia de un grupo reducido de personajes que solo tiene una idea en la cabeza: volver a su país. Regresar a las tierras de España.

Mientras tanto y a la espera del salvoconducto, hablan de la guerra en los cafés de la capital francesa mientras el protagonista del cuento, Don Pedro, aguanta con hidalguía pobreza y hambre.

El relato más bélico de Frente de Madrid es el que lleva por título, precisamente, Frente de Madrid, la historia de un oficial del ejército nacional que se pasa al Madrid rojo como espía rebelde y, aprovechando su estancia en la ciudad que amó ahora deformada por las bombas, busca y encuentra a su novia de todo la vida.

Porteros y vecinos que se delatan unos a otros, patrullas de anarquistas y comunistas que más que imponer justicia lo que hacen es fomentar más el caos dentro de las filas republicanas forman el paisanaje de este relato en el que chirrían muchas cosas pero en el que destacan otras, como el choque que le produce al protagonista contemplar un Madrid lunar que no reconoce. Ah, la guerra.

Calle Mayor y Las chicas de Brunete no se desarrollan en el Madrid urbano pero sí en la provincia y son relatos de aventuras. En la primera historia cuenta cómo llega la guerra a un pequeño pueblo de la sierra y en el segundo el heroísmo de dos hermanas enfermeras a las que captura el enemigo. En este cuento, aparecen figuras reales de la época, como Largo Caballero y el general Miaja, a quienes Neville retrata con trazo grueso e insultante humorismo. No obstante, hace gracia, sobre todo porque este cuento contiene una sorpresa que tiene mucho que ver con un asesor ruso.

Con F.A.I. se esperaba una mirada más comprensiva y humorística de los anarquistas españoles (formaban parte de ese pueblo que tanto quería el escritor y cineasta) pero parece que Neville no tenía muy claras las diferencias que separaban a los seguidores de Bakunin con los de Marx. Como relato de la huida que emprende un falangista de la Quinta Columna en aquel Madrid F.A.I. contagia miedo y mucha rabia ante la sinrazón.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

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