Señoíta, Scarlata, señoíta Scarlata

Qué escááándalo.

Unos se rasgan las vestiduras y atacan lo políticamente correcto que contribuyeron a fortalecer en el pasado aunque ahora es distinto. Distinto. Le tocan una película que, hablemos con el corazón en la mano, además de la historia de una caprichosa mimada del sur es racista con todas sus letras. Sí, me refiero a Lo que el viento se llevó y si viajamos en la máquina del tiempo a El nacimiento de una nación, que es un canto al KKK, a los caballeros encapuchados y de blanco que quemaban negros en cruces ardientes.

Palabras atropelladas e indignadas en las redes sociales porque HBO “retira temporalmente” de su catálogo Lo que el viento se llevó que más que una película de director (la firma Victor Fleming pero por allí estuvieron también tras las cámaras Sam Wood y George Cukor) es de actrices (de ahí que Clark Gable fulminara al amanerado Cukor por darle más protagonismo a las chicas) y sobre todo de un productor que, fuera o no visionario, dio en el clavo: David O’Selznick. El filme adapta la novela del mismo tìtulo de Margaret Mitchell, que la escribió mientras se recuperaba en un hospital y en el ladrillo describe un sur romántico, repleto de damas y caballeros, negritos agradecidos, mansiones y julepes de menta.

El filme, que fue éxito en taquilla entonces y ahora, provocó además que generaciones de madres a las que les cautivó toda aquella tragedia de amores equivocados y guerra entre hermanos; entre hermanos blancos para proteger de su idiotez a los negritos agradecidos, bautizaran a sus criaturas con los nombres de Escarlata y Melania. De hecho, conocí a dos mujeres que se llamaban así, me pregunto ahora si estarán pensando en cambiar de nombre aunque, sinceramente, queridas, me importa un bledo.

Hace tiempo, no tanto, mientras hablaba con una compañera feminista me sorprendió que por mucho que insistiera no se bajaba del burro al decirme como quien no quiere la cosa que había que quemar toda esa literatura, todo ese cine que relegaba a la mujer a una condición indignante. Salvo el policiaco, donde las chicas podían hacer de malas, en el resto de géneros estaban ahí para servir de descanso del guerrero, el macho, claro. Siempre he pensado que los radicalismo son perjudiciales para la salud mental y que lo del fuego redentor es un invento de meapilas. Así que pasado el tiempo he terminado por perdonar a aquella fanática aunque sea consciente que hubiera hecho buenas migas con los que alimentan las hogueras del odio.

El tema de Lo que el viento se llevó, que no es una película que a mi particularmente me llame la atención aunque ocupe un espacio en mi deuvedeteca, salió el otro día en el parque mientras los perros corriían por el césped. Uno dijo que era una indignidad, otro una censura miserable y un tercero que los negros son más racistas con los negros que un blanco. Vamos, que un negro ve a otro negro y lo primero que piensa es atarlo a un árbol, empaparlo en gasolina y arrojar una cerilla.

En fin, el grado de estupidez tras el confinamiento está llegando a extremos que, incluso para un tipo como yo, pide a gritos calma. Serenidad. Reflexión.

Que HBO retire temporalmente Lo que el viento se llevó por las razones que todos sabemos (¡¡¡no puedo respirar!!!) es colocar una tirita en una herida abierta durante años. Y siglos.

El largometraje, porque mira que es laaargo el metraje de esta película, se puede ver en otros sitios. De hecho hasta puedo prestarla si el demandante quiere disfrutar con ella lo que se dice ya… Pero que quede claro que la película no se quema en la plaza pública, no se retira hasta nueva orden de todos los sitios donde pueda estar, que quén lo desee pueda disfrutar de Vivian Leight como la malcriada Escarlata O’Hara y de Clark Gable como ese caballero del norte al que le gusta domesticar a las niñatas pijas del los estados del sur porque, y esto nadie lo ha dicho, Lo que el viento se llevó además de ser una película racista es una película machista. Uno de esos títulos que esa periodista ultra feminista con la que hablé no hubiera dudado en tirar a la hoguera para que no quedara constancia de ella de cara al futuro incierto que nos espera.

Esto de borrar la Historia no es nuevo. Ya lo hacían los antiguos egipcios y en el siglo XX los nazis y los comunistas. Se sigue haciendo en la actualidad. Sin ir más lejos, se acaba de publicar en Canarias un libro que descansa en los almacenes hasta nueva orden en el que han desaparecido los nombres de algunos de los que hicieron posible que ese libro existiera. Ya hablaremos más adelante de esta obra infame.

La edición que tengo en casa de Lo que el viento se llevó cuenta con una serie de discos repletos de extras que ayudan a entender no el éxito de la película sino como se fraguó la mayor producción cinematográfica de su tiempo. Como sabrán algunos en el guión intervino el mismísimo F. Scott Fitzgerald aunque no figura como tal en los créditos, y la actriz negra que interpreta a la sirvienta de Escarlata, Mammy, Hattie McDaniel fue la primera actriz afroamericana en obtener un oscar, aunque estuvo sentada aparte en la ceremonia por aquello de la segregación. Se cuenta en los mentideros de Hollywood que la señora McDaniel tuvo un lío con Tallulah Bankhead, una relación que a estas dos señoras le pudo haber costado el trabajo no ya solo por tratarse de dos señoras que echaban un polvo sino porque se trataba de dos señoras de razas distintas que echaban un polvo.

Sacudid la cabeza porque llevamos con este debate desde hace siglos y todavía no hemos cambiado nuestra forma de entender las cosas.

Solo sé que en HBO deben de estar muy preocupados porque la avalancha de cancelaciones de suscripciones se ha multiplicado desde que anunciaron que retiraban “temporalmente” Lo que el viento se llevó de su oferta cinematográfica. Lo que es una broma. O un mal chiste. O mejor uno de esos bulos que tanto se difunden hoy día cuando me refiero a que en HBO están que se suben por las paredes por las cancelaciones…

Son otras historias, ciudadanos, y mañana, recuérdenlo, será otro día.

Saludos, señoíta Scarlata, señoíta…, desde este lado del ordenador

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