La sonrisa del lobo

No soy muy dado a aforismos y microrrelatos pero por eso milagros del azar a veces llegan a mis manos libros que firman autores que lo cultivan y que no dejan de sorprenderme. Casi coincidiendo en el tiempo, aquí en Canarias, esta tierra que todavía está por conquistar, se encuentra en librerías dos libros de lo uno y de lo otro. El uno es Desajustes, de Benito Romero, volumen por el que obtuvo el II Premio de Aforismos de la Isla de Siltolá. El otro se trata de Carcoma, de Yurena González Herrera, seleccionado en el Concurso con Editores del Festival Índice 2019 y quiero creer que no se trata de una casualidad y si se tratara, que se trata de una feliz casualidad.

En Desajustes, Benito Romero propone caminar por un sendero paralelo al que ya propuso con su anterior libro de aforismos, Horizontes circulares, premio AdA de los lectores al mejor libro de aforismos promovido por la asociación cultural Apeadero de Aforistas. La obra está estructurada en seis partes: Trayecto, Ansia, Territorio, Gavetas, Impresiones y Escombros y cada una de ellas encierra una serie de aforismos que, al margen de que formen o no unidad, reúne aforismos, definiciones y sentencias que en ocasiones hacen sonreír y en otras sacudir la cabeza porque te espabila al recibir un suave golpe en la mandíbula.

He recogido a lo largo de varias lecturas, lecturas realizadas con el fin de captar desde distintas perspectivas los contenidos del libro, un puñado de aforismos que ya forman parte del paquete que configura mi existencia. Se tratan, la mayoría, de textos que me han hecho sonreír y creo que son los mejores porque como decía Boris Vian la risa (o la sonrisa) relaja y es tomarse las cosas en serio. Y estas máximas lo son. Cosas muy serias que están escritas bajo el signo del humor y la ironía.

Entre los temas que se abordan en los diferentes bloques hay un poco de todo. Por su cercanía, destacaría los que se refieren al mundillo literario canario, entre otros.

Benito Romero, que es un activo cronista de la vida en redes sociales, tiene poso y un amor a la literatura que se agradece en tiempos que no son demasiado nobles con los libros así que tras varias lecturas se concluye que, como decía Boris Vian, Benito Romero se toma muy en serio lo que dice solo que lo escribe con gracia, casi como si fuera una broma. O una boutade para los que gustan de salpicar el texto con palabrejas extranjeras.

Muchos de estos aforismos parecen inspirados en la barra de un bar. Espacio en el que imagino al autor cuaderno y bolígrafo en mano para captar conversaciones o fragmentos de conversaciones que escucha ahí, sentado en el taburete mientras apura un barraquito. No lo he hablado con el autor, pero quiero pensar que los bares, las cafeterías deben ser (ahora ya no lo sé con la Covid-19 aplastándolo todo) escenarios perfectos para recoger las grandes verdades pero también las grandes idioteces de la sabiduría popular. La que cruza la respetable parroquia a la espera de su café con leche y su pulga de serrano.

No debe resultar fácil filtrar estas citas cogidas en el aire y otras que puedan sugerir películas o lecturas o caminatas sin rumbo fijo por la ciudad para transformarlas en afiladas piezas cortas, eso que Jordi Doce llama “el hachazo de la brevedad” en la contraportada del libro, pero es que es eso lo que hace el escritor, quien luego las pule, fija y da esplendor. Y los resultados por norma general son notables.

No resulta muy fácil escoger algunos de los aforismos que reproduce el libro porque soy consciente que cada uno tiene sus gustos pero permítanme una pequeña selección de los que me hicieron sonreír y también sentir un ligero puñetazo en la barbilla mientras permanecía abstraído en sus lecturas:

Recogido de la primera parte, Trayecto:

“Era tan cretino que incluso estando en una orgía intentaba dárselas de importante”.

Recogido de la segunda parte, Territorio:

“Al escritor comprometido, si no ejerce, lo asedia la idea del suicidio”.

“Hay congresos de escritores jóvenes que parecen reuniones de la Yakuza”.

“Hay escritores locales que conspiran con su parcela en la librería con más empeño que los empresarios de la construcción. Podría nombrarlos”.

“Un poeta, un filósofo y un cura: el bueno, el feo y el malo.

En la cuarta parte, Gavetas, Benito Romero propone una serie de definiciones. Esta es una de ellas:

DECENCIA. Barco de papel que se mantiene a la deriva en el agua turbia de las cloacas”.

Y más adelante:

FIDELIDAD. Obsolescencia programada.

SENSIBILIDAD. Serrín que se esparce sobre las heces del rebaño”.

VICIOS ESPAÑOLES. Enaltecimiento de las vísceras, desprecio de la razón e incapacidad para retirarse a tiempo”.

Como la idea es que se acerquen a las librerías y adquieran un ejemplar, más que Desajustes el libro servirá para que sonrían como un lobo. Es recomendable, no obstante, leerlo varias veces y tenerlo un tiempo cerca para volver sobre él una y otra vez con el fin de sonreír para tomarse las cosas en serio. Y de eso se trata, en especial en días tan tenebrosos como los que vivimos y en los que apenas hay luz sino tinieblas.

Saludos, la esperanza me mantiene… aún. desde este lado del ordenador

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