Mientras agonizo

Llegué a William Cuthbert Falkner (New Albany, 25 de septiembre de 1897-Byhalia, 6 de julio de 1962), más conocido como William Faulkner, a través de sus cuentos. Más tarde llegaron algunas de sus novelas, entre otras una que considero capital para entender el universo de un escritor que fue un poco más lejos de Yoknapatawpha County para que conociera cómo eran por dentro los hijos del sur más profundo de los Estados Unidos de Norteamérica. Ese universo que imagino ahora poblado de telarañas y con tonos grisáceos en el que los descendientes de su gloria viven todavía de las rentas de un mundo que ya no volverá.

Leyendo a Faulkner aprendí muchas cosas, una de ellas a contemplar el pasado con una mezcla en la que se confunden sentimientos como el amor y el odio.

Que es uno de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XX no lo pondrá nadie en duda aunque es verdad que siempre aparece algún imbécil para decir lo contrario… aunque visto lo que he visto las últimas semanas no creo que a estas alturas nada me sorprenda. Por eso reitero que el señor Faulkner es uno de los más grandes escritores norteamericanos de su tiempo. Tanto, que su literatura volvió loco a los primos que nacieron más allá del sur, iberoamérica, y que de esa influencia brotaron novelistas que imaginaron su Yoknapatawpha County personal.

Como saben algunos, William Faulkner tuvo un serio problema con el alcohol. Cuenta la leyenda que se bebía junto a su amigo el también escritor Sherwood Anderson una o dos botellas de whiskie al día, y que pese a obtener el Nobel de Literatura, sus finanzas nunca fueron lo que se dice estables.

Howard Hawks lo contrató como guionista. A Hawks le encantaba tener a un Nobel en nómina, también beberse una o dos botellas de whiskie con aquel monstruo de las letras norteamericanas. Las películas en las que colaboraron fueron Tener y no tener y El sueño eterno, las dos protagonizadas por la pareja Bacall/Bogart y Tierra de faraones, una rareza en la producción del cineasta. Las dos primeas películas son, como sabrán, obras maestras de un director de cine al que le encantaba contar historias sobre aquel caballero del sur profundo con el que trabajó y que había ganado el Nobel de Literatura.

Resulta muy atrevido que recomiende algunas de las novelas y cuentos que he leído de Faulkner (hasta su apellido literario resulta tremendamente literario) pero lo haré porque no está de más compartir con ustedes pasión tan contagiosa como es la lectura y recomendar autores para alimentar esa hoguera sin vanidades que es la de invitar a leer.

Ahí van… y no van de mejor a peor porque poco o nada hizo mal el escritor:

Santuario (recordad a Popeye)
La paga de los soldados
Absalón, Absalón
El ruido y la furia
El oso (cuentos)
Los rateros

No cito otros títulos (Palmeras salvajes, Sartoris...) porque no las he leído aunque estas líneas que escribo ahora precipitadamente me invitan a que vuelva a su universo sureño con olor a tabaco y a whiskie. Ese mundo devastado y poblado de fantasmas. La necesidad de mirar al pasado para reafirmarse en una tierra que ya no pertenece a nadie.

William Faulkner, si no el más grande sí que uno de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XX.

Saludos, he dicho, desde este lado del ordenador

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