Sabina Urraca: “Escribo por no explotar”

Sabina Urraca (San Sebastián, 1984) comenta que más que vasca se siente canaria, su madre es originaria de La Laguna, y más que canaria tinerfeña ya que fue en esta isla donde pasó una buena parte de su vida antes de marcharse a Madrid para estudiar la carrera de ciencias audiovisuales y sumergirse en el periodismo que se hace en la capital de España. Allí practicó un género –el gonzo– que puso de moda en los años setenta el periodistas norteamericano Hunter S. Thompson.

¿Qué es el periodismo gonzo? El periodismo de inmersión consiste en narrar unos hechos desde dentro y en primera persona. Sumergirse en una historia durante un determinado tiempo y contar la experiencia de lo vivido.

Como escritora, Sabina Urraca es autora de una novela: Las niñas prodigio (2017) e imparte talleres de literatura creativa, uno de ellos y la semana pasada en TEA Tenerife Espacio de las Artes. Recientemente y como editora hizo posible la publicación de uno de los éxitos literarios más sonados de este extraño y marciano 2020 cuando trabajó con Andrea Abreu en la novela Panza de burro (Barrett) al recoger el guante que le lanzó la editorial sevillana. En esta iniciativa, Editor/a por un libro, han participado con anterioridad Patricio Pron (editor) con Martín Rejtman y Sara Mesa (editora) con Santiago Ambao.

- Imparte un taller de creación literaria en Tenerife. ¿El escritor nace o se hace?

“Creo y lo compruebo porque mi trabajo habitual es ser profesora de talleres de escritura creativa, que la tónica –me atrevo a decirlo como generalidad– es que todos tenemos historias que contar pero no todos tienen el impulso de hacerlo. Y si lo tienen carecen de las herramientas necesarias para conseguirlo. Lo que hago en los talleres no es enseñar a escribir sino avivar las brasas de las historias que están por contar, pulsar ciertas teclas y proponer un juego literario como: vamos a intentar crear una historia a partir de una imagen, como es el caso del taller en TEA, o escribe todo seguido frases de tu abuela. A través de estos experimentos las personas encuentran su manera de narrar, su voz, y lo que quieren contar. Hay mucha gente que no es consciente de que tiene cosas que contar y que las pequeñas cosas pueden hacerse grandes con la literatura”.

- ¿Antes de la publicación de Las niñas prodigio había formado parte de algún taller literario?

“Hace diez años o algo así tuve el honor de recibir un taller en la Casa Encendida de Madrid impartido por Félix Romero y nos hicimos muy amigos. Fue el primero que me animó a escribir una novela pero no pudo llegar, lamentablemente, a leer mi libro aunque hay un personaje basado en él. Había asistido a talleres con anterioridad pero no me sirvieron demasiado por lo que recordaré el de Félix que duró solo de una semana ya que fue el que me empujó a dedicarme a escribir definitivamente. Bastó que me dijera ‘venga, hazlo’ . Escribir con la vida era el título de su taller y el tipo de talleres que desarrollo ahora están inspirados en el de Romero porque usa la autobiografía, la biografía de otros, de personas cercanas a nosotros para crear literatura. Una ficción mezclada con biografía”.

- ¿Una ficción mezclada de biografía?

“Es inevitable la mezcla de elementos, de cosas que hemos vivido y otras que nos han contado y que parecen valiosas y que tú combinas cuando vas creando. Escribo por no explotar y no creo que ningún escritor sea necesario porque son pocos los libros que hacen falta realmente. En mi caso, quise contar una historia y encontré un momento de mi vida en el que pude dedicarme a escribir y eso hice”.

- ¿Escribe para expulsar a los demonios?

“Hay una parte de eso, sin duda”.

- ¿Y cómo animaría a los lectores para que lean su novela Las niñas prodigio?

“Las niñas prodigio va de todo los contrario a niños y niñas prodigio y sí de niñas y niños normales. Esos niños y niñas que todos fuimos y que quizá querían ser como los niños que veían con fascinación en la televisión, aquellos que viajaban, los que eran tratados como héroes pero si te acercas en realidad a la infancia y le quitas esa pátina de color pastel, los niños son también crueles y perversos. Tienen una gran parte oscura y eso es un poco lo que va mostrando la novela. Una novela que cuenta la historia de una escritora que se retira a una casa aislada en el campo para intentar escribir lo que ha sido su vida y hace flash back y recuerda episodios de su pasado”.

- Como periodista ha cultivado el género gonzo, ¿que tiene de atractivo para usted el periodismo de inmersión?

“El periodismo que se me presentaba no me interesaba mucho pero hablo cuando era adolescente. Más tarde comencé a estudiar ciencias audiovisuales, escribí guiones y en un momento dado descubrí el reportaje donde el periodista contaba la historia en primera persona y se sumergía en determinadas situaciones y me di cuenta que eso era lo que llevaba haciendo toda la vida: ir a buscar cosas, sumergirme en ellas y contarlas a la gente y pensé que lo que hacía por ahí era válido también para el periodismo y comencé a colaborar en revista y periódicos al darme cuenta que la visión más clásica del periodismo igual no se adaptaba a mi pero mis textos sí que resultaban valiosos para el periodismo y los lectores. El periodismo no es tan diferente a la literatura”.

- ¿Cómo fue trabajar con la editorial Barrett para publicar Panza de burro, de Andrea Abreu?

“La editorial Barrett, que es de Sevilla, propuso una iniciativa en la que un escritor debe de editar un libro que no sea suyo sino de un autor o autora que escoja. La idea ya la hizo Sara Mesa y Patricio Pron y ahora yo. Andrea era alumna mía en el taller literario de Fuentetaja y había escrito algunos textos que jugaban ya con lo que juega en la novela. La realidad canaria a través de dos niñas de un barrio de los altos de Icod. Mi madre es de La Laguna y mi padre vasco y yo vivo en Madrid pero soy canaria aunque tenga acento godo y siempre me pareció que Canarias contaba con un imaginario, un mundo mágico y un habla increíble que debía ser dado a conocer por la literatura. Me daba la sensación estando en Madrid que la gente de la península tiene unos clichés con respecto Canarias muy enquistados y que consisten básicamente en las papas arrugadas, la playa y el muyayo cuando quieren imitar como hablamos y eso es indignante, no puedes evitar enfadarte porque Canarias es mucho más que eso, cuenta con un mundo mágico, un habla mezcla de España e Hispanoamérica y, literariamente, todo eso es una joya y no se está aprovechado por eso cuando Barrett me propuso ser Editora por un libro me decidí por Andrea. Fue una tarea complicada porque el libro no estaba escrito sino que fue escribiéndose a partir de entonces. Y lo leía y le daba ciertas indicaciones. Lo fui editando sobre la marcha a medida que ella lo creaba y, personalmente, fue fascinante observar cómo brotaba la fuerza poética y literaria de Andrea”.

- Noto en la literatura que se escribe no solo en las islas sino también en el resto de España más escritoras que escritores que apuestan por el riesgo. Son más ellas que ellos lo que hacen que la literatura se agite.

“Hay una cosa muy curiosa. En general y todo lo que digo es generalizando, si te asomabas al patio de un colegio cuando eras pequeña los chicos jugaban al fútbol y las niñas hablábamos en un rincón. Las niñas llevamos siglos contándonos historias unas a otras. No hemos hecho otra cosa que hablar entre nosotras y en la preadolescencia y en la misma adolescencia de hablar de lo íntimo, de cosas que vivíamos. Incluso, nos inventábamos las historias, mentíamos y todo eso son herramientas de escritora de ficción y no ficción. Así como siento que muchos escritores hombres se alejan de sí mismos e intentan emular a los escritores que ellos admiran, tirando más para la ficción –generalizando siempre–; en mi generación los escritores que son mujeres es como si nos hubiéramos dado cuenta de repente del poder de algo que ya sabíamos hacer: hablar y contar historias solo que ahora las trasladamos al papel. Se tratan de textos que necesariamente no hablan de ti mismo pero que usan la fuerza autobiográfica para fabricar historias. Y me alegra mucho ver todo esto porque observo a los escritores de mi generación sacando el jugo a eso que hemos tenido siempre”.

- ¿Y las redes sociales?

“Hubo un momento en el que estaba un tanto atascada porque hacía un trabajo que no me gustaba y con la aparición de Facebook comencé a publicar textos cotidianos con los que me divertía mucho por el contacto directo con la gente y que hubiera otra gente que hacía lo mismo que yo en esta red social y si bien es verdad que las redes sociales despistan mucho en mi primer libro incluí algunos textos que había publicado previamente en Facebook”.

- ¿Volvería al periodismo gonzo?

“Hay un problema grandes con la creación compulsiva de contenidos. Yo entregaba dos artículos de periodismo de inmersión a la semana y para escribirlos tienes que vivir y sumergirte en lo que vas a contar y llega un momento en el que tienes la sensación de que no estás siendo legal con los lectores pero no descarto volver siempre que tenga tiempo para escribir algo concreto y se traten de encargos serios y bien remunerados.

LA PRIMERA VEZ

A Sabina Urraca no le gusta adelantar lo que está escribiendo en estos momentos porque lo cambia a todas horas. Nos dice que en otras entrevistas ha orientado por donde irán los tiros de su nuevo libro pero que no se atreve a revelarlo ahora porque desde la última vez, la historia que masca ha dado no una sino más de dos vueltas.
Respecto a la pregunta de si recuerda cuál fue su primer libro o cómic que leyó y le dejó huella, apunta que fueron “muchísimos” aunque si se viera en la tesitura de escoger alguno diría Boy (relatos de la infancia) del escritor británico Roald Dahl, autor entre otros libros juveniles y adultos de Los gremlins y Mi tío Oswald. “Para mi fue muy importante leer Boy porque cuando lo hice sentí que esa etapa de la vida podía ser contada en un libro”. Otra narradora que ha sido fundamental en sus primeras lecturas es la austríaca Christine Nöstlinger aunque más que con los cuentos “me quedo con imágenes”, señala la escritora y periodista.

LECTURAS

En el “batiburrillo” de escritoras y escritores de cabecera, lo de batiburrillo lo dice Sabina Urraca con ironía, se encuentra de todo un poco lo que hace deducir que las lecturas que ha mantenido la escritora como la de la extensa mayoría es diversa y no solo literaria. Con esto último se quiere decir que además de libros, Sabina Urraca consume y recibe influencias desde hace mucho tiempo de cómics, tebeos, colorines, chistes, novelas gráficas porque la historieta “ha sido muy importante” en su trayectoria como lectora. En cuanto a escritoras y escritores coetáneos a los que sigue la pista, Sabina Urraca destaca a Elisa Victoria y Andrea Abreu. También a Jorge de Cascante y la historietista norteamericana Alison Bechdel, autora de Fun Home y ¿Eres mi madre?, entre otras novelas gráficas.

AUTORES CANARIOS

Sabina Urraca lee al escritor grancanario Víctor Ramírez, entre otros escritores de las islas. Le llama mucho la atención cómo Ramírez explota la oralidad en sus novelas y cuentos y reconoce que esta capacidad “me sirve de mucho”.
Otro libro canario que menciona, y éste último lo leyó mientras ejercía labores de editora con Panza de burro, es una novela clave sobre la Guerra Civil en Canarias, Sima Jinámar, del escritor y periodista José Luis Morales. Un libro que juega con el lenguaje canario rural. “Me parece una obra muy interesante y necesaria”, explica, “y me pregunto si en los colegios de las islas se informa que existen estos y otros libros en Canarias”.

FOTO: Kela Coto

Saludos, cocina, desde este lado del ordenador

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