Élmer Mendoza: “Nací y crecí en una región donde no temen a las balas ni al coronavirus”

Estaba previsto que en la primavera del año pasado el padre de la narcoliteratura Élmer Mendoza (Culiacán, Sinaloa, 1949) visitara la capital tinerfeña pero, desafortunadamente, la pandemia lo obligó a quedarse en casa y que se suspendieran las actividades previstas en la V edición del Festival Tenerife Noir que se retomaron en diciembre de 2020 coincidiendo con la Feria del Libro que, por igual motivo, retrasó para ese mismo mes su programación.

Esta entrevista recoge solo una parte de la larga conversación que se mantuvo con el creador de Edgar Zurdo Mendieta a través de las redes sociales, una charla que se pudo seguir en vivo en la página de Facebook de Tenerife Noir y en la que Élmer Mendoza derramó toneladas de generosidad al mismo tiempo que agradecía el premio que le concedió este Festival en reconocimiento “a toda su trayectoria literaria”.

Élmer Mendoza además de escritor es catedrático de Literatura en la Universidad Autónoma de Sinaloa y es miembro correspondiente de la la Academia Mexicana de la Lengua. Creador de Edgar Zurdo Mendieta, detective de la Policía Ministerial del Estado en Culiacán, Sinaloa, al que ha dedicado hasta la fecha cinco novelas, trabaja en la actualidad en una nueva novela donde abandona el policíaco por la ciencia ficción.

- ¿Cómo aguantan los mexicanos la pandemia?

“Muy difícil, lo estamos pasando con las uñas. El gobierno miente y oculta datos, ha politizado la pandemia y como cuenta con muchos seguidores sigue las actitudes del presidente que no usa mascarilla. En mi región igual. Nací y crecí en una región muy temeraria, no temen a las balas ni al coronavirus pero ya vamos por unos cuatro mil muertos y eso genera un estado de reflexión en relación a lo que está ocurriendo que es muy grave. Hay que cuidarse. Desde el inicio de la pandemia familiares y amigos hemos iniciado una campaña para orientar y pedir a la ciudadanía que se cuide y siga todos los protocolos porque alguien tenía que hacerlo”.

- ¿Es la pandemia buen material literario?

“Hace unos cincuenta años quería ser escritor de ciencia ficción y escribí unas medias novelas pero no funcionaron. Ahora estoy trabajando en una que transcurre en 2052 y que se desarrolla en un mundo que ha tenido millones de muertos tras una pandemia. Solo quedan los más jóvenes y algunos de ellos están infectados aunque se han desarrollado curas. Son jóvenes marcados porque pertenecen a una sociedad de huérfanos y como la pandemia que sufren trae mucha angustia, se ha creado una droga capaz de volverlos felices así que, como ve, rápidamente me monté en la coyuntura”.

- ¿Transcurre la historia en México?

“Utilizo otros nombres pero por el lenguaje y algunas expresiones será fácilmente identificado con el norte de México”.

- A usted se le considera el padre de la narcoliteratura pero también como el de la literatura norteña. ¿Con cuál de estas etiquetas se siente más cómodo?

“Curiosamente ha prevalecido la de narcoliteratura y me gusta y eso que cuando se la inventaron lo hicieron para molestarme pero tengo la piel muy dura. La narcoliteratura se ha convertido en un referente académico y abrió otra opción a estudios literarios. Todos los años, de hecho, se publican uno o dos libros sobre la narcoliteratura. El concepto de literatura del norte no ha desaparecido pero México es un país centralista y era difícil que se mantuviera pero lo conseguimos. No solo yo sino un grupo de escritores que hace una literatura muy potente que le ha dado personalidad literaria a una región que tiene sus características particulares: los problemas de la frontera, el narco, la trata de blanca. Hay cantidad de delitos que transcurren en la frontera y sobre la dicotomía entre los que viven en México pero trabajan en Norteamérica y los que viven en Norteamérica y trabajan en México. Es decir, se trata de un universo entero. En los tres mil kilómetros de frontera hay partes que son desierto pero también hay ciudades y muchas leyendas y mitos como aquel que dice que hace años mexicanos y norteamericanos jugaban al voleibol en la raya que divide ambas fronteras, así como los corridos que, curiosamente, los cantan intérpretes que viven al otro lado como Los Tigres del Norte. Es un universo, y con este universo hacemos literatura”.

-¿Hasta que punto ha sido importante el narcocorrido para forjar una mitología del narco?

“Creo que mucho. El corrido que se canta es una derivación porque el corrido es nuestra música, una música que viene del XIX. Dicen que el primer narcocorrido data de 1936 pero no lo conozco. En los sesenta sí que aparece el más importante, Contrabando y traición, de Los Tigres del Norte, que canta la historia de Camelia la texana. Ese fue el momento en que tomó fuerza y se definió como el corrido del narcotráfico. A partir de ahí es cuando los corridos anteriores se volvieron a grabar y aparecieron los grandes personajes del narcotráfico en las canciones”.

-A los 28 años deja su trabajo y se dedica a la literatura.

“Cuando era joven me fui a estudiar Ingeniería Electrónica a ciudad de México pero regresé a mi ciudad en 1969, donde comencé a trabajar en una planta que hacía cinescopios de televisión a color que apenas se habían inventado. Yo era lector y siempre escribía cosas pero no para convertirme en un escritor en serio”.

-¿Qué tipo de historias escribía?

“ Se trataban de una especie de crónicas pero ya tenía dentro el gen de escribir. Me duermo muy temprano –crecí en el campo– y una noche, tras salir del trabajo como ingeniero, me la pasé escribiendo. Unas cien páginas hasta que llegó el amanecer y me pregunté qué me había pasado y dije: voy a ser escritor, fue como una epifanía y me pregunté: ¿qué necesito para ser escritor?, y yo mismo me respondí que estudiar literatura. Fui a estudiar a la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Mazatlán, la carrera de Letras Hispánicas y accedí al universo de la literatura desde la academia. Comencé entonces a escribir con mucha formalidad y dejé mi empleo de ingeniero para trabajar en otras cosas y hasta aquí.”

- ¿Qué le llevó al género negro?

“En la facultad de literatura la tendencia no era esa, leíamos a los del boom. Fue en un seminario de literatura inglesa donde descubrí a James Joyce pero también y en serio a Shakespeare. Me di cuenta que las tragedias de Shakespeare contienen un delito muy grave. De todas formas yo ya era desde chico lector, lector de las novelas de vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía, cómics, casi todos policíacos hasta que, en algún momento, me hice lector de Julio Verne y de novelas policíacas de escritores norteamericanos. Creo que llegué a leer a Hammett, Chandler y Cain. También a Bradbury. Para mi formación también fue muy importante la lectura de Dumas, El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros. A partir de ahí tuve un territorio emocional que me pertenecía y que podía alimentar con ciertas lecturas. De hecho, cuando leí el Quijote a los catorce años de edad me dolía que el héroe siempre perdiera. Creo que todo eso hizo que me definiera primero como un autor de ciencia ficción pero como resultó un fracaso al comenzar a trabajar sobre la violencia sentí otra cosa. Escribí cuatro novelas que destruí hasta que un día me dije que todo iba en serio y me puse a pensar en crear a un detective. Había abrevado en muchos autores y escribí Un asesino solitario, que fue con la que entré en Tusquets, mi primera casa editorial, y me di cuenta que ellos creían que había escrito una novela policíaca que era narco pero la policíaca es Balas de plata y la narco El amante de Janis Joplin. Diseñé al detective, cómo iba a ser su pelo, los zapatos, el vestuario, sus interioridades, de quién iba a estar rodeado, cómo iba a ser su equipo, sus defectos y virtudes para escapar de la idea de que en México no se podía escribir novelas policíacas porque nuestra policía era muy corrupta pero en literatura se puede escribir de cualquier cosa. Hace unos cuatro años la secretaria de Seguridad Federal me invitó a dar una conferencia a 150 detectives y pregunté a mi anfitrión que no me podía explicar aquella invitación y me respondió que mi personaje de ficción tenía mucho parecido con los detectives reales”.

- Entonces Edgar Zurdo Mendieta es fruto de su imaginación?

“Estrictamente no porque lo tomé de otros detectives, de Marlowe, Wallander, Carvalho, Mandrake y mucho de James Bond, que es el personaje más irónico de la ficción y forma parte de la cultura del Reino Unido. Tomé de todos ellos algo pero también de dos policías reales. A los dos ya los han matado, uno era muy honrado y el otro un bandido pero los dos hacían su trabajo y eran de mi barrio, mis amigos”.

-Sus novelas son muy violentas.

“La novela policíaca latinoamericana y creo que también la europea no puede ser un paseo porque en la realidad hay violencia. Desgraciadamente pertenecemos a una sociedad descompuesta que ha generado una serie de delincuentes que tienen que ver con la época, los sueños y deseos, la política, la corrupción y todas las circunstancias particulares que vivimos como sociedad. En México la violencia es una cosa cotidiana pero a la que no se acostumbra uno. Leonardo Sciacia decía que los herederos de los capos que él trabajaba iban a ser muy violentos y así pasó en México con una nueva generación, los otros tenían una cierta ética criminal. La industria del armamento es increíble como ha mejorado y eso ha contribuido al universo de la violencia tanto como la desigualdad social que se vive en la región de América Latina y que en México es muy acusada. Si el narco fue una actividad un tanto romántica en el pasado se ha convertido ahora en un foco de violencia muy fuerte y por eso la literatura no puede ignorar ese estado de irrespeto por las leyes”.

-Y en este escenario ¿qué papel tiene la mujer?

“Las mujeres no quedan fuera porque son mayoría y en mi región hay mujeres muy metidas en el mundo del narco, como Sandra, la reina del Pacífico y tengo registro de una, La Jefa, que era muy violenta así que a la hora de crear un personaje como Samantha Valdés, tomé de todas ellas un poco su estilo de mandar a un grupo de varones que se dedican a llevar cannabis a Fénix y después cocaína cuando aparecen los colombianos”.

-Una de las características de su literatura es la atención que presta al lenguaje, la mezcla de diálogos con el texto narrativo, el uso de la forma de hablar norteña…

“Cuando estaba en la facultad mi maestro era joyciano y nos dijo que Joyce había creado un sistema para contar que no había sido superado y le dije que yo lo iba a superar. Mis maestros en el género negro fueron siempre los libros y un escritor, Fernando del Paso, que fue un lector compulsivo de novela policiaca y que escribió una, Linda 67. Historia de un crimen, pero yo quería contarlas de manera diferente. Otro de mis maestros manejaba el concepto de voluntad de estilo y le entregué uno de mis relatos y me dijo que tenía esa voluntad de estilo de la que hablaba por lo que cuando me senté a escribir Balas de plata y concebí a Edgar Zurdo Mendieta tuve una mezcla de opiniones porque lo que quería era que quedara bien. Contaba ya entonces con la educación del desperdicio, había destruido cuatro novelas porque escribir una novela es una búsqueda real y efectiva. Descubrí entonces a Saramago, que desarrolló ese estilo, y en Un asesino solitario lo utilicé y a partir de entonces aparece en todas mis novelas. En cuanto a la técnica, tiene algo de Cormac McCarthy que mezclo con lo que aprendí de Saramago. Tengo derecho a jugar”.

-Sus dos últimos libros publicados, No todos los besos son diferentes y La cuarta pregunta van dirigidos al público juvenil. En La cuarta pregunta recupera además a Capi Garay, que aparece ahora en la segunda entrega de lo que ha anunciado será una trilogía.

“Mis sobrinas que tienen 19 años dicen que mis novelas suelen ser juveniles pero no para todos ya que tienen que ser lectores a los que les gusten las aventuras. Soy un escritor fiel al desarrollo de la personalidad del personaje así que el discurso no es igual en las novelas de el Zurdo Mendieta que en las otras que escribo. Es otro registro, más vivaz y con una dinámica diferente porque en éstas últimas no hay pistas falsas que es lo principal que las diferencia de las novelas policíacas. Los gringos la definen cono literatura para jóvenes adultos o adultos que se sienten jóvenes. Si no me equivoco estas novelas no han llegado a España, La cuarta pregunta iba a hacerlo pero la pandemia se atravesó”.

-¿Cuál es el origen de Todos los besos no son iguales?

“El origen de Todos los besos no son iguales fue un acuerdo al que llegué con otros cuatro escritores, tres escritoras y un varón, para sacar adelante una novela breve cada uno y publicarla pero no fue posible así que cada cual lo hizo por su cuenta. Me fijé en lo que hacía Andrzej Sapkowski, que es un autor polaco que trabaja la literatura infantil tradicional pero por el lado terrible y al que conocí la única vez que asistí a la Semana Negra de Gijón y me dije que haría lo mismo que Sapkowski solo que con La bella durmiente pero tuve muchos problemas y tardé casi ocho años en escribirla ya que era otro registro que no conseguí dominar hasta que fui encontrando las palabras y la historia que tenía que desarrollar. Creo que la novela ha gustado mucho a los jóvenes”.

- ¿Y Capi Garay?

La cuarta pregunta es la segunda entrega de una trilogía que protagoniza Capi Garay. La novela transcurre en el desierto –otro universo– que atraviesan cinco jóvenes montados en un jeep commander y que viven una serie de aventuras fantásticas, con portales del tiempo y tormentas. El grupo busca una ciudad mítica que en el pasado buscaron también los española, Cibola y Quibiria, para encontrar un tesoro que no es para ellos sino para construir un templo católico en un barrio muy bravo de Culiacán. La novela comienza cuando el sacerdote tiene una revelación para rescatar ese tesoro e involucra en la aventura a Capi Garay”.

- Una de las características de sus libros es que cuentan con banda sonora. El rock está muy presente en sus novelas.

“La música es muy importante en mis novelas. Al principio fue como un juego y es probable que lo tomara de Chandler y Hammett ya que suena jazz en sus historias. En El efecto tequila la música no podía ser circunstancial sino parte del discurso, que las canciones significaran momentos específicos que los personajes están viviendo. Esa estética de la música la he continuado después, sobre todo para enriquecer los momentos que viven los personajes, y sirve de orientación al lector porque hay canciones que recuerdan. Es una manera de conectar con ellos. Cuando estoy escribiendo una novela selecciono las canciones y unas sirven y otras no aunque a veces me arriesgo”.

-¿Se inspira en la realidad cuando escribe?

“Todo surge de mi imaginación que se alimenta de lo que ocurre en la ciudad y en mi país. En mis novelas parto de unos delitos que, citando al mundo del hampa, si fueran exactamente reales resultarían muy perjudicial para mi salud. Por eso me invento universos paralelos donde el delito lo identifican los lectores como algo que está pasando o que podría pasar pero en sentido estricto nunca digo voy a contar algo sobre esto sino que intento narrar lo que me impacta y penetra en mi cerebro y que convierto en algo con lo que puedo trabajar para crear una novela que luego desarrollo con mucha paciencia”.

-¿Sabe si los narcotraficantes leen a Elmer Mendoza?

“Solo tengo un testimonio pero me consta que entre ellos recomiendan algunos de mis libros. He firmado varios a un capo mediano que vive en los Estados Unidos. Lo conocí cuando era todavía un niño y probablemente lo convertí en lector porque le regalaba libros en aquel entonces. No supe hasta mucho tiempo después que ahora se dedica a esto, me quedé muy sorprendido cuando le pregunté a la persona que me llevó el libro para que se lo firmara a qué se dedicaba aunque antes de que me respondiera pensé ‘no me lo digas’”.

- ¿Qué le parece las incursiones que tanto el norteamericano Don Winslow como el español Arturo Pérez Reverte han realizado en la literatura del narcotráfico con la trilogía de El poder del perro y La reina del sur?

“Tengo la fortuna de contar con la amistad de los dos. Conversamos sobre los procesos creativos y los universos que son posibles de narrar. Tanto Winslow como Reverte son excelentes escritores y siempre que nos vemos celebramos la vida. Me atrevo a incluir, junto a ellos dos, un tercer nombre: Cormac McCarthy ya que tiene su trilogía de la frontera que si bien no son delitos específicos sí que tienen que ver con el narcotráfico. No es país para viejos es una novela sobre narcotráfico y está extraordinariamente escrita. McCarthy vive en Texas, cerca de la frontera, y tiene una percepción de cómo es el espacio fronterizo de dos países que comparten un montón de cosas, entre otras, el universo del delito que es una de las fuentes de Winslow mientras que Arturo Pérez Reverte en La reina del sur escribe una extraordinaria historia que protagoniza un personaje femenino que me encanta y que no tiene nada que ver con la actriz Kate del Castillo, la protagonista de la serie que inspira su novela. La Teresa Mendoza que describe Arturo Pérez Reverte supo captar muy bien la esencia de las mujeres norteñas que son mujeres muy temerarias pero que también saben esperar”.

Saludos, aquí, varado, desde este lado del ordenador

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