Christopher Plummer, hiciera lo que hiciera

En la ya larga constelación de actores británicos Christopher Plummer (Toronto, Ontario, 13 de diciembre de 1929–Weston, Connecticut, 5 de febrero de 2021) brilló con luz propia.

No hay otro Lord Wellington en el cine que el de Christopher Plummer ni un ladrón como su Eddie Chapman, que es lo contrario al hombre que derrotó a Napoleón en Waterloo. Estos dos personajes son opuestos pero el actor los interpreta con un rasgo común: solo obedecen a una disciplina, la suya.

Afortunadamente, la vida profesional del actor fue larga, rodó su última película en 2019 y hasta el final de sus días daba clase a cualquier cosa que hiciera. Imagino que recurrieron a él en Todo el dinero del mundo (Ridley Scott, 2017), cuando tuvo la misión de sustituir a Kevin Spacey, por aquel entonces acusado de abusos sexuales. Y clava al personaje, J. Paul Getty. Tanto, que le hace a uno olvidar cómo lo hubiera hecho Spacey. Mejor, imposible.

Hay, sin embargo, una serie de papeles por los que lo recuerdo sin emociones encontradas. Todos ellos son de carácter histórico y en todos ellos está igual de bien que siempre. Unos los hizo en los inicios de su carrera, cuando era un joven y atractivo actor que se quería comer el mundo, otros ya en pleno crepúsculo, y en los que se le nota seguro de sí mismo. La edad no declina su poderoso y elegante atractivo.

Lo recuerdo y muy vivo en mi memoria, por su caracterización de Lord Wellington en la kilométrica pero recomendable Waterllo por la recreación que hace de la batalla (Serguéi Bondarchuk, 1970). O como Rurdyark Kipling en El hombre que pudo reinar (John Huston, 1975). También como el desvalijador de cajas de caudales Eddie Chapman en la muy bondiana Triple Cross (Terence Young, 1976) y en el otoño de su vida como Leon Tolstoi en La última estación (Michael Hoffman, 2009) y el Káiser Guillermo II en El último beso del Káiser(David Leveaux, 2016).

En todos estos trabajos interpreta a un personaje real que hace suyo. Y no pierdo a su Cómodo en la fascinante La caída del imperio romano (Antohny Mann, 1964) ni de vista al capitán Georg Ludwig von Trapp del musical Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965).

Hiciera lo que hiciera, Christopher Plummer fue un actor convincente.

Hiciera lo que hiciera.

Christopher Plummer coge el tren

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador.

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