La paz de Hitler, una novela de Philip Kerr

Philip Kerr se nos fue demasiado pronto aunque dejó tras de sí una interesante producción literaria en la que destacan los tres primeros libros que dedicó a Bernie Gunther, personaje que más tarde desarrollaría en once novelas más que no tienen, sin embargo el atractivo de la tres primeras.

Las historias de Gunther se desarrollan en los años 30 en Alemania, también durante la guerra y la posguerra. Alemania, como le pasaba a Len Deighton, está muy presente en la literatura de Kerr y su mirada es bastante respetuosa con el país que bombardeó Londres durante la II Guerra Mundial. En el caso de las novelas de Gunther con mirada bastante cínica. Su detective es un superviviente y se adapta, aunque no sea nazi, a los tiempos cambiantes casi por instinto.

En La paz de Hitler, escrita en 2005, con distancia. Aunque el monstruo en esta novela más que Hitler es Stalin. El año, 1943, los tres grandes líderes aliados, Roosevelt, Churchill y el zar rojo se reúnen en Teherán (Irán) para hablar, entre otros temas, abrir un segundo frente en Europa occidental.

El protagonista es un oficial del ejército norteamericano profesor de Filosofía pero también, aunque menor, otro oficial, en este caso del ejército alemán que prepara una operación de paracaidistas con el fin de lanzarlos sobre Irán con la misión de liquidar a los tres grandes. Esto último, por muy literario que resulte, fue verdad, pero no voy a desvelar cuál es el destino de esa tropa. Solo decir que Kerr mantuvo una relación de amor odio contra los nazis extremadamente curiosa, y muy de nuestros tiempos.

La paz de Hitler sin embargo no funciona como sí funcionan muchas de las novelas de la serie Gunther. El principal problema es que como decía Ambrose Bierce, una novela es un cuento hinchado, Y La paz de Hitler lo es. No maneja tampoco demasiado bien las tramas paralelas en las que se alinean los relatos aunque sí que hace que la parte que narra el oficial filósofo sea la más interesante porque le ocurre de todo. Incluso asistir como traductor a la conferencia Roosevelt/Stalin. Churchill no estuvo porque cuenta con un invitado al que desprecia. No así Roosevelt y Stalin, tipos que prefieren negociar.

La novela no es una unidad, parece desordenada y sus protagonistas tampoco son de lo mejor de Kerr. Una ligera decepción, porque considero que es un buen autor para leer con la idea de olvidarse del mundo. Sus thrillers, incluso los mediocres, se leen como se ve una película del montón. Entretiene, cumple su cometido. Kerr no era un escritor exclusivo sino para todos los públicos. Más próximo al escocés Alistair MacLean que a John LeCarré.

En la novela se cruzan personajes reales y ficticios y hace una buena descripción de Roosevelt, inválido y aficionado a los dry martini aunque no tanto de Stalin y de Hitler, que también aparecen en la novela como Himler y Von Ribbentrop, entre otros.

La parte que dedica al traslado y llegada a Teherán del presidente Roosevelt y todo el ejército que lo acompaña hasta Irán es muy interesante, sobre todo si no se conoce muy bien este momento tan trascendental para la Historia. Añade también ficción, pero es riguroso en lo que cuenta sobre la organización de aquella conferencia que reunió a tres de los líderes del mundo. Una reunión en la que se estudió cómo acelerar el fin de una guerra con incontables muertos, mucho de manera planificada para hacerlos ceniza en los campos de exterminio.

La novela de Philip Kerr describe las tensiones y desconfianza que hubo entre los aliados. El recelo de Churchill ante Stalin, el cinismo del zar rojo, el anhelo por llegar a la paz de la manera que sea del presidente norteamericano. Pero en Teherán también hay polacos y una población, la iraní, muy hostil a británicos y rusos. Como buen inglés, para Kerr no existen los franceses aunque en este escenario poco protagonismo tuvieron.

La novela propone una historia alternativa, algo que pudo llegar a suceder pero que no sucedió nunca. Ahí está la clave, pero demorar tanto el momento con páginas y páginas de relleno terminan por hacer muy cansada su lectura. El escritor no termina de cruzar los géneros y la mezcla, que parece apresurada, no cuaja: ni de espionaje, ni policiaca.

La paz de Hitler destaca pero en otras claves. Para Kerr Hitler fue un dictador y asesino despiadado. Un ser despreciable. Pero igual que Hitler, defiende Kerr, estaba Iósif Stalin, otro asesino de masas, solo que aliado de Gran Bretaña y Nortemérica. Stalin, afirma Kerr, es el gemelo de Hitler.

Entre lo que es verdad, Kerr cuenta el detallado informe que elaboraron los alemanes cuando encontraron los restos de más de 20.000 ciudadanos polacos y de su intento utilizarlo como propaganda para dividir a los aliados. La respuesta soviética no tardó en llegar: no fueron los rusos sino los alemanes los que cometieron esas ejecuciones. Otro informe describe las condiciones infernales en las que los rusos mantienen en sus campos a los prisioneros alemanes. Los nazis acusan a los rusos, los rusos a los nazis… Roosevelt tiene que decidir si es moralmente aceptable continuar la guerra del lado de la URSS o dejar que el escándalo Katyn se olvide. Ya se investigará cuando acabe la guerra.

No es La paz de Hitler una de las mejores novelas de Kerr, sobre todo porque no podó las páginas suficientes para que no resultara tan pesada, pero sí que cuenta con algunos de sus personales destellos. Claro que Philip Kerr no fue perfecto, aunque algunas de sus novelas sí que rayaron la perfección.

Saludos, ¿vientos de guerra?. desde este lado del ordenador

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