El tesoro del corsario, una novela de Jorge Rojas

El tesoro del corsario es la undécima novela en la producción literaria de Jorge Rojas, un escritor que no se considera escritor sino relator. Así que como relator trataremos al autor de un libro singular, autoeditado y subido a la plataforma de Amazon que es el océano en el que ahora navega una aventura en la que el protagonista, que es quien narra en primera persona la historia, va tras las huellas de un legendario hombre de mar tinerfeño que desarrolló su carrera varios siglos atrás, León Padilla Romero, inspirado en Amaro Pargo aunque las carreras de ambos, el ficticio y el real, no resulten muy parecidas salvo el mito que desdibuja la realidad de uno y agiganta la del otro
.
Se dice de ambos, además, que tras su muerte dejaron un fabuloso tesoro escondido en una de las casas que tenían en propiedad en Tenerife, su isla natal. En la novela esa casa ahora en ruinas se encuentra en un barrio de los altos de Arafo, en el sur de la isla, y lugar en el que acaba yendo el narrador principal de la historia que, tiempo al tiempo, dará voz también al corsario.

El protagonista descubre que la casa de Padilla Romero se encuentra en un estado lamentable e inicia una investigación no para hacerse con el tesoro sino para conocer un poco más sobre la vida de este fabuloso personaje cuya vida ha quedado desdibujada por la leyenda. Gran parte de la narración procurará ir desentrañando su rastro. Rastro que se pierde en los meandros de la historia aunque en su labor de búsqueda, de encuentro de pistas, hila una madeja que invita al lector a que acepte el reto de enfrentarse a un misterio que no pierde el tiempo en divagaciones sino que va directo al grano. Funciona así con precisión ya que todos los elementos del relato se vuelcan en un mismo objetivo: saber más del corsario y de paso averiguar dónde pudo enterrar el tesoro que, al pasar a ser un secreto a voces, se convierte en leyenda.

La apuesta literaria de Jorge Rojas funciona. Funciona como producto de entretenimiento como funcionaron en el pasado la mayoría de sus otras diez novelas. Todas ellas, como ésta misma, escritas sin muchas complicaciones y bien armada en cuanto al misterio se refiere.

Cuenta en el libro el escritor –o relator como prefiere que lo llamen– que el corsario hizo fortuna abasteciendo primero a los barcos piratas de agua y alimentos, en especial del bucán o carne ahumada, en alta mar. De esta palabra, bucán, deriva bucanero.

Las andanzas de Padilla bajo el pabellón de la calavera y las tibias cruzadas se desarrollan en las cálidas aguas del mar Caribe y hay batallas sangrientas a las que pone fin para retirarse, como el personaje de la novela El pirata de Joseph Conrad, a su isla natal donde quiere comenzar una nueva vida. Sin embargo, son demasiados los cadáveres que guarda celosamente en los armarios de su memoria.

Construida a base de diálogos y con muy pocas descripciones, Jorge Rojas se mantiene leal al estilo que ha ido marcando una producción literaria que no decae así pasen los años. De hecho, sorprende la vitalidad y el entusiasmo que empuja mar adentro El tesoro del corsario, otros de sus libros que desarrolla parte de la acción en Tenerife y que cobra en sus manos una dimensión “realista” interesante para estudiosos de la presencia, no solo de la isla sino también de sus ciudades y pueblos, en la literatura escrita aquí como desde fuera.

Se aprecia leyendo el libro que Jorge Rojas tuvo que pasárselo muy bien escribiéndolo y esa sensación se transmite al lector que en apenas unos pocos días devorará el apenas centenar de páginas con que cuenta la novela o narración como reitera en recordar Jorge Rojas.

Solo una objeción a esa voluntad por publicar historias entretenidas, misterios que parecen imposibles de resolver pero que se resuelven con sorpresa final, y es que el autor debería de poner más cuidado a la edición de sus obras que, no sé si son cosas de Amazon, ensombrece la puesta de largo de El tesoro del corsario porque no es demasiado inspirada.

Salvando esta circunstancia (enojosa porque la obra merecía más mimo y cuidado editorial) El tesoro del corsario sabe transportar al lector y a su protagonista a unos tiempos en los que el mar lo cruzaban navíos cargados de riquezas y otros estaban dispuestos a saquearlos en las turbulentas aguas del océano. En uno de esos barcos viaja León Padilla Romero, un personaje más cercano a los corsarios del escritor italiano Emilio Salgari que a los maquiavélicos hermanos de la costa que retrató Robert L. Stevenson en su inmortal La isla del tesoro .

Saludos, más calor, desde este lado del ordenador

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