Gancho ciego, una novela de Antonio Flórez Lage

Una novela como Gancho ciego (Siruela, 2021) no debería de pasar desapercibida por todo lo que implica. Es una de las pocas historias que conozco cuyo escenario es un Puerto, Puerto que puede ser cualquier gran Puerto de una ciudad costera. Adscrita al género negro y criminal, Gancho ciego contiene otros registros que la hacen singular en el panorama actual de las letras que se escriben en español. Y no solo por lo que cuenta sino por el animado grupo de personajes que reúne.

Se trata así de una novela novedosa por el entorno en el que se desarrolla. Describe un escenario que tiene sus propias reglas. La variopinta fauna humana que presenta se mueve, como en la ciudad, por la ambición de poder y el dinero Y dinero, y mucho, desfila por las páginas de un libro en el que todo cuanto se cuenta puede ser verdad. O mentira.

Escrita por Antonio Flórez Lage, Gancho ciego transcurre a lo largo de cinco días en un puerto que debe escribirse como Puerto ya que concentra en sí un poco de todos los puertos de las grandes ciudades costeras de este y otro país. El autor, de hecho, no localiza en ningún momento donde se encuentra el Puerto que le sirve de escenario, así que funciona como metáfora de esas puertas que sirven de entrada y salida de pasajeros y mercancías. Estas últimas, legales o no.

El Puerto que describe Flórez Lage parece sacado de una pesadilla inspirada en uno de los grabados de Piranesi solo que aquí los laberintos tienen forma de almacenes, astilleros, puestos de la Guardia Civil, extensas explanadas donde descansan los contenedores… El autor ubica en este universo una galería de personajes que arrastran, sobre todo los principales, un vínculo de sangre y violencia con el entorno en el que trabajan. Si la ciudad donde se encuentra el Puerto ya es de por sí corrupta, su puerto, el Puerto, actúa como una especie de mundo paralelo que no necesita del exterior para resolver los problemas.

Su Puerto, el Puerto de Gancho ciego, se trata de un universo gigantesco que sirve como un espejo en el que se refleja la otra cara de la ciudad. Y esa cara es la más amarga y siniestra. El Puerto es como pueblo del lejano oeste americano. Aquí no hay justicia. Es un territorio donde solo viven más que los fuertes, los más corruptos.

El Puerto de Gancho ciego se convierte así en uno de los grandes protagonistas de la novela. Es el territorio, la jungla por la que se mueven sus actores. Sabe a verdad cuando el escritor toma el pulso al Puerto. Cuando muestra cómo se trabaja y cómo se alimenta (retroalimenta) para seguir adelante con su fatigoso día día.

Una de las líneas de la novela comienza cuando se descubren los cadáveres decapitados de varias jóvenes sin que se sepa muy bien si ha sido obra de un asesino en serie o un aviso de alguien en la sombra que señala a la cúpula que gobierna las instalaciones.

El encargado de investigar estos asesinatos es un policía, de apellido García, que está de vuelta de todo. Un escéptico que no ha sabido vivir con los fantasmas que acumula del pasado y que conoce, como el que más, cuál es la cadena alimenticia que pone en marcha diariamente la actividad de ese Puerto que, ya se dijo, puede ser el de cualquier puerto de una gran ciudad.

El otro gran protagonista de la novela es El gallego, un tipo que conoce por dentro el código no escrito de sobrevivir en el Puerto, y personaje que podría ser la otra cara que representa García. A su alrededor se mueve toda una fauna de secundarios, la mayoría de ellos identificables por sus apodos portuarios.

Como en toda novela negra y criminal que se precie, en Gancho ciego no solo hay una serie de asesinatos que deben de resolverse sino también otros casos que forman las piezas de un puzzle que destaca por los asuntos que aborda.

El género negro y criminal, ya se sabe, intenta radiografiar a un grupo humano que responde a una política cuya base es el miedo. El miedo, ya se sabe, debilita y hace que unos y otros desconfíen de los demás. No, no es mundo muy agradable el retrato afilado que describe Antonio Flórez Lage de ese gigantesco Puerto que es otra ciudad dentro de la ciudad. Es un monstruo con forma de almacenes, talleres, grúas y barcos que están atracados en un espacio en el que además de cargar y descargar mercancías, transporta materiales altamente peligrosos y por eso mismo millonarios.

Uno de los aspectos más atractivos de la novela es que los personajes no resultan maniqueos. El gris define por extensión el carácter de todos ellos. Y el gris, de hecho, monopoliza las más de 300 páginas que tiene el libro. Un producto que en conjunto se nota muy trabajado, redondo. Pero más por la creación de de ese Puerto y su capacidad para recrearlo con atmósfera, que las historias que cuenta.

Antonio Flórez Lage conoce las claves del género y las maneja muy bien en el relato pero la mayoría se sorprenderá más por su capacidad de dar autenticidad al territorio por el que se mueven los personajes. Un mundo que solo conoce el escritor y al que accede un sorprendido lector como fue mi caso.

Espacio cerrado donde el paisaje y paisanaje es bronco y en ocasiones terrible, las mujeres del Puerto son igual de duras que sus pares masculinos. Defienden sus intereses. Esta es la tierra de no es nada personal, solo negocios. Un territorio aislado de la ciudad en el que el crimen (en este caso el de unas jovencitas con apellido) hace redimir a un policía y a un yonqui y a tomar decisiones a un superviviente.

Saludos, buenas lecturas, desde este lado del ordenador

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