José Zoilo: “Estamos en un momento dulce para la novela histórica”

Entre los escritores españoles que se se han especializado en novela histórica se encuentra José Zoilo Hernández (Tenerife, 1977), biólogo antes que escritor, aunque lleva la literatura en la sangre. Publicó con ediciones B la trilogía que ha dedicado a la Hispania tardorromana y que incluye El alano, Niebla y acero y El Dux del fin del mundo. También es autor de El nombre de Dios y de Lordemano (Ediciones B, 2021) en la que narra las incursiones de los normando contra las costas del norte de España en el siglo IX de nuestra era. Zoilo, que firma sus historias como José Zoilo está en este momento trabajando en una novela que se desarrollará en La Laguna del XVII.

- Lordemano trata un momento de la Historia de España poco o nada conocido, la presencia de vikingos en la Península Ibérica. ¿Qué despertó su interés para escribir una novela sobre vikingos en la península Ibérica?

“Una constante en todas mis novelas es bucear en períodos poco conocidos para el gran público, pero que resultan fascinantes una vez que indagamos un poco más. En este caso, la idea surgió durante un viaje a la Bretaña francesa, donde, sin esperarlo, encontré los restos de un antiguo campamento de piratas nórdicos. Este descubrimiento, en un momento en el que yo ya había comenzado a escribir ficción, me llevó a investigar acerca de aquellas incursiones que los vikingos habían llevado a cabo en la península ibérica; aunque no es un tema que se trate con frecuencia, sí se sucedieron unas cuantas de estas expediciones entre los siglos IX y XII; muy pocas, ciertamente, pero la casualidad quiso que fuera precisamente la Bretaña francesa el lugar del que provenía la gran flota vikinga que asoló nuestras costas en el año 844. Para mí aquello fue una señal inequívoca de que en algún momento tenía que investigar sobre ese suceso y tratar de llevarlo a la ficción, y aunque tardé unos años, finalmente me decidí a hacerlo durante 2018”.

- ¿Qué es un Lordemano?

“Lordemano es el término con el que se conocía a los saqueadores nórdicos en algunos rincones de la península Ibérica del siglo IX, así como en los posteriores. Nadie en ese entonces llamaba a esos piratas “vikingos”, pues este es un término más actual; lo habitual era que los cristianos del oeste de Europa se refirieran a ellos como normandos (hombres del norte), o lordemanos en algunos rincones de los reinos del norte de la península (Asturias, principalmente), así como madju al sur, en tierras musulmanas”.

- ¿Qué fuentes son las que consultó?

“Para una novela histórica como esta, en la que interactúan personajes nórdicos, pero también otros provenientes de los reinos cristianos de la península ibérica de la época, y del vecino emirato de Al-Ándalus, fue necesario recurrir a fuentes de todos estos pueblos. Esta es parte fundamental del trabajo de documentación, pues es necesario que la ambientación, y no solo los hechos políticos o militares, resulten acordes a la época en cuestión”.

– ¿Y a qué fuentes dio más importancia?

“Gran parte de la trama discurre en la península, así que durante la documentación tuvieron gran importancia aquellas fuentes contemporáneas tanto cristianas como musulmanas; no solo para recrear los estados peninsulares, sino también para ver a través de sus ojos a estos invasores llegados desde muy lejos. Entre las fuentes cristianas siempre hay que mencionar las crónicas Albendense y Rotense, así como otras posteriores, como la del obispo Jiménez de Rada. En cuanto a las musulmanas podríamos citar la de ibn Idhari, entre otras. Además, tuve que consultar la Crónica Anglosajona y, aunque la cultura nórdica apenas cuenta con registros escritos hasta el siglo XIII, revisar las sagas existentes para así poder trasladar el panteón y parte de las costumbres nórdicas que han llegado hasta nosotros. Además, siempre hay que echar mano de tratados más actuales, las fuentes secundarias, tanto aquellas de principios del siglo XX como las de Claudio Sánchez Albornoz, u otras mucho más modernas, como las de Neil Price, Iván Curto, Daniel Fernández de Lis, etc”.

- ¿Cómo era la España de aquel momento y los vikingos?, ¿qué pudieron ambos pueblos darse?

“El siglo IX es una época muy importante para los reinos de la península Ibérica. Se trataba de un territorio duro, fronterizo en casi la totalidad del tercio septentrional, en el que se vivía en un permanente estado de alerta militar. Un período en el que las razias musulmanas eran temidas cada año, y donde los reinos cristianos del norte, poco a poco, comenzaban a fortalecerse. Una península que, desde luego, no respondió de igual manera a estos saqueadores nórdicos que como lo hicieron quienes vivían en los reinos sajones de Inglaterra, o en los vecinos reinos francos. Este fue, sin duda, el gran error que tuvieron los nórdicos en su llegada a Spanland, como ellos la denominaban, pues no fueron capaces de prever el esfuerzo militar que los pueblos ibéricos eran capaces de acometer. En nuestro caso, el aporte cultural o étnico vikingo fue residual, pues el contacto se limitó a muy pocas expediciones de saqueo, en las que en ningún momento se produjo el asentamiento de estos hombres venidos del norte. Todo lo contrario que lo que ocurrió en los reinos sajones de Inglaterra, por ejemplo, donde los siglos posteriores en la vieja isla romana de Britannia no podrían entenderse sin la aparición y aportación de los daneses en su territorio”.

- ¿Qué licencias son las que se permite cuando escribe novela histórica?, ¿Cómo interpreta a los personajes reales que se cruzan en sus novelas con personajes ficticios?

“En lo posible trato de ser fiel y riguroso a la Historia, intentando alterar lo menos posibles los hechos contrastados; en caso de hacerlo, siempre lo incluyo en la nota histórica. También explico en ella la razón por la que he optado por algunas fuentes en concreto sobre otras, pues en este período es habitual que las fuentes cristianas y musulmanas se contradigan en algunos asuntos. En este caso, elijo la opción que mejor me venga para la ficción. En cuanto a los personajes reales, lo cierto es que no suelo otorgarles un papel protagonista en el desarrollo de la novela, de manera que pueda hacer que aparezcan en aquellos momentos en los que sí contamos con registros. Es complicado construir la personalidad de alguien que realmente existió y del que desconocemos prácticamente todo, o del que toda la información que nos ha llegado ha sido a través de las crónicas bien de sus aduladores, bien de sus enemigos, que difícilmente harán justicia a la realidad”.

- Se ha especializado en una novela histórica que se desarrolla en la Hispania tardoromana, ¿por qué?

“Desde el punto de vista de la ficción, a mí el imperio tardorromano me lo ofrece todo. Por un lado, nos encontramos con todo tipo de conflictos en los que profundizar en la trama de ficción: religiosos, sociales, militares, étnicos, comerciales… por otro, también me ofrece algunas crónicas más o menos fidedignas, pero muchas lagunas en medio de los hitos que estas revelan, lo que también ayuda a la hora de novelar. El equilibrio justo entre información y un espacio en blanco en el que caben toda suerte de elucubraciones. Mucha gente puede pensar, precisamente por la ausencia de un gran número de fuentes contemporáneas, que se trata de una época oscura; aunque lo cierto es que, como todas, tiene sus propias luces. Además, resulta fundamental a la hora de comprender lo que ocurre en los siglos posteriores en el territorio, las relaciones entre estados, entre vecinos, etc”.

- ¿Y cuándo nace su interés por la Historia y que le llevó a escribir su primera novela histórica?

“Podríamos decir que desde siempre, desde muy pequeño, poco después de empezar a leer. En ese entonces, sin ir más lejos, todo lo que leía relativo a la historia podía transportarlo a mis propios juegos, terreno abonado para la imaginación. Ya en mi adolescencia uní estas dos aficiones, la lectura, y la historia, comenzando a leer novela histórica, y encontrando en la ficción numerosos episodios interesantes en los que profundizar más tarde. Pero fue bastante más tarde cuando me decidí a escribir, animado por mi mujer, descubriendo desde ese entonces una afición que me ha procurado muchísimas alegrías”.

- ¿Había escrito antes de publicar su primera novela histórica?, ¿qué temática abordaban esos relatos?

“Realmente no había escrito ficción antes de El Alano, más allá de alguna historia corta siendo un niño. Sí es cierto que había escrito alguna publicación técnica sobre temas de mi trabajo, pero nunca ficción.”

- ¿Y qué es lo que le resulta más difícil cuando trabaja una novela histórica?

“Todo el mundo suele decir que escribir novela histórica es muy complicado, pues se trata de un género muy exigente, con una documentación previa fundamental y difícil de conseguir. Yo tengo la fortuna de que disfruto tanto documentándome como escribiendo, pero sí considero que hay un momento clave, y es el instante en el que tienes que trasladar tu historia de ficción a la historia real. Tienes que ver que ambas se imbriquen de manera que sea creíble, pero también resulte atractiva para el lector. No se trata de narrar un tratado de historia, sino de implicar al lector en una trama de ficción a través de la historia en la que pueda empatizar con los personajes y disfrutar (o sufrir) con lo que a estos les ocurre”.

- A qué elementos le presta especial atención en sus novelas (la trama, personajes, la documentación). ¿Cuánto tarda en escribir estos libros?, ¿cuál es la faceta que le resulta más complicada de realizar durante el proceso de gestación y de escritura de la obra?

“Todos los elementos son importantes: la ambientación, que ha de ser lo más fiel posible para que el lector pueda sentirse transportado a la época elegida; la trama, que debe ser coherente a la vez que atractiva; y, por supuesto, los personajes. Si tuviera que definirme por solo una, creo que diría que soy un escritor de personajes. Mi objetivo es que el lector sufra, disfrute, sienta, siempre a través de unos personajes bien definidos y muy humanos, con los que se pueda identificar, pese a los siglos que los separan a ambos. Toda novela histórica lleva un proceso de documentación previo que es clave. Sin este, ni nuestros personajes, ni los escenarios, ni las situaciones que encuentran durante su camino podrán resultar creíbles. Como este paso es tan importante, suelo invertir alrededor de un año en él para cada novela. Un período en el que no solo me sumerjo en ensayos, artículos, tesis, sino que también trato de desplazarme a los escenarios principales que aparecerán en la novela. Después de esto, cuando ya estoy satisfecho con el conocimiento adquirido, viene la búsqueda de una trama de ficción que se adapte a lo que he aprendido en la fase previa. El tiempo necesario para conseguir esta adaptación es variable, pero a la vez clave, pues sin ella no hay novela que valga. Puede darse el caso de que un período histórico me resulte fascinante, pero que no sea capaz de tejer una historia de ficción atrayente, por lo que la investigación no terminará en lo que esperaba: una novela. Cuando lo consigo ya empieza el período de escritura que, con el esquema previo y las ideas claras, suele ocuparme entre seis y nueve meses, con algunos periodos de reposo en medio y muchos, muchos de correcciones”.

- ¿Por qué cree que está viviendo la novela histórica escrita por españoles tan buen momento en este país?

“Estamos en un momento dulce para la novela histórica, sin duda. Creo que mucha gente quiere leer y conocer acerca de lo que ha pasado en nuestro territorio en el pasado, pues es una manera de llegar de forma amena a una parte de nuestra historia a la que, por otro lado, tenemos difícil acceder. Además resulta crucial que las editoriales de nuestro país lleven ya unos años apostando por la novela histórica nacional, tanto aquella creada por autores consagrados, como por nuevos talentos. Se ha dado la oportunidad a nuevas voces que han irrumpido con fuerza en el panorama nacional, lo que es un motivo de alegría no solo para los autores, sino también para los lectores. A este respecto también tengo que apuntar que tengo el honor de pertenecer a la Asociación Escritores con la Historia, en la que comparto puesto en la asamblea con grandes autores nacionales, como Antonio Pérez Henares, Juan Eslava Galán, Santiago Posteguillo, Isabel San Sebastián o Gonzalo Giner, entre otros, cuyo fin último es poner en valor la historia de nuestro país a través de la novela histórica”.

- ¿En qué está trabajando ahora?

“Ahora mismo estoy trabajando en dos novelas, aunque todavía no he decidido por cuál de ellas decantarme de cara a una próxima publicación. Una de ellas está ambientada en casa, en Tenerife, pues tengo una deuda emocional con nuestra tierra, aunque todavía queda bastante para que pueda decir que está terminada. En la otra, vuelvo a encontrarme con mis temáticas preferidas. Ya se verá cuál es la primera en llegar a buen puerto”.

Saludos, días extraños, desde este lado del ordenador

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