Una visita al callejón de las almas perdidas

Hacía mucho, demasiado tiempo, que no iba al cine para ver una película en condiciones. En pantalla grande. Sí, yo también he sido víctima de plataformas, aunque recurro bastante también a mi videoteca para volver a ver las películas de siempre, las que han marcado mi vida…

Estoy en el Víctor. Y es miércoles, día del espectador. Acudo a la primera sesión, las de las cinco de la tarde (como los toreros) y me doy cuenta que estoy solo en la sala gigante. Solo en la parte de abajo, que es donde me gusta sentarme en el cine más aristocrático de Canarias.

La película es El callejón de las almas perdidas, que dirige Guillermo del Toro que es un cineasta que, a mi, aquí que ahora nadie me lee, me resulta ni fu ni fa pero la novela que inspira este largometraje, y que dio origen en los años 40 a una extraordinaria película que protagonizó Tyrone Power, me obliga a ver la versión del mexicano…

Guardo un grato recuerdo de la novela, de la que ya escribí hace tiempo, y busco información de su escritor William Lindsay Gresham, que se puso del lado de la II República durante la Guerra Civil que dividió a España, y en la que no pegó un solo tiro porque hizo funciones de médico. Dedica la novela a la poetisa Joy Davidman, la mujer que vivió una bellísima historia de amor hasta su muerte con el escritor británico C.S. Lewis, y que Richard Attemborough reflejó en Tierras de penumbra (1993), en la que Debra Winger hacía, precisamente, el papel de Davidman y Anthony Hopkins el del Lewis.

Cometí el error de leer alguna reseña en torno a la película de Guillermo del Toro, y se escribe así porque las reseñas hay que leerlas nunca antes sino después de ver la película para que no te condicione la experiencia, y un amigo me avisa que le pareció lenta… así que ahí, solo en el patio de butacas, comienzo a ver El callejón de las almas perdidas y me entretiene y convence la versión del mexicano. Admito, incluso, su gusto por la grandilocuencia, por los grandes escenarios artificiales… y me parece que está no bien sino muy bien Bradley Cooper. Kate Blanchet, como siempre y me seducen como siempre también Rooney Mara y Toni Collette.

Mientras veo la película en la sobrecogedora soledad de la sala (yo solo, el único espectador ante la pantalla gigante… subidón de adrenalina, el cine es el cine y todo eso) trituro en mi cerebro las odiosas comparaciones con el filme que protagonizó Tyrone Power y pienso, porque existo no vayan ustedes a creer otra cosa, que William Lindsay Gresham estaría muy orgulloso con esta nueva película que revive en pantalla a sus desgraciada criatura literaria. Un círculo, la historia que narra, un círculo la vida que lleva su protagonista… Primero en el circo de las sombras y luego en ese otro circo de sombras donde habitan los multimillonarios…

Cuentan que el escritor fue comunista pero que tras su experiencia en la guerra española dejó esas ideas para estudiar ocultismo y no sé si algo de Tarot. El Tarot está muy presente en la novela y también en las dos películas que reproducen con imágenes la tragedia de un hombre solo. Solo con sus demonios. Solo ante sí mismo.

Apunto dos frades que no vienen al caso pero que hablan del éxito y del fracaso:

“Muchas de mis preocupaciones nunca ocurrieron”, Mark Twain

“La llave del éxito es ir de fracaso en fracaso con entusiasmo”, Winston Churchill.

Y eso es todo.

Por hoy.

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador

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