Manieristas, un libro de ¿Claudio Colina Pontes?

“-Disculpe, caballero –me dirijo al punk de camiseta rajada, collar de perro, muñequera de tornillos roscachapa, rímel churreante y sobaquina veterana–, ¿has visto por aquí unas gafas de montura plateada? Se me cayeron justo ahora, vaya, con este agite…
¡Que no hay gasoil! – repite el cantante”.

(Sopa de partículas, un relato que forma parte del volumen Manieristas, de Claudio Colina Pontes, Ediciones Aguere/Idea, 2022)

Hace unas semanas comentábamos en esta misma página la última novela de Claudio Colina Pontes, pseudónimo tras el que se esconde Gabriel Díaz, que prefiere, como prefieren otros escritores y escritoras firmar con otro nombre su obra literaria. En el caso de Pontes/Díaz, una producción que viene de atrás aunque nosotros tuvimos noticia de su presencia en la república de las letras gracias, precisamente, a esa novela, Ocho, que, como se dijo, ya se reseñó en estas mismas páginas.

Ya comentamos que la lectura de la novela nos había descubierto a un escritor con indudable talento narrativo, lo que nos hizo pensar si esta aparente facilidad para contar historias largas podía traducirse en los textos cortos. Y casi como si leyera nuestro pensamiento, Claudio Colina Pontes (a partir de ahora utilizaremos su pseudónimo como literato) presenta Manieristas. Casisienes, relatos cortos, largos y medianos que coedita Ediciones Aguere/Idea.

Se trata de un volumen ligero de páginas, la narrativa de Colina Pontes no abusa de palabras, no engorda el volumen de un libro, y además de la originalidad de la propuesta, de la razón que da origen a esta obra, además de contener cuentos, podría decirse que se trata también de una novela corta porque los relatos que lo estructuran están protagonizados por los mismos personajes, Bene, una chica parapléjica y un profesor cuyas aventuras y desventuras se desarrollan en conciertos musicales que protagonizan grupos como Ataúd Vacante, Los Diplomáticos, Suede y Los Planetas y Smashing Pumpkins,
entre otros. Es decir, que todos los cuentos que se reúnen en este libro cuentan con su personal banda sonora aunque más que el directo, que de la música que llena el aire, lo que le importa a su autor son describir emociones, mordiscos de realidad con la misma absorbente cualidad con el que nos contó esa huida hacia adelante que narró en Ocho.

Se insiste en la novela porque los relatos que se incluyen en Manieristas revelan a un escritor que sabe narrar aunque se deje llevar por las formas, el virtuosismo, más que por los contenidos. Es decir, que se nota que aprecia más la manera en cómo cuenta lo que nos cuenta que contar una historia. No sé si me explico, lo que se quiere decir es que prefiere cuidar el estilo más que lo que desea contar. Los cuentos que contienen este libro no terminan de hecho, casi parece como si dejara suspendido en el aire un final que no llega. Esto no quiere decir que se traten de relatos con continuará, ni siquiera que dejen puntos suspensivos registrados en el papel, sino que se tratan de finales libres, que su autor deja abiertos para que sea el lector quien le busque sus propias conclusiones.

Claudio Colina Pontes es un escritor al que le gusta experimentar, y experimenta con piezas que intercala en los cuentos entendamos más o menos convencionales, con otros que no superan las noventa y nueve palabras, de ahí lo de Casisienes del título, donde la falta ortográfica resulta, obviamente, deliberada. No se trata, sin embargo, esta apuesta de aspirar a contar en casi cien palabras algo, de lo mejor de Manieristas. Se nota que no le salió demasiado bien el experimento ya que no aportan demasiado al resto de un libro que sí que crece cuando regresa a las aparentemente tranquilas aguas del cuento “convencional”. De la historia en la que además de la muchacha parapléjica y de su acompañante por los distintos conciertos en los que circulan, aparecen también un sacerdote acosado de pederastía y un cándido voluntario católico.

La voz a la que se recurre para contar estos cuentos, breves e intensos, muchos de los cuales no dejan ni tiempo para cortar la respiración, va desde la primera persona a la tercera, lo que da al conjunto final un variado y entretenido son, así con todas sus letras: son, a un libro que bien podría haberse titulado “Historias que tienen lugar en un concierto de música”. O “Historias que tienen lugar en un concierto de rock” aunque también suena al modo del clásico hilo musical, música de ambiente, algo de clásica y disco…

Manieristas incluye al final del libro una Guía para lectores curiosos en la que indica qué grupo o solista actúa en cada uno de estos relatos que, salvo la experiencia fallida de los casisienes, muestran a un escritor no sé si talentoso pero sí con capacidad para llamar mi atención. Y eso me basta para seguir adelante con un librito magro en páginas y con atractivo para todos aquellos que han disfrutado de la experiencia de asistir a un concierto en riguroso vivo y directo y con las historias que, al margen de los musical, vive con otros semejantes que han ido al mismo lugar y con el mismo objetivo.

El libro cuenta con una excelente portada que firma Idafe M. Hernández Plata en la que se muestra la pala de una guitarra eléctrica Fender Stratocaster. Un elemento que resume a modo de símbolo las intenciones de este volumen de cuentos que debería ser leído escuchándose de fondo, y en tono muy bajo para no despistar la lectura, las canciones con las que, sospecho, fueron escritos por el escritor.

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador

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