Masones, ni tan secretos ni tan discretos

La historia de la masonería forma parte indivisible de la historia de Europa y de los Estados Unidos de Norteamérica desde que se constituyó como sociedad secreta, aunque los masones prefieran decir discreta, en la primera mitad del siglo XVIII. Inspirada en el antiguo gremio de los albañiles y constructores de catedrales, entre las herramientas que se emplean en sus ritos se encuentran los útiles habituales de estos trabajadores, de quienes imitaron también su señas y toques para reconocerse.

Más de trescientos años forman parte del relato histórico de la masonería, y todavía resulta extremadamente difícil que quien investiga sobre ella no termine abducido ante las buenas acciones que marcan el camino de los miembros de estas organizaciones, organizaciones en la que la verdad y la leyenda se confunden. Quizá sea su carácter “secreto” la causa de que sus miembros hayan sido perseguidos a lo largo de todos estos años de singladura pero también, y así lo remarca John Dickie, autor de La Orden. Una historia global del poder de los masones (Debate, 2022), la causa de que aún sigan despertando tantas pasiones.

Tal y como indica su título, John Dickie no ha pretendido contar una historia de la masonería, que historias sobre su origen y desarrollo hay muchas, sino describir con sobresaliente pulso narrativo, los momentos más significativos de lo que llama La Orden. Para los especialistas en los estudios de la masonería es probable, sin embargo, que los contenidos que estructuran el libro no terminen de convencerlo, pero harían mal en rechazar una obra que lo que pretende es estudiar con cierto detenimiento aquellos episodios en los que la aparente discreción de la masonería y de los masones trascendió a lo público.

Dividido en diecisiete capítulos, Dickie repasa los “momentos estelares” de la masonería comenzando, no iba a ser menos, por su origen la primera mitad del siglo XVIII en algún lugar de Inglaterra. El lugar escogido para el parto fue una taberna, The Goosean and Gridiron, y allí se encontraban entre otros, algún pastor protestante que más tarde haría oficial aquella reunión con la redacción de unos preceptos que los masones reconocen desde ese entonces como su Constitución.

El autor del libro, que además de historiador es periodista, propone primero una reflexión sobre los misterios que “protegen” los miembros que pertenecen a La Orden para pasar en capítulos siguientes a su expansión por el planeta con el fin de promover la hermandad entre todos los seres humanos solo que, como cualquier sociedad que se precie, cuenta también con profundas contradicciones.

Escribe John Dickie que “el secretismo está triplemente encerrado en los grados que marcan el acceso de un hombre a una logia masónica: la existencia de los rituales es secreta; durante dichos rituales, se hacen varios aterradores juramentos de secretismo, y los propios secretos se esconden detrás de símbolos. La ceremonia del grado de maestro culmina cuando sale a la luz el secreto más profundo y terrible. Y el secreto último de la francmasonería es… que la muerte es algo muy serio y pone las cosas en perspectiva”.

Y eso es todo, en realidad, escribe John Dickie, quien intenta a lo largo del libro restar trascendencia a la masonería y a los masones, recordando que tal y como se revela cuando se asciende al ritual del segundo grado, la masonería es “nada más y nada menos que un sistema peculiar de moralidad envuelto en alegorías e ilustrado con símbolos”.

Me han parecido especialmente atractivos en el libro los capítulos que dedica a la masonería en los Estados Unidos de Norteamérica (Washington. Una logia para las virtudes), país en el que recuerda más adelante que estas sociedades están tan instaladas que han dado origen a todo tipo de grupos más o menos “secretos” y en otros casos a inspirar ritos a familias radicalmente diferentes como puede ser la iglesia mormona; así como el que estudia las sociedades secretas que se expandieron por toda Italia cuando intentaba nacer como nación.

Pero si tuviera que destacar solo un capítulo, recomendaría la lectura que se ocupa de la masonería de los hombres de raza negra, asunto que trata en Charleston. Los africanos fueron los creadores de esta misteriosa y bella orden. La realidad, dice Dickie, es que a los afroamericanos les costó ser aceptados en “la hermandad” y que cuando consiguieron constituirse en logias, tuvieron que hacerlo por separado porque no podían acceder a la de sus “hermanos” blancos por cuestiones raciales.

Como se decía, la historia de la masonería como la historia de cualquier grupo que se precie está trufada de divisiones que alejan más que aproximan círculos que aparentemente trabajan para lo mismo: la perfección del ser humano.

La Orden también estudia la persecución a la que fueron sometidos los masones en países como la Italia fascista, la Alemania nazi y la España de Franco. En el caso de la España franquista, bien informado, el autor cae no obstante en un error que, mucho me temo, siguen alimentando los propios masones como que Franco les declaró la guerra por resentimiento ya que no fue admitido a entrar en una de sus logias cuando servía como militar en Marruecos. La historia ha demostrado que esto es rotundamente falso, aunque su hermano Ramón sí que fue “hermano” hasta su muerte durante la Guerra Civil española.

En el libro, John Dickie habla también de otros garbanzos negros que salpican la historia global de la masonería cómo fue escándalo de la logia P2, vinculada a la extrema derecha italiana y también de las contradicciones que padece la masonería que se instaló en India, durante el imperio colonial británico, y que tuvo como miembro entre otros ilustres, al escritor Rudyard Kipling, autor de un emotivo poema dedicado a su logia. Esta masonería británica instalada en la joya de la corona si se caracterizó por algo fue por su racismo y, una vez superado, que persistiera su reticencia a admitir a indios entre sus miembros.

No se trata, como he leído por ahí, La Orden. Una historia global del poder de los masones, de una obra clave para entender y asumir su influencia, pero sí que aclara muchos de los méritos que, pese a su trayectoria irregular, conserva. No es, de todas formas, un libro sobre la masonería pero sí que es una obra que analiza la influencia que ha ido adquiriendo a lo largo de los siglos sobre todo en occidente.

La masonería cuenta en la actualidad con más de seis millones de miembros en todo el mundo, una cantidad significativa de hombres y también de mujeres que en su mayoría aspiran a convertirse en “mejores personas”.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

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