Si esas paredes hablasen

De la calle de Miraflores apenas queda rastro de lo que fue y del papel que jugó en la construcción de Santa Cruz de Tenerife como ciudad. Víctima de la gentrificación, su fisonomía urbana y si me apuran hasta vital desaparece lentamente como desaparece lentamente todo lo que afecta a esta capital aunque aún quedan personas que se resisten a que Santa Cruz de Tenerife olvide del todo que fue ahí, en esa misma calle antaño poblada de bares y pensiones, la zona con los farolillos rojos eternamente encendidos en la que miles de mujeres y algunos hombre alquilaron sus cuerpos para sacar adelante a sus familias.

Ahora dos artistas, Israel Pérez y María Requena, Pérez y Requena, tras meses y meses de merodear por esta calle y adyacentes cuando las palas de las excavadoras demolían muchas de las edificaciones antiguas que le dieron identidad, presentan un proyecto, Conquistador, con el que también rinden homenaje al pasado de una ciudad que, ya se dijo antes, anda bastante desmemoriada.

Conquistador
era el nombre de un sex shop que estaba situado a pie de calle en el conocido como edificio amarillo de la calle Miraflores. El inmueble, de mediado de los años treinta del siglo pasado, fue desalojado en los 90 y abandonado a su suerte aunque tanto Conquistador como el bar La Granadina continuaron abiertos en una clara señal de, dicen Pérez y Requena, “resistencia”. Son ellos los que recuerdan que durante la edad de oro de Miraflores, el edificio amarillo llegó a albergar además de bares, una imprenta, talleres de mecánica, prostíbulos y casas familiares y que este proyecto, Conquistador, lo que pretende es una investigación artística que se inició en 2008 para plantear las relaciones que se establecen “en el contexto de la antigua zona de conflicto y desahogo de Santa Cruz, comprendida entre el puerto marítimo y el Mercado de Nuestra Señora de África”.

La base del proyecto parte de dos acciones cotidianas: la de deambular y la de archivar, atesorando “los espacios que han formado parte del imaginario y la historia del contexto urbano”. En este aspecto, “Conquistador se perfila como un archivo vivo” que desde el 4 de noviembre al 5 de enero ha instalado parte de sus piezas en la galería Bibli, en la calle de San Francisco Javier en Santa Cruz de Tenerife. Muestra que incorpora objetos (la antigua barra de La Granadina, las pinturas que decoraban las paredes del Niágara, otro bar que se encontraba en el edificio amarillo y la palmera de neón de un antiguo salón de te que hubo en la calle del Castillo) para una exposición que, inevitablemente, sorprenderá al visitante así como aguijoneará a los más veteranos con el siempre traicionero sentimiento de la nostalgia.

Conquistador nació como proyecto de forma natural, resultado de la profunda transformación que vive la ciudad de un tiempo a esta parte. “Hemos ido asistiendo a sitios a punto de ser demolidos con la idea de poder entrar y ver lo que nos íbamos a encontrar. Y de manera muy fluida empezamos a recopilar materiales”. Algo así fue lo que les pasó con La Granadina, el último bar que mantuvo las puertas abiertas en Miraflores antes de que el edificio fuera reducido a escombros. “Solíamos ir a desayunar y conocíamos a su propietario, Toño, que fue quien nos anunció el día antes que se iba a demoler el edificio”.

“Sacamos sobre la marcha lo que pudimos, taburetes, alguna mesa…” Otra historia fue la de conseguir el cartel del Conquistador, e l sexy shop vecino a La Granadina y que se convirtió en algo así como la meta de un proyecto que quiere proponer un diálogo “con la ciudad”. Un diálogo que enseñe el cambio que altera su fisonomía y que se desarrolla “ante nuestros ojos”. “Como la ciudad, para bien o para mal, se desprende de lo incómodo y destruye en parte esa solera que una vez tuvo”.
Conquistador habla de todo eso, de cómo se pierde la calle que propició en el pasado otro tipo de encuentros y una forma de relacionarse diferente. No se trata, sin embargo, de un proyecto que facilite respuestas sino que, muy al contrario, lo que propone son preguntas sobre el aplanamiento de la imagen y qué puede suceder “si al final cedemos para que ese espacio sea homogéneo. No hay por qué tirarlo todo, habría que reformularlo en todo caso”, dicen Pérez y Requena.

Conquistador es un proyecto multidisciplinar que tiene algo de archivo y también de fotográfico y videográfico. El fin es que no se diluya en el olvido el pasado de una ciudad tan desmemoriada como Santa Cruz de Tenerife, una imagen si se quiere en color sepia de un lugar que ya no existe.

El pasado 4 de noviembre y durante la inauguración de Conquistador en el espacio Bibli los espectadores que la visitaron coincidieron en señalar un punto de anclaje con la antigua calle de Miraflores. Es decir, que la recordaban. Recordaban La Granadina y también el Niágara. En el material videográfico, se cuenta además con importantes testimonios de personas que vivieron por la zona y en el proceso de grabación se puede observar “cómo aparecen pinturas tras las paredes”. Algunas de estas pinturas “hemos intentado reproducirlas lo más fielmente posible a cómo eran” en Bibli, y los resultados son notables.

“Creíamos que el carácter de estas pinturas pertenecía a una época y contextualiza todo lo que sucedió en aquel momento. En las grabaciones y fuera de cámara se escuchan comentarios de gente que presenció la demolición del edificio amarillo y cada uno de ellos tenía su recuerdo… Si esas paredes hablasen”.

Las paredes no hablan pero casi lo hacen en Conquistador ya que ofrece una inteligente cartografía de la zona. El visitante puede encontrarse con la barra de La Granadina, que se encontraron desmontada y que han instalado para convertirla en una de las piezas más señaladas de la exposición. “La idea era ver el espacio que generaba y desde ahí trabajar en él”. Si uno se acerca a la barra, ahora pulida y encerada, descubrirá encima una funda de un diente de oro, una pieza que quiere establecer un juego con el espectador y que Pérez y Requena descubrieron justo antes de la demolición del edificio amarillo, al que accedieron antes de que fuera reducido a escombros para toparse con un escenario que parecía sacado de una película de ciencia ficción. “Conocíamos el desalojo pero no como había sido. No conocemos qué sucedió realmente pero cuando entramos antes de que comenzara su derribo parecía cómo si los que allí moraban se hubieran ido apenas unos minutos antes porque las casas continuaban con su mobiliario, la mesa del comedor estaba puesta. Era como una cápsula del tiempo. Sacamos fotografías y nos movimos con cuidado por aquellos pasillos porque muchas partes del edificio estaban apuntaladas y en esa carrera fue cuando descubrimos el diente de oro, un símbolo, marca una época”.

Otros de los elementos que forman parte de Conquistador es un pedazo de muro del antiguo colegio Balear, el mismo en el que estudió el periodista y escritor Fernando Delgado, entre otros, y una estampa de la virgen de Fátima que reproduce la que se encontraron en uno de los pisos del edificio amarillo antes de que fuera demolido.

La estampa de la Virgen de Fátima es otro elemento fundamental en la exposición y en la calle de Miraflores. Ir tras esta imagen se convirtió en una obsesión que declinó en una persecución ya que en Semana Santa es habitual que las vecinas de la calle salgan en procesión por Miraflores y Carmen Monteverde y Ruiz de Padrón portando una pequeña imagen de la Virgen de Fátima, su protectora. Celosas de este peculiar rito, no le dejaron que tomaran imágenes a Pérez y Requena, quienes al final acordaron respetar ese espacio aunque lograron hacerse con una postal de la Santa en el interior de una de las casas antes de que fuera reducida a escombros.

Otro de los elementos con los que juega la exposición y que sumerge al espectador a esa otra realidad que fue la que significó la calle de Miraflores son los colores que encontraron en los interiores de algunos de los locales a los que pudieron acceder y que iban desde el rosa chicle al azul, verde y amarillo. Colores que daban “calidez a los espacios que se desligan de todo lo que se encuentra uno ahora. Eran colores de una época y nos pareció interesante hablar de aquel momento a través de las pinturas que decoraban las paredes con el fin de recrear aquel espacio y tiempo”.

La vista aérea tomada del GrafCan en 1986 del Bar Nacional, luego El Dorado y del que queda en la actualidad un frío solar y parte de lo que fue aquel club, se muestra también en este recorrido por la memoria. Una curiosidad del Nacional/Dorado es que tenía puerta batientes, como las de los saloon del viejo oeste.

El objeto de que la imagen forme parte de esta propuesta fue la de poner en situación al espectador. Parecida función tiene un pedazo de la pared del antiguo colegio Balear, un intento por salvaguardar y a pie de calle aquel edificio supuestamente protegido que diseñó José Enrique Marrero Regalado, el mismo arquitecto del Cabildo de Tenerife y el Cine Víctor. Las casas que tenía alrededor tampoco existen en la actualidad pese a que estaban catalogadas. El hecho de que esté ahí como están el resto de los elementos de Conquistador que se exhiben en Bibli es preguntarse ¿qué pasó con estos espacios?

No forma parte de Miraflores y sus alrededores pero sí es una pieza fundamental en el proyecto el neón del antiguo salón bazar Bombay porque Conquistador es un paraguas que reconstruye la memoria de una ciudad que parece que no quiere tener recuerdos.

El viejo neón les fue cedido por los antiguos propietarios del Bombay siempre y cuando fueran ellos quienes desmontaran la pieza. “Aquí hay una parte del cartel, la del bazar, y la imagen fantástica de la palmera que nos sirve para hablar de toda la iconografía que impregnaba la imagen de la ciudad en aquellos años” y que ya son pasado.

Conquistador es un proyecto que no quiere ser categórico. Los objetos que reúne la propuesta se han adaptado al espacio Bibli, donde permanecerán hasta el 5 de enero, y el diálogo que mantiene se nota tanto que casi parece que habla con uno mismo. Es decir, que se palpa quizá porque como dicen Pérez y Requena fueron las propias piezas las que buscaron y encontraron su sitio. Conquistador es un archivo. Solo que un archivo vivo.


LIBRO

Conquistador presentará este mes una publicación de tirada muy limitada que propone un ensayo visual en el que se detalla de dónde parten todos los objetos ya que “queremos generar un archivo visual y una cartografía que incluya fotografías, vídeo, piezas que tenemos de sitios claves mientras se trabaja con el objeto en sí”.

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FOTO 1
Israel Pérez y María Requena viven y trabajan en Santa Cruz de Tenerife. Se licenciaron en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, donde posteriormente obtienen el Diploma de Estudios Avanzados por el Área de Pintura. Su trayectoria se caracteriza por el uso de imágenes errantes con las que conforman un imaginario social.
FIRMA FOTO: PÉREZ y REQUENA

FOTO 2, 3 y 4
FIRMA FOTO: Sergio Acosta

Saludos, I have a dream…, desde este lado del ordenador

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