Lydia Vázquez: “La literatura de Annie Ernaux funciona como la voz de nuestra conciencia”

Lydia Vázquez es la traductora en español de los libros que la escritora francesa Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2022, publica en la editorial Cabaret Voltaire. Vázquez mantiene con Ernaux una relación de amistad que va más allá de lo profesional. Mucho ha llovido desde que publicó su primera traducción en Alianza Editorial, ¿Qué es el Tercer Estado?, de Emmanuel Joseph Sieyès a la que siguió Mis galerías y mis pintores, de Daniel Henry Kanhweiler, aunque guarda grato recuerdo de todas ella.

Sobre Annie Ernaux y de traducción, habló Lydia Vázquez el pasado sábado 7 de enero en la Librería de Mujeres, en la capital tinerfeña, donde mantuvo un encuentro con la catedrática de Filología Francesa de las universidades del País Vasco y La Laguna, Dulce Mª González Doreste, y de traducción y sobre la ganadora del Premio Nobel de Literatura del año pasado se habla y mucho también en esta entrevista.

– ¿Qué grado de dificultad tiene traducir a una escritora como Annie Ernaux?

“Grande porque escribe muy bien y normalmente lo que hay que hacer es intentar que el libro se traduzca al español lo más exactamente posible al original. La mayoría de los autores que traduzco son grandes escritores pero con Annie Ernaux pongo especial cuidado y voy despacio. La mayor dificultad es que su escritura a pesar de su aparente sencillez y a la que ha despojado de cualquier estilo literario, mide mucho las palabras. Es decir, que cada palabra está cargada de muchos sentidos, cuentan con varias capas y se tienen que entender todas esas capas para registrarlas en castellano. Ernaux escribe además con muchas referencias culturales, no necesariamente elitistas, y si cita una película, un libro o una canción la busco y la veo, lo leo o la escucho. Y eso me lleva tiempo. Intento traducirla lo mejor posible pero es un trabajo lento y laborioso pero al mismo tiempo muy gratificante”.

- Cuando la está traduciendo y le asalta alguna duda ¿suele consultarlo con ella?

“Suele decirles a mis alumnos de Traducción Literaria que no intenten dar el coñazo a los autores. No soy partidaria de consultar con el escritor si se tiene una duda porque entiendo que el traductor tiene que descubrir las soluciones por sí mismo. Otra cosa es cuando llega a un callejón sin salida, lo que me ha pasado alguna vez con Annie Ernaux y ella me despeja la duda pero no es algo que suceda a menudo ya que cuando hablamos, hablamos de cosas de la vida en los email que cruzamos más que de las dudas que puedan suscitarme sus textos. Suele decirme que tiene confianza en mi”.

- ¿Y como lectora que destacaría de su literatura?

“Por un lado ha sabido hacer una cosa muy difícil y por eso se la compara con Céline aunque a ella no le parezca pertinente, y es la introducción de un lenguaje que no es el lenguaje clásico, ajustado a formas clásicas. Hace lo mismo con las referencias culturales que pueden ser clásicas como populares. Es decir, que lo mismo escribe expresiones muy populares, como las que puede decir un borracho que habla como un borracho, con las de un personaje de clase acomodada y esa mezcla la domina muy bien y le da realismo a sus obras en el buen sentido de la palabra además de que nos creemos los personajes que presenta. Para mi fue una revelación. En el siglo XX se habló de Los armarios vacíos que es algo distinto de lo que por aquel entonces se promocionaba como la nueva novela y ya la admiraba por su mezcla de registros lingüísticos y por situarse en el universo del pueblo que no estaba muy presente en la literatura francesa del XX”.

- ¿Tiene Annie Ernaux algún libro que la haya marcado especialmente?

“Si hubo un libro que me marcó fue La mujer helada porque cuando lo leí no sabía si era anti o pro feminista. La novela presenta a una mujer con esperanzas de ser escritora, es un relato muy autobiográfico y tiene una pareja que parece una persona liberal, equilibrada y que cree en la igualdad pero cuando contraen matrimonio ella se convierte en un ama de casa, cuida del hogar, le prepara la cena a su marido, cuida de los niños… Cuando leí el libro entendí que esa postura, que es todo lo contrario a lo que defienden las feministas, ¡es una actitud feminista!, de verdadero feminismo. Es decir, que no tenemos que ser súper mujeres. De hecho, todas hemos estado heladas alguna vez y una feminista como Annie Ernaux reconoce que eso puede, y de hecho pudo con ella, pasar. Y eso me acercó más a este feminismo porque es más auténtico que el de las súper mujeres”.

- ¿Y otros títulos que recomendaría además de La mujer helada?

“Eso depende de la persona, de la edad y hasta del sexo del lector. A mis alumnas les gusta mucho La mujer helada y Mira las luces amor mío, que se desarrolla en un hipermercado. Desde mi perspectiva y ya con cierta edad, Los años me parece su libro más acabado ya que es la crónica popular de todo el siglo XX. Empieza cuando nace ella, en 1940 y acaba con su nieto en los brazos y cuando está escribiendo esa novela donde evoca las comidas familiares donde sus mayores rememoraban la I Guerra Mundial. Es la historia con minúscula, la de la gente normal. La historia que vive la gente de a pie. Pero me gustan todas sus novelas. Los armarios vacíos es muy, muy especial, empieza con la narración de un aborto clandestino. Hay que leerla porque no se trata de una escritora que se mire el ombligo y no practica la autoficción. Rechaza esos calificativos. En todo caso es una escritora que cuenta cosas que hemos vivido como ella. Y el aborto clandestino no es una excepción. O su cáncer de pecho y el Alzheimer de su madre o descubrir a una hermana que nunca conoció porque su familia la había silenciado. Como dice una buena amiga, la literatura de Annie Ernaux es como si fuera la voz de nuestra conciencia y tiene un poco de eso. Es como si te estuviera hablando dentro de la cabeza. Hay que leerla para ir colocando las piezas de ese fantástico rompecabezas que es el ser humano y sus vivencias”.

- Annie Ernaux recibe el Nobel de Literatura el año pasado, ¿le sorprendió que se lo otorgaran?

“En mi caso quería se lo hubieran dado el año anterior. No conozco a todos los escritores franceses que optaban al Premio, entre los que estaba Michel Houellebecq, pero entre él y ella me quedo con ella entre los que merecen recibirlo en lengua francesa. Lengua que, por otro lado, llevaba tiempo sin recibir el Nobel de Literatura cuando se trata de una gran literatura. Que el Nobel recayera en un escritor francés y encima en una escritora que no solo por ser mujer, se lo merecía es un Premio creo que popular porque tiene muchísimas lectores, y todas ellas entienden esta distinción como si se las hubieran dado a ellas. Es verdad que hay personas que han manifestado su contrariedad pero esas críticas han sido escasas”.

– Pero que tenga constancia Annie Ernaux hasta obtener el Nobel no era demasiado conocida en España.

“La editorial para la que traduzco su obra, Cabaret Voltaire, ya la estaba editando en español antes de que obtuviera el Nobel de Literatura, es una autora que les ha funcionado siempre bien. Personalmente, he hecho muchas presentaciones de sus libros y entre las feministas es un icono y tiene éxito en los ambientes universitarios. Ahora con la concesión del Nobel, la gente que la conocía oye hablar de ella y la descubre aunque es una escritora de sobra conocida en países como México, Argentina y Chile, entre otros”.

- ¿Es una escritora feminista?

“Annie Ernaux habla maravillas de Simon de Beauvoir, le marcó mucho la lectura de El segundo sexo aunque su modelo de escritora feminista es Virginia Woolf. Respeta el feminismo de los años 60 y 70 que hubo en Francia pero nunca militó en estos movimientos y sí en los que reclamaban la legalización del aborto por cuestiones casi personales pero nunca formó parte de partidos ni movimientos aunque se declara feminista pero en vez de presentarse como una mujer completamente liberada se presenta como un ser humano con todas sus contradicciones. No le gusta que la encasillen como escritora, es un escritor más porque en literatura no hay escritura masculina ni femenina. Su feminismo es otro feminismo, muy distinto al de finales del siglo XX”.

- Pero ¿cuál es su mirada dentro de un movimiento, como el feminista, movimiento que parece tan fragmentado al menos en España
?

“No sé si el feminismo está roto en España pero en Francia sí que está más dividido. En un libro de próxima aparición y en el que reflexiona sobre su escritura dice que no está de acuerdo en que se prohíba a las mujeres llevar velo en Francia aunque hay feministas que sí lo están. Con todo, es una mujer respetada por el feminismo pero muchas feministas no están siempre de acuerdo con ella”.

- Hablando de traducción, ¿qué opina de esa frase maldita que afirma que traductor es igual a traidor?

“Que es una frases que los traductores arrastraremos hasta el final de los tiempos. Hay traductores traidores pero no todos y debemos hacer lo posible por no serlo. El mejor traductor no es un escritor, que suelen ser malos traductores porque traicionan sus traducciones al añadir cosas de su propia cosecha cuando un traductor debe ser lo más transparente posible. En mi caso quiero que no se note para nada que estoy ahí, en la traducción, porque no podemos caer en la tentación de arreglar, modificar… La traducción perfecta no existe pero es que el libro perfecto tampoco existe. Por otro lado, creo que es muy importante para traducir contar con una formación literaria y universitaria. Eso sí, reivindico que se pague mejor a los traductores, que se mire a Francia donde al traductor se le paga muy, muy bien”.

- En los últimos tiempos, ¿cómo cree que ha evolucionado la traducción en España?

“La traducción en España ha evolucionado mucho desde el siglo XVIII. Lo que hizo Marchena me parece fantástico porque sabía mucho español y francés pero entonces se traducía de otra manera. En el siglo XIX más que traducir se adaptaba y salían muy buenas adaptaciones, libros que fluyen muy bien pero se manejaban unas libertades que ahora no se permiten. En el XX hay buenos traductores individuales aunque la mayoría son muy malos porque no había formación. Por ejemplo, hay una primera traducción de Los armarios vacíos que es un desastre total. El traductor era un poeta catalán que sabía catalán pero no francés. La culpa aquí no es del traductor sino de quienes le encargaron la traducción. La traducción de un libro que si lo lees resulta indigerible”.

- ¿Depende el sexo del traductor que el libro que va a traducir esté escritor por una mujer o por un hombre?

“Creo que no cambia nada. En el caso mío con Annie Ernaux es verdad que cuando la leo siento que es como la voz de mi conciencia pero eso es así porque a mi me han pasado muchas de las cosas que le han pasado a ella pero cuando la traduzco, cuando traduzco en general a cualquier autor, procuro guardar las distancias. Diderot hablaba de la paradoja del comediante y yo hablo de la paradoja del traductor. Es decir, que cuando el traductor se identifica más con el escritor tiene que olvidarse de esa identificación y mantener una distancia objetiva con el texto porque si le pone entusiasmo, el entusiasmo , ya se sabe, no va bien con el intelecto”.

En la imagen. Lydia Vázquez con camisa blanca junto a Annie Ernaux

Saludos, carraspeo, desde este lado del ordenador

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