Teléfono negro, cuentos de Joe Hill

Joe Hill es un excelente escritor de cuentos. También de cuentos de terror y raros, esos en los que suceden cosas que no son exactamente las que conocemos. No me resulta tan atractivo en los territorios de la novela, quizá porque las historias que cuenta hubieran quedado muy bien en un relato o en una novela corta pero no es un libro que supera las 400 páginas. Pero es en los cuentos donde Joe Hill es Joe Hill, un tipo que es capaz de sorprender incluso a un veterano seguidor de las novedades que propone el género. De hecho, si se es veterano del género un volumen como Teléfono negro, que ha reeditado este año Nocturna Ediciones y que fue el primer libro de cuentos del escritor, es una noticia que los que no tuvimos la oportunidad de leerlo entonces, lo hagamos ahora y descubramos de nuevo el interés que suele despertar el escritor con sus historias cortas.

Teléfono negro reúne quince relatos y uno más, La máquina de escribir de Sherezade que sirve como un bonus track pero también como una original despedida de un libro homogéneo, que mantiene despierto el interés del lector, y esa uniformidad la consigue el escritor norteamericano presentando relatos buenos, muy buenos y sobresalientes. No cabe en este volumen historias que no funcionen porque sean rematadamente malas.

El primer cuento de Teléfono negro lleva por título El mejor cuento de terror, una historia en la que el protagonista, un mediocre escritor de relatos de miedo, sigue las huellas de otro que sí sabe convertir las pesadillas en materiales narrativos. Le sigue Un fantasma del siglo XX, que gira en torno a un espectro que se aparece en una sala de cine y La ley de la gravedad, que es una pieza surrealista que sabe meterte en los bolsillos.

Teléfono negro contiene varios cuentos que son más extensos que los otros. Uno de ellos es Oirás cantar a la langosta, una especie de traducción a nuestros convulsos tiempos de La metamorfosis de Kafka solo que el protagonista se despierta como una langosta y no un escarabajo como en la historia original del escritor checo. De hecho, en el filtrado que propone Hill, la inspiración de La metamorfosis se queda en eso, una vaga inspiración porque desarrolla una línea narrativa que no tiene nada que ver con Kafka ni con el que sigue siendo uno de sus relatos más famosos.

Hijos de Abraham es también una historia larga que nos revela a un Abraham Van Helsing muy distinto al que conocimos en la novela Drácula, y todo ello sin renunciar a que lo entendamos como lo que es, un fantástico homenaje no solo a la novela del otro Abraham, Bram, Stoker, sino a toda esa fecunda literatura de vampiros que no acaba, afortunadamente.

Teléfono negro, el relato que da título a esta antología, es otro de los más extensos. Hay una película que adapta su esencia, y en la que lo sobrenatural se mezcla con el asesino en serie sin titubeos. Es uno de los mejores, a nuestro juicio, y no por la película que va por otros derroteros dramáticos.

Hay relatos de todas clases y dinámicas en este libro. Los hay raros porque resultan extraños que no de miedo como Mejor quedarse en casa o Carrera final. Y algunos que están inspirado vagamente en Richard Mathenson cuando Richard Mathenson se ponía lúgubremente tierno. Esto mismo hace Joe Hill en La capa y Último aliento. En Madera muerta, de solo dos páginas, insiste en esa poética que deja atrás en El desayuno de la viuda, que se desarrolla durante los años 30 del siglo pasado y habla de los vagabundos que cruzaban a un lado y al otro de Norteamérica como polizones en los vagones de los trenes de mercancías. Otras narraciones son Bobby Conroy regresa de entre los muertos y La máscara de mi padre y Reclusión voluntaria que son muy buenos por sabiamente retorcidos e inquietantes. Teléfono negro se cierra con un bonus track, La máquina de escribir de Sheredaze que deja un grato sabor de boca y que uno se plantee… ¿y si…?

El libro funciona como una unidad. Y sí, hay historias que son mejores que otras porque son originales pero todas, absolutamente, despiertan ciertas señales de inquietud que es una de las cosas que se buscan cuando se leen libros de esta temática.

Que a nadie le sorprenda entonces que Joe Hill forme parte y con justicia del equipo de escritores norteamericanos que juegan en las grandes ligas del género fantástico y terrorífico estadounidense. El escritor tiene ideas, sabe dar la vuelta a la tortilla a relatos tradicionales y sobre todo se nota, se disfruta y se entiende la literatura de Joe Hill porque, como las quince historias más el bonus track que incluye en Teléfono negro, se observa que tiene estilo, capacidad de trasladar su mirada de la realidad en clave, a veces, sobrenatural.

Joe Hill sabe contar historias y se aprecia que conoce a fondo el género que escribe. Sobre todo el de terror, tan denostado por algunos y tan reclamado por otros. En manos de escritores como Hill, la salud que disfrutar el género es de hierro. Así que bendito (o maldito) sea.

Saludos, resistir, desde este lado del ordenador

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