¿Cuestión de carácter?, peor imposible

Para Javier Tolentino no existe la palabra descanso. De un tiempo a esta parte y al borde de un retiro más que merecido, el periodista cinematográfico publica libros e incluso tiene tiempo para dirigir documentales, uno de ellos, Un blues para Teherán (2020), un interesante trabajo sobre cómo se vive la música en un país bajo un férreo régimen religioso que se estrenó hace unos años en España, y trabajo que el ahora realizador presentó en Canarias, archipiélago que visita con cierta regularidad para informar de algunos de los festivales de cine que se celebran en las islas.

No contento con ello, el crítico y cineasta publica Cuestión de carácter. Hacia una reflexión del lenguaje en la crítica cinematográfica que nace, más que para sentar las bases de lo que podría ser un libro de texto para abordar el comentario cinematográfico, como un vehículo de reflexión sobre el cine. Que la obra consiga su propósito es otra cosa.

Acompañan a nuestro hombre en esta singladura sobre y de crítica especialistas como Quim Casas, Claudio Utrera, Jaime Rosales y Andrey Plakhov, todos ellos aportan con sus textos miradas en las que se analiza el compromiso de estudiar y analizar obras ajenas. Y eso es más o menos todo. Es decir, la de un volumen que uno no sabe muy bien con que objeto nació, cual es su fin si tenía un fin. Con todo, los artículos que se incluyen resultan interesantes, esa es la idea general aunque algunos me parezcan más atractivos que otros.

Es verdad que Cuestión de carácter está firmado por un solo autor, Javier Tolentino, y que como tal así aparece en la portada pero el trabajo, como ya se ha dicho, cuenta con la colaboración de cuatro expertos que aportan su mirada personal sobre la crítica y el cine. El lenguaje que emplean es directo aunque dificulta mucho la lectura las notas a pie de página. Por extensas. ¡Algunas ocupan más de la mitad de la página!

Cuestión de carácter está editado por la Filmoteca Canaria lo que llama la atención porque, que sepamos y hasta la fecha, la institución solo había publicado trabajos relacionados con el cine en Canarias, campo en el que han aportado libros muy atractivos sobre rodajes, actrices (María Montez) cineastas y en especial los catálogos de películas que se han rodado en las islas, y que tras dos tomos, muchos somos los aficionados que esperamos un tercero y un cuarto si fuera posible. Que conozca, salvo una colección de libritos dedicados a cineastas nacionales e internacionales que fueron objeto de ciclos programados por la casa y serie que se publicó hace ya unos cuantos años, la actividad editora de la Filmoteca Canaria se había ceñido hasta ahora a lo que tenía que ceñirse, que es publicar obras que informen sobre una realidad cinematográfica como es la canaria que necesita de más publicaciones. Vivimos en un territorio que, por fortuna, cuenta con una historia pequeña, sí, pero muy rica en cuanto a cine se refiere.

No comprendo por eso la publicación de Cuestión de carácter y no porque sea un mal libro, que no lo es, sino la razón que motivó al Gobierno de Canarias para su publicación.

Y sí, entiendo que alguno me llame de todo menos bonito. También provinciano, pero que alguien me explique la razón porque, a mi juicio, no aporta nada a nuestra particular historia del cine en Canarias. Una historia que pide a gritos no sé si un trabajo definitivo, algo poco probable si tenemos en cuenta que este cine está, afortunadamente, en continuo movimiento, pero sí más trabajos que dejen registro de nuestra memoria cinematográfica. En este sentido, un libro como Cuestión de carácter carece de interés para los aficionados a una realidad que, con sus altos y bajos, define la historia del séptimo arte en el archipiélago.

Que no se confundan los que tienen la manía de confundirse ya que solo preguntamos (consciente de que no habrá respuesta por vías oficiales) ¿qué justifica el desembolso económico que ha supuesto para nuestra Comunidad Autónoma la publicación de Cuestión de carácter? Entendería y aplaudiría su publicación en un festival de cine como el que se celebra en la capital grancanaria pero ¿la Filmoteca Canaria?

La única participación canaria en el libro es la de Claudio Utrera, quien fuera con Aurelio Carnero director de la, precisamente, Filmoteca Canaria y en la actualidad colaborador con sendos artículos sobre cine en periódicos de las islas pero casi parece que la aparición de Utrera está ahí para cubrir la cuota canaria de un libro editado en Canarias por la Filmoteca Canaria, departamento que depende del Gobierno de Canarias. Desconozco el número de ejemplares que se ha hecho de la obra y cuál ha sido su distribución, también cuánto nos ha costado la edición de una obra que firma un respetado comentarista de cine nacional y que incluye otros textos de especialistas para dar pluralidad a una obra que necesitaba también de un mayor cuidado en su edición. El tamaño de la letra, las notas a pie de página, que más que aportar información lo que hacen es ocupar un espacio que supera en ocasiones el de los propios textos…

En fin, he tenido la oportunidad de leer parte de las memorias de Josep Vilageliú, cineasta de origen catalán establecido en estas islas desde hace muchos años. La Filmoteca Canaria debería de publicar este trabajo en el que se cuenta un buen pedazo de la pequeña gran historia del cine canario como la de los 70 y 80. Años de ebullición y cine guerrillero, grandes rodajes que no pudieron ser y el trabajo estajanovista de un hombre que, literalmente, ama el cine… Pero algo me dice que esta propuesta caerá en saco roto, que no la verán los que no ven nada. Y así nos va.

¿Cuestión de carácter?

Saludos, ay esta tierra mía,desde este lado del ordenador

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