Un debate lento y muy aburrido

Tenía mucho interés por asistir al debate Políticas culturales. El compromiso político de la cultura. ¿Qué medidas se implementarán en el próximo gobierno?, que se celebró el pasado 11 de mayo en el salón de Grados del Aulario General César Manrique del campus Guajara de la Universidad de La Laguna, pero causas ajenas a mi voluntad me impidieron que asistiera en vivo y en riguroso directo a un encuentro que prometía atractivo para los que informamos desde hace ya muchos, demasiados años, sobre el sector cultural en Canarias. Más en estos tiempos que corren. Sin embargo, y tras verlo en diferido (está subido a You Tube) pueden pinchar este enlace) llegué a la conclusión que lo mejor que pude hacer fue la de no asistir al debate. Un debate que se puede resumir en una sola palabra: Aburrido.

Lo que es un mal síntoma, no solo para los que organizaron este encuentro, la Cátedra de Gestión Cultural de la ULL con el Clúster Canario de la Música, los invitados, que poco esfuerzo le pusieron a la cosa y el sufrido público que siguió con estoicismos cristiano el debate. Un debate, ya digo, pesado, de los que parecen que no finalizarán nunca y por ese lastre con tan escasos titulares para los que, se reitera, seguimos estos asuntos desde la noche de los tiempos. Lo que resulta muy triste porque desde la noche de los tiempos me di cuenta que en cuanto a discursos en defensa de la cultura en Canarias la verdad es que no hemos avanzado demasiado. O nada de nada.

Continúan las mismas frases hechas, las promesas imposibles que parecen idénticas cada cuatro años. Encima, no se permitió a los invitados que se salieran del guión y no se planteó una pregunta que, a mi juicio, era fundamental para iniciar o terminar un encuentro que fue más un monólogo a cinco voces (más la del moderador, que hablar, habló poco salvo para leer enunciados de preguntas kilométricos) que un diálogo: ¿qué tal lo ha hecho en Cultura el Gobierno de Canarias en estos últimos cuatro años?

Salvo la Ley del Sistema Público de Cultura de Canarias, que salió adelante con el respaldo unánime de la Cámara regional pero no, curiosamente, de la mayor parte del sector cultural del archipiélago, y salvo las políticas de ayudas que desde la Viceconsejería –ya con Juan Márquez Fandiño al frente– se diseñó para garantizar la supervivencia de los trabajadores de la cultura para hacer frente a la pandemia y el apagón que supuso el confinamiento por la Covid-19, digamos que poco más porque ¿se puede contar como novedad la creación de un Instituto Canario del Desarrollo Cultural que ha terminado al final resultando lo que en su día fue Socaem y Canarias Cultura en Red: la reproducción casi exacta de un kiosquito para iniciados?

En fin, que lo que tuvo que ser un debate serio y cuajado de propuestas, acabó siendo un monólogo sin puñetero sentido del humor. Es decir, tan tedioso y repetitivo como la programación de la Televisión Canaria lo que me llevó a pensar en lo bien que hizo el PP de no asistir al acto, aunque por lo que sé, se habían comprometido a estar allí si encontraban a un candidato/a para hablar de esa cosa que es la cultura.

Pero deben de no haberlo encontrado, lo que no me parece raro. Lo raro hubiera sido lo contrario.
Como ya vienen siendo normal pero no debería de serlo en un sistema democrático, no se avisó a Vox, representantes que no creo que hubieran asistido porque la cultura es cosa de rojos pero no costaba nada haber levantado el teléfono y elevar la propuesta…

El primer error de debate a mi juicio fue concederles a cada uno de los invitados diez minutos, ¡diez minutos!, de intervención para que resumieran las políticas culturales que se incluyen en los programas electorales de las respectivas formaciones políticas que sí quisieron dar la cara en este escenario, y tiempo que todos despilfarraron para no decir nada.

Entre los intervinientes estaban Janet Aguiar (Nueva Canarias), que no dejó de recordar durante toda la sesión que ella era de ciencias, eso explica que no dejara de leer unos papeles donde debían de estar resumidas las propuestas de NC a la curtura; Manuel Marreo González (Unidas Sí Podemos Canarias), un tipo sosegado, de esos que parecen que lo han visto si no todo casi todo. Lástima que repitiera como un mantra la Ley del Sistema Cultural Canario como el hit de lo más hit de estos cuatro años que se nos han ido como un suspiro. Romén García Arteaga (Drago Verdes Canarias), el más joven de los cinco y también el más despistado de todos; Alejandro Krawietz (PSOE), en la actualidad director insular de Cultura del Cabildo de Tenerife, que se presenta ahora como número 4 en las listas socialistas al Ayuntamiento de Santa Úrsula, y que abrió el debate recitando un poema Júlia de Carvalho Hansen sobre la Insularidad que, pregunto, qué cabida tenía dentro de este debate y Miguel Ángel Clavijo (Coalición Canaria), que fue director general de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias con el anterior gobierno y que me resultó el más bronco al cuidar su terreno. De hecho, creo que estuvo muy bien cuando habló de lo que sabe (Historia y Patrimonio) pero no tanto cuando se refirió a los problemas reales que aquejan a la cultura en las islas, problemas que dio la sensación que ninguno de los participantes conocía.

Hubo algo de sal cuando el representante de Drago pese al despiste que llevaba –repitió lo mismo que llevo escuchando desde que soy un infante: en esta comunidad autónoma solo se apoya las iniciativas culturales de los más ricos (a mi no me miren)– lamentó que no se fomentara la identidad canaria, que es algo que no sé exactamente lo que es, saltó al ruedo en plan matador cuando señaló que tanto CC como PSOE son el mismo perro pero con distinto collar.

Los representantes de CC y PSOE reaccionaron al ataque. Miguel Ángel Clavijo con la crudeza con la que un adulto amonesta al alumno sabiondo por preguntón y Krawietz mascullando un largo parlamento que se perdió en el aire como se pierde en este país sin memoria su gestión al frente del Cabildo Insular: la nada más absoluta.

El debate no valió la pena por como estuvo enfocado y, por supuesto, por los invitados que no se molestaron demasiado en esforzarse por explicar qué políticas aplicarán sus partidos si tocan poder, una pena, porque necesitamos en esta tierra este tipo de encuentros aunque la calidad de los invitados sea la que vimos. Igual con otro planteamiento el debate hubiera resultado provechoso porque éste no lo fue.

Para Krawietz entre los mayores méritos de su gestión al frente de Cultura en el Cabildo de Tenerife está la implementación de las subvenciones de concurrencia competitiva y un uso democrático del dinero público. Clavijo, por su parte, anunció que si CC llega a gobernar otras vez esta sufrida Comunidad Autónoma se crearía una consejería específica de Cultura, nada de formar parte de Educación y Deportes, y que ésta contaría entre otras con una dirección general de Industrias Culturales que no le dio tiempo de explicar bien.

No dijo lo mismo la representante de NC, la chica de ciencias a la que habían metido en esta encerrona, pero tras consultar los papeles de los que no se separó en las casi tres horas que duró todo esto, leyó en uno de ellos la apuesta de su formación política por coordinar cultura y turismo.

El representante de Unidas podemos recordó que el sector podía estar satisfecho con la aprobación de la ley del Sistema Público de Cultura de Canarias, aprobada por unanimidad en el Parlamento regional a iniciativa de su formación política que, oh casualidad, es la que gestiona desde hace cuatro años la cultura en esta tierra. El podemita abogó también porque la cultura llegara a todos los rincones de las islas.

En cuanto al representante de Drago, muy en la línea de esta formación, dijo que “la cultura es pueblo” y vino a decir que gobierne una izquierda como una derecha moderada en estas islas apartadas de la mano de los dioses, la gestión siempre terminará siendo la misma: censurar a los que critican al poder. Añadió que “no se puede hablar de cultura sin hablar de identidad”, una identidad que sigue sufriendo “los estragos de la coloniedad”. No sé si existe esta palabra, coloniedad, pero así fue como la dijo un chico que decía nosotras y no nosotros (los fascistas italianos sustituyeron al llegar al poder el usted por el vos) y otras perlas que no son del mundo en el que vivimos.

Le disculpa su juventud aunque fue el único que aportó algo de chispa a un debate largo, larguísimo y sin sustancia.

Por eso, si Krawietz quiso recordarnos a todos y a todas (no vaya a ser…) la voz de una poeta brasileño, el de Drago nos recordó la voz de un poeta canario, “nuestro Pedro García Cabrera” para reivindicar unas islas donde la cultura no sea un “silencio amortajado”.

Y silencio amortajado es el que se me quedó en el cuerpo cuando concluyó un debate en el que no hubo turno de preguntas y del que poco saco. Mucho menos cuando intento hacerme una idea concreta de lo que culturalmente pretenden hacer las cinco formaciones políticas invitadas. Faltaron más voces, ya lo dije al principio, pero no creo que aportaran demasiado a un debate que fue, ya se dijo, lento y muy aburrido.

En la imagen Miguel Manescau, presidente del Clúster Canario de laa Música; Manuel Marrero Morales, candidato a la presidencia del Cabildo de Tenerife por Unidas Sí Podemos; Muguel Ángel Clavijo, que está en las listas al Cabildo de Tenerife por CC; Alejandro Martín Perera, codirector de la Cátedra de Gestión y Políticas Culturalesde la Universidad de La Laguna-FECAM; Alejandro Krawietz, director insular del Cabildo de Tenerife y núimero cuatro en la lista por el PSOE al Ayuntamiento de Santa Úrsula; Janet Aguiar, concejala en Arona y número dos al Ayuntamieento y al Cabildo de Tenerife por NC; Romén García Arteaga, candidato a la alcaldía de Santa Cruz y miembro del área de Identidad y Cultura de Drago Canarias-Drago Verdes Canarias; José Antonio Ramos Arteaga, ditrector de la Cátedra de Gestión y Políticas Culturales de la ULL-FECAM y Benjamín Eche, gerente del Clúster Canario de la Música.

FOTO: Ainhoa Cruz (Atlántico Hoy)

Saludos, apaga la luz, por Dios, desde este lado del ordenador

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