La increíble feria del libro menguante de Santa Cruz de Tenerife

La Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife (vamos a llamar feria a este conjunto de casetas diseminadas por el parque García Sanabria) me recuerda cada año que la visito el argumento de la novela El increíble hombre menguantes, de Richard Mathenson, un libro que dio origen a la película del mismo título dirigida por Jack Arnold en 1957.

Y digo que me recuerda a la novela y a la película porque desde hace dos años, cuando la verdadera feria se trasladó a La Laguna, la de la capital tinerfeña en vez de crecer se ha ido empequeñeciendo hasta lo que es ahora, un aditivo que, aprovechando las fiestas de mayo se suma a las también ¿ferias? de artesanía, gastronomía (pasteles y quesos), flores y plantas (esta última en franco retroceso porque cada vez veo menos flores y plantas) para formar un tótum revolutum en el que todo vale y todo cabe que tanto gusta a unos y tantos desespera a otros.

Esta nueva creación municipal toma durante una semana (del 1 al 7 de mayo) uno de los pulmones más hermosos de la capital en la que habito, esa ciudad, Santa Cruz de Tenerife, a la que se la quiere y se la odia tanto al mismo tiempo.

Los días que me he dado una vuelta por la ¿feria?, tenía que ir sorteando a la gente que, literalmente, invadía todas las calles y avenidas del García Sanabria. Nadie, y escribo bien, nadie, puede discutir el éxito de las ferias (en plural) que se han instalado en el parque. Así lo constaté el 1, el 2 y el 3 de este mes y por las conversaciones que mantuve con los libreros, las ventas han sido meridianamente satisfactorias y salvo casos aislados, digamos que la mayoría de los libreros están contentos con los resultados con independencia de que los que la visiten hayan preferido llevarse antes unos laguneros que la última novela de Arturo Pérez Reverte.

Sin embargo, no termino de entender que el Ayuntamiento no haya hecho el esfuerzo por imprimir un programa en condiciones. Es verdad que se te invita a que lo consultes en código QR pero si no eres un hacha con las tecnología estás vendido. Ésta vagancia, ese poco esfuerzo por facilitarles las cosas al ciudadano, es lo que ha hecho que algunos se resientan de volver este año a la feria del libro de la capital tinerfeña y a que uno, que ya está habituado a visitarlas truene o llueva, tenga la sensación vaporosa que ésta se ha hecho deprisa y corriendo… Lo de deprisa y corriendo me lo confirman algunos libreros y algún editor. El primer día uno de estos últimos muy enfadado con la organización por el sitio en el que se le había ubicado.

“Yo vendo canario”, decía.

Paso por el parque García Sanabria atestado de hombres y mujeres. Y niños y niñas. También perros. Yo paseo a Kala, una perra a la que no le intimida la marabunta y lo que he visto en el parque es marabunta. Sobre todo el día 3, el Día de la Cruz, donde era prácticamente imposible transitar.

Mientras doy zancadas arriba y abajo me asaltan emociones de todo tipo pero prevalece una por encima de las otras y es que la Feria que conocí ya no es la feria con la que me encuentro ahora. Son sensaciones y si bien sé que la nostalgia es un error, como que la de antes, la que se instalaba al menos hace tres años (obviemos la que se realizó tras salir del confinamiento) resultaban más grandes y ambiciosas.

Se traían escritores/as que sonaban en el territorio nacional y supo crear un ambiente que, con sus más y sus menos, con sus aciertos y sus errores, se convirtió en algo más que en una feria de pueblo como es ahora.

Entonces, al menos, el visitante conocía la programación. Podías acceder a ella en papel, en la página de Facebook y en sendos carteles que estaban al inicio como al final de donde se distribuían las casetas que ocupaban dos avenidas que venían a confluir en la famosísima estatua de la tetona (1), así conocida por vecinos y visitantes.

Estos días y durante mi recorrido sentimental por las casetas, esquivando a unos y a otros, ya digo que aquello era una marejada continúa de gentes que sube y que baja, descubrí que la librería Lemus volvía a ocupar espacio en la feria cuando hacía ya no sé cuántos años que no lo hacía. Circuló por aquellos días el rumor de una bronca entre el mismo Paco Lemus con la presidenta de la Asociación de Libreros de Santa Cruz de Tenerife, Remedios Sosa, a propósito de una caseta en la que Lemus liquidaba a buenos precios muchos libros que tenía en stock. Gracias a aquellas iniciativa que provocó la airada reacción de la presidenta, me hice con bastantes libros que hoy forman parte de mi biblioteca aunque tras la bronca cuentan que Lemus rehusó volver a la feria hasta la de este año de gracia de 2023. Lo que saludo con entusiasmo aunque los libros que ofrezca sean los mismos de las casetas que tiene al lado.

Otra caseta que me llamó poderosamente la atención es una que lleva la asociación Brahma Kumaris. Alguien dice que son Hare Krishna pero a mi no me lo parecen porque no van con la cabeza rapada. En esta caseta, donde venden libros de autoayuda y esas cosas, cuenta con una especie de ruleta de la fortuna que llaman de las virtudes a la que le puedes dar vuelta y comprobar que virtud fruto del azar te ha tocado. Lo hice y me salió “paciencia”. Detrás del mostrador los miembros de Brahma Kumaris sonreían con una beatitud que a mi, cuanto menos, me resultó inquietante.

En mi paseo por la feria me encuentro con escritoras y escritores a la espera de una firma. Conozco a la mayoría pero a otros no tanto aunque suelo verlos cada año en ésta como en otras ferias del libro que se celebran en la isla y en las otras islas. Me tropiezo con el tipo que lleva sobre la cabeza un casco de obrero de la construcción presto a firmar ejemplares de su obra. Más allá, una escritora vestida como Red Sonja

En fin… No detecto librerías que deberían de estar y sí que encuentro librerías que están por primera vez.

Bajando por el kiosco Numancia y al lado izquierdo, la librería de Mujeres. Circula una historia en torno al presunto castigo que ha sufrido el establecimiento que dirige Izaskun Legarza Negrín, y que les reproduzco (2) y que tomo del muro de Facebook de Rafael Alonso Solís. Otros dicen que si la caseta de la librería de Mujeres ha sido relegada se debe a la mala suerte, producto del sorteo que hubo previamente entre libreros…

Camino arriba y abajo y me topo con un amigo con el que recorro una vez más el pasillo en el que se distribuyen las casetas repletas de libros, la mayoría –reitero– con los mismos títulos de la vecina, y salimos del García Sanabria. Le digo que lo acompaño hasta donde tiene el coche aparcado.

Tras dejarlo y de vuelta a casa y mientras dejo que Kala vaya a su aire (ya saben, que olisquee meadas, que haga sus necesidades, excrementos que diligentemente recojo en una bolsa para arrojar en una de las pocas papeleras que hay en esta capital de provincias) me asalta repentinamente la congoja. Y me siento más triste de lo que ya estaba lo que parece imposible.

Esta congoja es como una tristeza que no asoma con lágrimas sino que te agarra y sacude el corazón. Y pienso, como ya dije, en El increíble hombre menguante, y en esa feria que cada año empequeñece en sus ambiciones. Será por falta de cariño y poca complicidad con el libro, que es de lo que se trata.

La mañana del lunes 1 de mayo, cuando caminaba por el parque García Sanabria un conocido me dijo que por ahí estaba el alcarde… Me lo imaginé con un rosquete en las manos y un Mortadelo bajo el brazo. Y es que, efectivamente, el sueño de la razón produce monstruos. Más allá, la concejala de Cultura, Gladis de León, estrechaba manos y se deja ver entre la multitud.

Por un momento me siento como Kurtz, el que susurra el horror, el horror porque habita en el corazón de las tinieblas…

Después, ya a punto de llegar a casa, esa pena, esa tristeza, esa congoja que insiste en no dejarme. La aplastante seguridad de que todo se ha ido al carajo, que aquí, cuando se pronuncia la palabra cultura lo primero que hacen los gestores públicos es desenfundar el revólver…

Por eso esta feria que ya no es Feria. Y sí, por una vez las mayúsculas son muy importantes.

(1) El Monumento a García Sanabria es una fuente que se encuentra en el centro del Parque García Sanabria, es el monumento más emblemático del parque y fue realizado en 1938 por el escultor Francisco Borges Salas, aunque diseñado por el arquitecto José Enrique Marrero Regalado. El monumento está compuesto por dos piezas de técnica totalmente distinta y consta de una enorme fuente con distintos chorros de agua, que tiene en el centro un obelisco de tipo expresionista en el que hay varias esculturas talladas en piedra. De todas estas esculturas, la más destacada es la que representa a una mujer desnuda en homenaje a la fecundidad y a la mujer tinerfeña (Wikipedia).

2) “APOYO A LIBRERIA DE MUJERES EN LA FERIA DEL LIBRO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.
La Librería de Mujeres es uno de los espacios más activos de la cultura en esta isla: generosas con la gente que empieza, con los colectivos que necesitan un lugar de encuentro y de creación, con artesanas y artistas que necesitan vender sus creaciones…, en fin, un lugar seguro de intercambio, sororidad y lucha. Es un ejemplo de supervivencia de librería pequeña y especializada. Este año les ha tocado fuera del circuito de casetas de librerías y están debajo del Kiosco Numancia, en la parte de arriba del parque García Sanabria. Este mensaje es para que vayan por allí, busquen la caseta, pues las compañeras libreras nos necesitan.

De camino añado (porque si no reviento): la falta de información, programa y visibilidad de las librerías pequeñas en esta feria demuestra que a los organizadores ni les interesa la cultura, ni les interesa la economía de cercanía que supone apoyar a este sector cultural de las librerías.

¡Por favor, pasen por la carpa de Librería de Mujeres aunque solo sea para charlar con Izaskun, Mase y tanta persona maravillosa que frecuenta este espacio! Recuerden, parte alta del parque García Sanabria, debajo del Numancia (y de camino se toman allí un cafecito que está muy bueno).

AH, Y COMPARTAN O HAGAN SU PROPIO LLAMAMIENTO”

Saludos, amén, desde este lado del ordenador

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