¡¡¡Qué vienen los bárbaros!!!

Dicen, cuentan, que la novela histórica es uno de los géneros que más se leen en España. No sé si será verdad, pero algo debe de serlo cuando las librerías le han buscado un espacio aparte, independiente, que sirva de reclamo para los lectores que gustan de este tipo de literatura.

No hace mucho, un escritor español de novela histórica que practica también otros géneros me contaba que cuando escribía este tipo de libros no se esforzaba por hacer literatura sino por seguir el curso de una historia que, ante todo, debía de entretener y resultar convincente, lo que le obligaba a esforzarse con la documentación y la capacidad para contextualizar el relato. El fin era imprimir solidez a la narración y, al mismo tiempo, hacerla creíble.

El escritor me dijo en aquella conversación que no se molestaba mucho en otras cuestiones como el diseño de personajes y la capacidad para ahondar en sus emociones, zanjando la charla admitiendo que le resultaba más fácil escribir novela histórica que cualquier otra. Y tuviera o no razón, creo que este sigue siendo uno de los mayores problemas de esta literatura de género.

José Zoilo (debe ser uno de los pocos casos en los que el escritor firma con su nombre propio y no con su nombre y apellido) cultiva la novela histórica desde hace unos años. En 2019 publicó El alano, que dio origen a dos novelas más de la trilogía Las cenizas de España y que fueron Niebla y acero y El dux del fin del mundo. A estas le siguieron El nombre de Dios y Lordemano. Con La frontera de piedra, que es su libro más reciente, recibió el Premio Narrativas Históricas que concede la editorial Edhasa.

La novela se desarrolla en el último cuarto del siglo IV en Europa oriental, un periodo histórico en el que parece que se ha especializado José Zoilo, quien desarrolla su experiencia narrativa en un escenario que me parece muy atractivo, como son las primeras señales que recibe el ya dividido imperio romano ante la llegada de unos pueblos salvajes formados por extraordinarios jinetes y guerreros conocidos como hunos. Son ellos la vanguardia de lo que muchos años después significará para este trozo del continente las invasiones bárbaras al mando de Atila, aunque en el tiempo en el que se desarrolla la novela Atila no ha nacido.

Acercándose a la frontera de piedra (que se llama así porque hasta aquí llegaba el poder de una Roma dividida entre oriente y occidente) comienzan a reunirse pueblos que se repliegan ante el empuje de los hunos. Estas tribus esperan contar con el apoyo del Imperio para poder vivir en paz en territorios que no les pertenecen, lo que no es obstáculo para que en algunas ocasiones y por cuestiones estratégicas pacten con el enemigo (los hunos) mientras buscan un lugar en el que vivir. Otros, por el contrario, esperan refugiarse bajo el ala protectores de un poder, como es el romano, que ya no es lo que fue, aunque sigue siendo una fuerza colosal.

La novela, divida en dos partes, comienza en el año 363 y culmina en el verano de 378, un arco cronológico muy amplio que le permite al autor presentar a sus protagonistas y seguirlos a través del tiempo hasta la batalla final… Se trata además La frontera de piedra de una novela coral, en la que intervienen muchos personajes (históricos o inventados) aunque haya dos que sobresalen del resto como son Safrax y Goar, ambos muy jóvenes, hijos del pueblo alano que reparte a sus hijos entre los que son educados por Roma para convertirlos en soldados que protejan sus fronteras como los que se quedan con los suyos y reafirman sus señas de identidad ante una tierra en la que ya asoma por su horizonte más oriental los hunos y en el occidental la vieja y ya erosionada Roma.

No se trata, pese a su notable número de páginas, más de medio millar, de una novela que se haga pesada en su lectura aunque muchas de las páginas no aporten demasiada información a un libro que se complica al intentar contar a través de sus protagonistas las negras tormentas que agitaron la historia de aquellos días. La novela, además, concluye con una de las batallas más importantes de aquel tiempo como fue la de Adrianópolis, de hecho, se tiene la sensación a medida que se pasan las páginas que todo el libro está escrito para llegar a narrar este feroz combate que preludia lo que sucedería muchos años después en esta castigada parte de Europa.

Se diseminan por la trama personajes que además de Safrax y Goar formarán parte de una batalla que tiñó de sangre un territorio en el que se ha vertido demasiada sangre a lo largo de la Historia (con H mayúscula).

Como otras novelas históricas que se escriben en España, y que imitan bastante el fenómeno anglosajón, donde este género disfruta de popularidad, La frontera de piedra una vez se finaliza su lectura, deja muchas preguntas en el aire que, imagino, quedarán resueltas en otra novela de lo que presumo lleva camino de convertirse en una saga. El resto es un ejercicio de entretenimiento que cumple con corrección su objetivos, es decir, que no aburre.

Para los que nos acercamos a este libro y al periodo en el que centra la acción, creo que es necesario que el lector no iniciado se informe antes del complejo periodo histórico en el que se desarrolla La frontera de piedra ya que no es suficiente la información que aporta José Zoilo en la nota final.

LO MEJOR: Las descripciones de la batalla de Adrianópolis. Vívida e intensa

LO PEOR: No terminan por conmover los protagonistas aunque es probable que adquieran dimensión en otras novelas de lo que parece será una saga

Saludos, a por ellos, desde este lado del ordenador

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